viernes, agosto 16, 2013

MI HONOR MÁS GRANDE ES HABERLES PARECIDO ÚTIL Y BUENO

Después de las palabras del Ministro, permítaseme retar al Protocolo para hablar desde el corazón, sin formalidades. Por eso digo:
Queridos Jaime (Miranda, Ministro de Relaciones Exteriores), Hato (Hasbún, Primer designado a la Presidencia, Secretario de Asuntos Estratégicos y Ministro de Educación Ad Honoren), Monseñor Kalenga (Bakidebele, Nuncio Apostólico de Su Santidad)
Queridos y distinguidos amigos e invitados
Un premio es un deber, decía José Martí. Por eso, cuando en un día reciente me informaron de la decisión del Presidente de la República de honrar al Embajador de Cuba con la orden José Matías Delgado, entendí que debía responder, sobre todo, porque entre los cubanos que me precedían como receptores, estaban el tirano Machado, el dictador Batista y hasta representantes de la mafia terrorista cubanoamericana de Miami que gozó de complacencia y protección cómplice aquí.
Comprendí que José Matías Delgado no tenía la culpa del destino que dio a su ilustre recuerdo alguien de triste memoria, y que en realidad, lo que debía hacer era revisar mi conducta y las consecuencias de mis actos, y preguntarme si eran dignos del legado del prócer salvadoreño.
José Matías Delgado era el Benemérito Padre de la Patria Centroamericana, el líder de la insurrección del 5 de noviembre de 1811, el resuelto defensor de la independencia y firme oponente del anexionismo, que hizo de la práctica de la virtud, de la moderación, el respeto y la hermandad su mejor sacerdocio, y que sabio y humilde a la vez, mereció por sus servicios el epíteto de “oráculo del pueblo”. Cuando uno conoce sus homilías entiende mejor al otro pastor salvadoreño, devenido mártir y guía espiritual de la Nación: Oscar Arnulfo Romero, cuyo natalicio conmemoramos hoy.
¿Qué podríamos haber hecho para merecerlo? ¿Acaso no se sabe que un hombre solo no es nada sin sus compañeros de viaje por la vida? Entendí que el gobierno salvadoreño quería simbolizar en este cubano la gratitud por la consecuencia de nuestra gente y el desagravio por tantos años de desencuentros injustos e injustificados. Comprendí que los acuerdos bilaterales o resultados de trabajo que hoy se mencionan como pretextos eran apenas la excusa para decir que juntos, salvadoreños y cubanos, habíamos levantado un edificio que hoy guardamos con celo.
Y sí, me aseguré de haber sido absolutamente leal al juramento y al mandato con el cual fui enviado por Cuba a El Salvador en el año 2009.
Comparto con orgullo este José Matías Delgado con los cubanos que mejor se le han parecido en la entrega a la Patria y al pueblo: Ana Betancourt, José Martí, Antonio Maceo, Ernesto Guevara, Camilo Cienfuegos, Fidel Castro. Todos cruzaron sus destinos con los de este Pulgarcito en algún momento de sus vidas, me precedieron en la gratitud, el servicio y la lealtad a los salvadoreños, y sus obras purifican para siempre esta orden, que otros malos cubanos deshonraron.
La comparto también con mis compañeros de Misión. Ellos alentaron o censuraron, aconsejaron o cumplieron celosamente según procediera. Se adentraron con entusiasmo a la labor de fundar y construir. Nada habría sido posible sin su empeño y sacrificios colectivos.
La comparto, además, con un ser humano excepcional, con la cual llevo a cuestas la vida: mi cónsul, mi funcionaria a cargo de la cooperación, el comercio, la cultura y la academia, mi asesora, mi crítica más feroz y tierna, sin cuya inteligencia, paciencia y amor la obra habría estado incompleta: Magda.
Y la comparto, en fin, con los cientos de graduados en Cuba, con los miles de heridos de guerra atendidos y rehabilitados, con los miles de funcionarios entrenados para enfrentar desastres, con los cientos de miles de alfabetizados, con los millones de beneficiados con las redes de salud, con todos y cada uno de ustedes, hermanos salvadoreños.
Déjenme que con palabras martianas los abrace: “con la tristeza de los que se despiden antes de un nuevo combate, y el placer profundo de haber hallado almas soberanas, piadosas, sinceras, erguidas, amigas. Mi honor más grande es haberles parecido útil y bueno”.
Tengan la seguridad que esta vez, el recuerdo y el ejemplo de José Matías Delgado sí será honrado.
Muchas gracias.

Palabras de agradecimiento del Embajador de Cuba en El Salvador en la ceremonia de condecoración con la orden nacional José Matías Delgado. Ministerio de Relaciones Exteriores, Antiguo Cuscatlán, 16 de agosto de 2013.

No hay comentarios: