domingo, febrero 21, 2016

SIN CONFUSIÓN, LAS CUENTAS CLARAS Y EL CHOCOLATE ESPESO CON OBAMA

Obama dedicó a Cuba su mensaje habitual de ayer, en el que aseguró que hay apoyo abrumador para la relación con la isla y que su visita en marzo “abre un nuevo capítulo” en las relaciones bilaterales. Esa visita, prevista para el 21 y 22 de marzo, reviste carácter histórico, pues el último presidente de Estados Unidos en visitar Cuba durante su mandato fue Calvin Coolidge, quien lo hizo a bordo de un portaviones, en 1928, durante la dictadura de Gerardo Machado, un personaje de pésima recordación en Cuba.

Desde que llegó a la presidencia, Obama ha argumentado que el objetivo de EEUU sigue siendo el mismo de siempre frente a la Isla (barrer con la Revolución), pero que un acercamiento haría más por cambiar a Cuba que medio siglo de bloqueo y agresiones impuesto por anteriores gobiernos.
The New York Times destacó hoy que la decisión del Presidente de ir a la Isla “refleja su determinación de hacer tanto como sea posible antes de que termine su mandato para forzar la apertura de las barricadas históricas e ideológicas que han separado a los Estados Unidos de su vecino en el contexto de la Guerra Fría”. Sin embargo, la derecha extremista del lobby anticubano ha reaccionado con furia. Personajes como los senadores Robert Menéndez (D-NJ) o Marco Rubio (R-FL), precandidato a la presidencia esgrimen el fantasma de los sacrosantos intereses de seguridad nacional.
En cambio, el anuncio de la visita fue recibido con júbilo por los legisladores que presionan al Congreso para que se levante el bloqueo contra Cuba, reconoció el Times, que destacó las palabras del asistente del Presidente y asesor adjunto de Seguridad Nacional Ben Rhodes, quien aseguró que era mejor hacer el viaje a principios de año antes de que Obama termine su mandato, cuando aún hay tiempo para avanzar hacia la normalización.
En cualquier caso, para los cubanos no hay nada mejor que escuchar y leer al propio Obama. Sus palabras no dejan lugar a la confusión. Vienen por nuestras cabezas con la navaja deslumbrante y envuelta en terciopelos, como para que la admiremos, y tan afilada que no se sienta al chocolate caliente derramarse de nuestras cercenadas gargantas. ¡Eh, y no es melodrama patético, que él es el emperador de turno! ¿Tienen dudas? ¡Leánlo aquí!

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