Hoy hubo rosas blancas, cantos de niños, flores en la loza con bandera
a la que solo falta el sol en las noches, y 21 cañonazos para el recuerdo. Anoche fue la marcha de las antorchas.
Marcha del ejército de la luz, de las frentes orladas por estrellas.
Marcha patriótica, emotiva y enérgica en la que la Patria hirvió en el pecho.
Masiva respuesta de juventud y pueblo alegres de revivir a su Apóstol.
Marcha de renovación de fe, de bajar la histórica colina y desandar la ruta de los fundadores del Centenario martiano hasta donde el carácter del héroe se forjó sobre los golpes en la piedra y las heridas del grillete.
Día de jura, por tenerlo vivo, por ser cuerpo y alma de nuestra nueva vida, por su autoría intelectual de la obra colectiva.
Enero defensor de su irrenunciable apotegma: antes de cejar en el empeño de hacer libre y próspera a Cuba, se unirán el mar del sur y el mar del norte y nacerá una serpiente de un huevo de águila.
¡Viva el que a vivir no tuvo miedo!
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