Pasaron del canto al grito, del grito al abrazo, del abrazo al beso. Esa tarde vieron a la felicidad...
El genio pequeño corre poseído y
el balón retoza entre sus pies. Un imberbe, con el rostro aún lleno de acné, vuela
cerca. A ambos les han llovido insultos desde la gran prensa argentina y desde
los emporios comunicacionales mundiales. Al primero lo ridiculizan, lo venden
como desgastado y fracasado –siempre se ha escurrido del mundo en el que ha
vivido por más de 25 años. Al segundo lo negaron por muy joven e inexperto desde
el primer día; del mismo modo que crucificaron al entrenador, al que llegaron a
exigirle un carné que lo acreditara.