viernes, noviembre 14, 2008

CUBA, LA ELECCIÓN DE OBAMA Y LA PREGUNTA DE LUCAS (II)

Pendiente aún la respuesta a la pregunta de Lucas (¿Están listos?), y ante los asombros, tormentos, provocaciones y desvanecimientos que ha generado la elección del Sr. Barack Obama como presidente de los Estados Unidos, en esa virtualidad mediática que los verduleros de noticias y los obesos mentales insisten en denominar como a mi país, yo, que soy pasional a la historia, convencido de que quien sabe de dónde viene, conoce mejor quién es y elige más claro hacia dónde debe ir, debo recordar algunas perlas del tiempo que nos están siendo escamoteadas para atontarnos las entendederas.

jueves, noviembre 13, 2008

CUBA, LA ELECCIÓN DE OBAMA Y LA PREGUNTA DE LUCAS

La especulación bursátil hace tiempo se trasladó a los medios. Para sobrevivir a sus crisis y procesos autodestructivos el capitalismo, cuya economía real había dejado de ser sostén del sistema, optó por la especulación para reflotar su modelo. Por un tiempo lo logró, hasta que el casino de la economía virtual estalló, dejando a los patriarcas y a sus sirvientes en el caos.
Algo similar pudiera ocurrir si se insiste en trasladar la especulación acrítica del legado histórico, el desconocimiento del derecho internacional y de las leyes universales de la supervivencia entre diferentes comunidades humanas, y se persiste de modo fútil en la imposición de los modelos de unos países a otros; o si, como se intuye de algunas lecturas de la victoria del candidato demócrata Barack Obama, en los Estados Unidos, algunos se aferraran a los condicionamientos para resolver sus diferendos.

miércoles, octubre 29, 2008

ANSIAS DE CAMBIO

¡Ah, los cubanos estamos ansiosos de cambios! Lo dicen los sabiondos académicos de Miami, lo repite El Nuevo Herald y hasta lo reclama un representante yanqui en Naciones Unidas, y parecería que se ha hallado la verdad culmen, que el mundo se va caer y que, al fin, los glaciares del Turquino se fundirán. ¿Quién lo duda? ¡Sí, los cubanos estamos ansiosos de cambios!
Queremos que cambie el injusto, opresivo y desigual orden internacional, signado por los caprichos, la voracidad y la omnipotencia del decadente Imperio, por sus invasiones, imposiciones y crisis.
Queremos modificar el tambaleante sistema financiero internacional, hijo del capitalismo transnacional globalizado y de sus burbujas especulativas, que estallan en pedazos por todas partes, y cuyas consecuencias arrastran ahora por igual a ricos y pobres.
Queremos cambiar las reglas del comercio internacional por otras más justas, que tomen en cuenta las asimetrías entre los países más y menos desarrollados y entre los de mayores y menores ingresos.
Deseamos una transformación a fondo de los mecanismos y procesos que intervienen en la producción y difusión informativa y cultural, resolviendo en primer lugar el problema del analfabetismo, de modo que se ponga fin al pensamiento hegemónico, a la homogeneización y avasallamiento informativo y cultural, y que se permita un acceso más democrático a los medios de comunicación, que hoy controlan diez grandes transnacionales del Primer Mundo.
Estamos empeñados en hacer de la batalla por los derechos humanos un ejercicio universal, válido para todos, sin divisiones ni exclusiones, sin politizaciones ni manipulaciones; donde el ser humano sea dignificado y no crucificado, como pretexto para vencer en las vendettas políticas que algunos poderosos y sus minúsculos bufones no han podido ganarnos a los pobres.
Insistimos cada año en demoler el largo, cruel e injusto bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos, que cambió nuestras vidas y que, aunque no ha podido rendirnos ni por hambre ni por enfermedades, ha destruido nuestro país, deformado aún más nuestra economía, nuestra política y nuestra sociedad, y ha fomentado en muchos cubanos un justificado pensamiento de plaza sitiada, ¡pues lo somos!
Exigimos respeto y paz para cambiar por dentro nuestra casa común, Cuba, como queremos nosotros, los cubanos que la habitamos, la construimos y la defendemos; a nuestra imagen y semejanza, ni por recetas ni por calco ajeno, sino por vital creación propia, según nuestros tiempos y caminos, sin humillaciones, sin concesiones, sin complacer a otros, sin ponernos de rodillas ni pedir perdón por haber tenido el coraje de resistir, y por haber sabido vivir libres.
Ciento cuarenta años de luchas, y sobre todo, los últimos cincuenta años de guerra, no han dado tregua para hacer las cosas como hubiéramos querido o quizás, como debían haberse hecho. Hicimos lo que pudimos y a veces más. Estamos insatisfechos y por eso le pedimos a Fidel que en el año 2000 lo proclamara, ante todos los trabajadores cubanos y ante el mundo: “cambiar todo lo que debe ser cambiado”. Y más de tres millones de cubanos se lo explicamos al Partido Comunista en asambleas, proponiendo cómo, para que de forma colectiva, conduzca y defina el “tempo” de las urgentes y necesarias modificaciones que queremos.
Los cubanos tenemos ansias de cambio infinitas: no nos bastó con cambiar el sistema de dominación colonial y neocolonial en nuestro país, transformar su economía, sociedad y su vida política y cultural, refundar un país más cerca de los sueños que de la realidad brutal que lo rodeaba. Transformamos al mismo sistema de hegemonismo regional, domamos a sus cómplices y mercenarios, sobrevivimos al derrumbe de las utopías y vencimos a poderosos huracanes. Aún nos despertamos cada día, queriendo ir más lejos y más a fondo, para tener un país y un mundo perfectos, ideal que, de antemano, sabemos no existe.No somos potencialmente cambiantes ni combustibles: somos el combustible de los cambios. No somos tímidos ni comemos miedos: los adversarios saben qué nos sobra y cuán lejos llegan nuestras expectativas. Y no nos vamos a callar, ni a dejar de bailar y reír por ello. A fin de cuentas, estamos ansiosos. Sí, como dijo el Canciller Felipe en la ONU: We need a change -queremos un cambio-, pero uno bien grande y verdadero.

viernes, octubre 03, 2008

INTERNET, LOS CUENTOS Y LAS REALIDADES

Cuenta EFE: “Washington, 2 oct.- La Comisión Interamericana de Telecomunicaciones (CITEL) acercará Internet a las áreas rurales de América Latina gracias a un acuerdo suscrito con la organización Internet Society (ISOC)”. Y añaden que el objetivo es "tremendamente democrático porque quieren conectar a cada ciudadano latinoamericano para lograr así un mayor desarrollo en la región”.
Los que lean esta noticia desde la ingenuidad o el desconocimiento serán rápidamente confundidos: ¡qué buena esa Comisión Interamericana de Telecomunicaciones, qué generosa la Internet Society, que le van a dar Internet a los pobres campesinos latinoamericanos! ¡Qué demócratas!
Veamos: ¿qué se necesita para acceder a Internet?
Electricidad. Se necesita electricidad. En la región, este servicio básico
Claro, siempre quedan las baterías, porque es difícil aspirar a paneles solares y a otras soluciones energéticas más complejas.
¿Qué más se necesita?
Líneas telefónicas. La cobertura telefónica
Bueno, nos dicen, ahora hay telefonía inalámbrica y, por consiguiente, hay también Internet inalámbrica
Bien, supongamos ahora que ya tenemos electricidad y líneas telefónicas. Necesitamos computadoras para conectarnos a Internet. El costo
Hay un programa para niños países pobres de PCs de 100 dólares.
Queda además la opción de los nuevos teléfonos celulares con servicio de Internet y correo electrónico incluido. Es cierto que es un servicio limitado a mensajería de textos simples, imágenes y videos de baja resolución y servicios de noticias, pero es ¡Internet!, aunque sea la uña del pie, y esa es santa palabra.
Mas seamos generosos en suponer y demos crédito a la existencia de redes eléctricas y telefónicas y a la disponibilidad de una supuesta capacidad financiera para comprar PCs y teléfonos celulares. Concedamos incluso que e el caso del Caribe, se establezcan conexiones libres por cables submarinos por doquier y que incluso, se abaratan los costos de enlace por satélite.
Preguntémosle entonces a los más de 000 millones de pobres latinoamericanos si entre comer, vivir, no morirse o gozar de la red de redes, Internet es su opción de supervivencia, para gastar los escasos recursos a los que alguna vez puedan acceder.
Averigüemos si aún teniendo los recursos, los 000 millones de analfabetos latinoamericanos y caribeños analfabetos podrán entenderse con Internet, escribir, leer, seleccionar comandos, para no hablar ya de interpretación racional de lo que aparezca en pantalla, o búsqueda de información de utilidad. Y volviendo a las suposiciones, con un mínimo de alfabetización, pero sin escolaridad y cultura adecuadas, cuáles serán las páginas a visitar en esas condiciones: las podemos imaginar; juegos, recreación, banalidad, sexo…, que es lo que no necesita seres pensantes y engorda con cada conexión los bolsillos de los webmásters y propietarios de los sitios web.
Recuerdo que en los días en que se preparaba la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información en Túnez, no faltaron países desarrollados europeos que quisieron vender el buen regalo del acceso infinito a Internet a los africanos, ¡a los africanos nada menos!, al continente -56 países- que tiene menos accesos telefónicos que todo Estados Unidos.
Volvamos entonces a la dulce noticia de EFE. ¿Preguntémosle a CITEL e ISOC si de verdad han pensado en lo que están afirmando, a menos que el objetivo sea repartir más tontería y somníferos por nuestra región, que hagan que la gente se olvide del hambre, de la miseria, del analfabetismo, de la insalubridad, de la violencia política y social, de la ausencia de libertades y el pisoteo de los derechos, y no reclamen ni hagan más revoluciones?
Y de paso, preguntémosle a EFE cuánto gana con reproducir y hacernos creer noticias tan irreflexivas como abusadoras de nuestra inteligencia.

viernes, septiembre 05, 2008

VARIAS PREGUNTAS Y UNA SOLA RESPUESTA PARA GUSTAV

¿Cuántas casas y edificaciones sociales fueron finalmente demolidas o afectadas por los vientos, cuántas debemos construir o reconstruir?

¿Por qué se desprendió la carpintería de aluminio en construcciones recién reparadas; se debió solo a la fuerza de los vientos, se emplearon los tornillos adecuados, la cantidad de cemento establecida por normas técnicas?

¿Cómo debemos reproyectar la ingeniera y arquitectura de las construcciones para hacerlas más resistentes a los constantes fenómenos meteorológicos?

¿Cuántos árboles fueron derribados en las ciudades, en el campo y en las montañas, cuántos más debemos sembrar y sobre todo, cuántos cuidar, regar, hacerles el ruedo, podar, hasta que se gocen y crezcan?

¿Cuántos postes eléctricos y telefónicos cayeron, cuántos debemos restablecer, cómo y dónde?

¿Cuántos kilómetros de tendidos eléctricos desaparecieron, cuántos deberíamos soterrar para hacer las redes eléctricas y telefónicas invulnerables a los vientos y lluvias?

¿Por qué las poderosas torres de alta tensión se vinieron al suelo, por qué no estudiamos y aplicamos un diseño más resistente y estable?

¿Cuántas áreas de cultivos debemos fomentar, desarrollar y mantener para alimentar todo el año a 11 millones de cubanos y disponer de reservas que mitiguen las consecuencias de los eventos meteorológicos y los vaivenes de los mercados mundiales?

¿Cómo deben funcionar las redes de distribución de alimentos y otros insumos dentro del país?

¿Por qué se producen inundaciones; solo por que llueve mucho?

¿Cómo está la red de alcantarillados en nuestras ciudades; su mantenimiento y limpieza es responsabilidad de sus trabajadores o de toda la comunidad?

¿Cómo eliminar los vertederos, los basureros, los depósitos de escombros, los residuos de reparaciones en las vías públicas que permanecen días sin ser recogidos, los restos de construcciones estatales y privadas, los residuos de la poda de jardines y parques. Es función de las empresas comunales o de la comunidad?

¿Cuánto tiempo demorará recuperar lo que se perdió, cuánto tiempo más se invertirá en avanzar más allá de lo que teníamos?

Estas y muchas otras preguntas golpean nuestra mente ante el estremecimiento provocado por la tragedia. ¿Cómo responderlas?

No faltan teóricos de buena y mala fe, que aprovechan el momento para adelantar –en medios extranjeros de prensa sobre todo- propuestas de reformas y de soluciones, muchas de ellas verdaderas carnadas para el festín de quienes como tiburones tras un naufragio o buitres tras la carroña, se ceban oportunistamente de la desgracia, la confusión y el dolor.

Tampoco faltan los quejosos, los mendigantes, los suplicantes, los manitendidos como gorriones hambrientos, que lo eran antes del huracán y lo siguen siendo ahora con más fuerza, herencias unos y deformaciones otros de nuestra condición de país pobre. Los últimos, sobre todo, huellas de la prostitución del carácter de algunos cubanos, para decirlo con visión martiana.

Están además los caritativistas –que no tienen que ver con los que practican la pía obra de la caridad. Entre ellos se distingue a algunos que practican la extraña condición de la caridad condicionada al cómo, dónde y quién, sin importarle realmente qué, dónde y cómo necesita la ayuda quien la recibe; que incluso, si muy necesitado, te vetan el derecho a recibir caridad, por creer en ideas diferentes.

De todas esas respuestas y muchas otras que surgieran, me quedo con la que han sabido dar en este momento la inmensa mayoría de los cubanos: ¡trabajo solidario!

Trabajo solidario, porque solo del trabajo tenaz, constante, consciente incansable, permanente, siempre bien hecho desde el comienzo, cotidianamente heroico, saldrán los recursos necesarios para compartirlos entre todos, levantarnos juntos de nuevo y volver a crecer.

Trabajo solidario, como el que protagonizaron linieros y telefónicos orientales que desde las primeras horas del paso de Gustav, en caravanas de valientes, bajo la lluvia y los vientos, sorteando ruinas, se abrieron paso hacia el occidente del país, como hace 50 años los rebeldes; como ocurrió con Noel y Flora a la inversa, para estar allí donde otros cubanos más lo necesitaban.

Trabajo solidario, que nos ayuda a prevenir, alertar, reducir los daños y mitigarlos después, como enseñan los poderosos ejemplos de nuestros científicos y técnicos meteorológicos, de nuestros especialistas de la Defensa Civil y de los combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Trabajo solidario, porque eso es lo único que dignifica la condición humana, nos salva y nos libera en lo humano, lo material y lo político.

Trabajo solidario, como el de los bravos médicos cubanos que en Haití quedaron aislados en medio de la hecatombe de Gustav y Hanna, pero preservaron sus vidas, sus medios, y ayudaron y enseñaron a los hermanos haitianos el modo de salvarse también ellos mismos.
Trabajo solidario. Solo eso y nada más. Lo demás son ilusiones.