jueves, septiembre 01, 2011

ES IMPORTANTE SER FIEL A LA HISTORIA

Buenas tardes San Salvador
 Para un cubano, esta de hoy es una de las fiestas mayores. Ustedes no se imaginan la emoción que sentimos de encontrarnos entre libros y escritores. En Cuba, el conocimiento no solo es virtud y derecho humano, sino gozo, y las ferias del libro son las mayores celebraciones de la cultura cada año, que reúnen a millones de cubanos y millones de libros a lo largo y ancho de la Isla, y para disfrutar a plenitud de las cuales, muchos ahorramos vacaciones y dinero. Solo en las últimas cinco ferias participaron como promedio 42 países, 136 expositores, 285 editoriales, 795 participantes extranjeros, mientras que se vendió un promedio de 3,5 millones de ejemplares a unos 3,8 millones de visitantes.
 Ello es comprensible en un país que hace cincuenta años se proclamó como primer territorio libre de analfabetismo en el hemisferio occidental, que promovió el acceso al libro, a la lectura, al conocimiento y a la cultura para todos sus ciudadanos; donde en los últimos diez años se ha editado un promedio anual de 1591 títulos y más de 36 millones de ejemplares de libros y folletos, lo que equivale a unos 16 títulos por cada 100 mil y 36000 ejemplares por cada mil habitantes, respectivamente; una nación en la que al cierre del año pasado existían 408 bibliotecas, así como 316 librerías con un fondo de más de 2000 títulos en circulación, y a las que cada año acuden miles de ciudadanos. No deja de sorprender por tanto que los autores cubanos estén entre los más publicados por las casas editoriales de América Latina y el Caribe.
 Por eso resulta muy inspirador que cubanos y salvadoreños podamos reunirnos hoy en esta ciudad de luchas bicentenarias, afanada como nunca por alfabetizar, abrir el acceso a la lectura y dar cultura a todos aquellos a quienes antes les fue negado. Es además muy estimulante hacerlo en el simbólico día que representa el inicio del mes cívico en el Salvador y el comienzo del curso escolar 2011-2012 en nuestra Patria, y como si todo fuera poco, entregarle en esta ocasión al lector salvadoreño dos obras esenciales de un autor entrañable para nosotros, inspirador y artífice él mismo de nuestra hazaña educacional y cultural.
 Me honro en presentarles dos libros del líder de la revolución cubana Fidel Castro: “La Victoria Estratégica. Por todos los caminos de la Sierra” y “La Contraofensiva Estratégica. De la Sierra Maestra a Santiago de Cuba“, ambos en segunda edición, revisada y enriquecida con nuevos datos por su autor y editados cuidadosamente por las casas Ocean Sur y Ocean Press, que en estos momentos lo están distribuyendo también en Estados Unidos, México y Venezuela, además de Cuba y El Salvador.
 Hago un necesario reconocimiento a la familia editorial Ocean, fundada cuando se caía el muro de Berlín para intentar llenar el vacío que se creó en la defensa y conocimiento de las ideas de la izquierda mundial, de los movimientos revolucionarios y del socialismo, y por lo cual, su producción y existencia misma están estrecha e indisolublemente ligadas a nuestra revolución y a la batalla de ideas que desde Cuba libramos. Al mismo tiempo, felicito a la novel e inspirada Editorial Morazán, que con pasión salvadoreña nos demuestra que ningún empeño noble es menor.
 En los dos títulos que hoy nos ofrecen Ocean y Morazán, se brinda un testimonio esencial de una etapa crucial de la historia de Cuba que comprende los episodios culminantes de la lucha guerrillera en la Sierra Maestra hasta el triunfo de la revolución, y que revela los principios políticos, éticos y humanos que la han guiado por más de medio siglo. Asimismo, el primero de los dos libros incluye la única y legítima autobiografía de Fidel, toda una emboscada editorial para algunas sabandijas escribientes, que han lucrado con textos apócrifos sobre el jefe de la revolución cubana enmascarados como “biografías autorizadas”.
 La Victoria Estratégica. Por todos caminos de la Sierra, se refiere a un momento crucial de la guerra de liberación nacional en Cuba, cuando en el verano de 1958 la dictadura militar de Batista, apoyada por el gobierno y las fuerzas armadas de los Estados Unidos, lanzaron lo que se consideró el más grande esfuerzo militar que se hubiera realizado en toda la historia republicana de nuestro país.
 Según se puede leer en uno de los numerosos documentos históricos que calzan el testimonio del estratega que dirigió esa batalla, aquella ofensiva “concluyó en el más espantoso desastre que pudo imaginarse el soberbio dictador, cuyas tropas en plena fuga, después de dos meses y medio de derrota en derrota, están señalando los días finales de su régimen odioso. La Sierra Maestra está ya totalmente libre de fuerzas enemigas.”
 El propio Fidel lo explica así: “La derrota de la ofensiva enemiga, después de 74 días de incesante combate, significó el viraje estratégico de la guerra. A partir de ese momento la suerte de la tiranía quedó definitivamente echada, en la medida en que se hacía evidente la inminencia de su colapso militar.”
 Sin embargo, todo el tiempo nos sorprenderá la ausencia de protagonismo del narrador. Fiel a su credo martiano de que la revolución es una obra colectiva, el gran estratega y jefe nos hablará todo el tiempo de sus combatientes, por sus nombres, como los recuerda –y bien se sabe la proverbial capacidad de la memoria de Fidel-, rindiéndoles a todos justo y merecido homenaje.
 Con emoción lo escucharemos hablar del valor y el coraje que convirtieron en héroes a aquellos muchachos sencillos, campesinos en su inmensa mayoría. Un lugar especial reservará a las figuras inmortales de Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara, sus dos principales lugartenientes. Otras veces advertiremos en sus palabras el homenaje póstumo a quien no llegó a ver el triunfo o que ya no está a la hora de este recuento, e incluso, percibiremos su pudor y delicadeza al evaluar las faltas, las inconsecuencias e, incluso, las traiciones de algunos compañeros.
 En sus reflexiones del ayer y en los partes de Radio Rebelde y de la propia guerra, guardados celosamente por la compañera Celia Sánchez, heroína y albacea de Fidel, los lectores descubrirán permanente insatisfacción y serena autocrítica, así como los otros valores que han hecho indestructible a la revolución cubana, por más que sus adversarios ideológicos la hayan querido estigmatizar y endilgarle las faltas y bajezas de otros. Les regalo este adelanto:
 “…Un revés táctico puede ocurrir a cualquier unidad en una guerra, porque el curso de la misma no tiene que ser necesariamente una cadena ininterrumpida de victorias contra un enemigo que ha contado siempre con ventajas de armamentos y recursos bélicos que ha llevado sin embargo la peor parte en esta contienda.
 “Consideramos un deber del mando de nuestro ejército informar de cualquier vicisitud que pueda ocurrir a cualquiera de nuestras fuerzas en operaciones por cuanto entendemos como norma moral y militar de nuestro movimiento que no es correcto ocultar los reveses al pueblo ni a los combatientes.
 “Los reveses hay que publicarlos también, porque de ellos se derivan lecciones útiles; para que los errores que cometa una unidad no los cometan otras, para que el descuido en que pueda incurrir un oficial revolucionario no se repita en otros oficiales. Porque en la guerra las deficiencias no se superan ocultándolas y engañando a los soldados, sino divulgándolas, alertando siempre a todos los mandos, exigiendo nuevos y redoblados cuidados en el planeamiento y ejecución de los movimientos y acciones”.
 No hace mucho, cuando el propio Comandante presentaba sus libros en La Habana, contextualizaba aquellas palabras con el momento histórico que vivimos hoy los cubanos de reflexión, autocrítica y crecimiento revolucionario, y nos decía:
 “Nosotros solo decíamos la verdad. Si poníamos un fusil de más, engañábamos a nuestros propios compañeros. Decir la verdad fue un principio elemental que nunca falló”. Acaso no nos repetía lo mismo cuando en su extraordinario concepto de revolución pronunciado en el año 2000, entre otros atributos, nos recordaba que “revolución es no mentir jamás ni violar principios éticos”.
 Tampoco pierde la ocasión Fidel para recordarnos quién ha sido y sigue siendo el enemigo histórico de nuestra nación, y cito:
 “¿Quién entrenó a ese ejército de torturadores, quién le suministró las armas, los tanques, los aviones, las fragatas, quién los enseñó a matar prisioneros y a torturarlos? El imperio, el gobierno de los Estados Unidos, ese mismo que ahora tortura a Gerardo (Hernández) sin justificación alguna…”, en alusión al héroe injustamente preso en una cárcel estadounidense.
 De esta manera Fidel nos recuerda que el mismo Imperio que hizo abortar nuestra independencia, implantó bases militares en nuestro suelo, auspició golpes de Estado y sostuvo dictaduras, humilló a nuestras mujeres y hombres, lanzó agresiones armadas, terroristas, bacteriológicas y radiofónicas contra Cuba; el mismo imperio que ahora insiste en colocarnos en listas negras espurias y donde hoy se escuchan voces que piden aplicarle la misma receta de Libia, es el mismo que practica el genocidio contra nuestra gente, bloqueándonos por más de medio siglo, y mantiene encerrados de modo cruel e injusto a Gerardo y sus otros hermanos luchadores antiterroristas, mientras protege a Posada Carriles y a otros criminales, como antes lo hizo con torturadores y asesinos de la tiranía batistiana a los que dio refugio.
 El segundo libro, La Contraofensiva Estratégica. De la Sierra a Santiago de Cuba, es en cambio el relato de los últimos combates librados en la Sierra Maestra y en todos los frentes guerrilleros, campos y ciudades del país en los que el Ejército Rebelde, apoyado por el pueblo organizado, derrotó definitivamente al tirano.
 En sus notas de presentación, el Comandante en Jefe lo resume de esta manera:
 “Con estos acontecimientos se abrió una nueva y última etapa en la guerra de liberación, caracterizada por la invasión al centro del país, la creación del Cuarto Frente Oriental y del Frente de Camagüey. La lucha se extendió a todo el país. La gran ofensiva final del Ejército Rebelde condujo, con la fulminante campaña de Oriente y de Las Villas, a la derrota definitiva del Ejército de la tiranía y, en consecuencia, al colapso militar del régimen batistiano y la toma del poder por la Revolución triunfante.
 “En la contraofensiva victoriosa de Diciembre de ese año, se decidió el triunfo con alrededor de 3000 hombres equipados con armas arrebatadas al enemigo.
 “Las columnas del Che y de Camilo, avanzando por las llanuras del Cauto y de Camagüey, llegaron al centro del país. La antigua Columna 1 de nuevo entrenó más de mil reclutas en la escuela de Minas del Frío, y con jefes que surgían de sus propias filas, tomaron los pueblos y ciudades en la carretera central entre Bayamo y Palma Soriano. Nuevas tanquetas T-37 fueron destruidas, los tanques pesados y la aviación de combate no pudieron impedir la toma de ciudades cientos de veces mayores que el pobladito de Las Mercedes.
 “En su avance, a la Columna 1 se le unieron las fuerzas del Segundo Frente Oriental Frank País. Así ocupamos la ciudad de Palma Soriano el 27 de diciembre de 1958.
 “Exactamente el 1ro. de enero de 1959…, la huelga general revolucionaria, decretada a través de Radio Rebelde desde Palma Soriano, paralizó al país. El Che y Camilo recibieron órdenes de avanzar por la carretera central hacia la capital, y no hubo fuerzas que hicieran resistencia.
 Sin embargo, hallamos nuevamente en este libro el énfasis en mostrar la conducta intachable de la guerrilla rebelde hacia los prisioneros y adversarios y todo el decálogo de respeto a la dignidad humana que preside nuestra Ley Suprema como anhelo al fin logrado del Apóstol Martí, y cobra vida en el día a día de nuestro pueblo, que gracias a ello ha crecido en el último medio siglo libre de las tragedias de represión, asesinatos, desapariciones y exclusión social que han marcado la vida de los hermanos latinoamericanos y caribeños.
 Escribe Fidel: “Si hay justicia en la República, mañana no habrá venganza”. Podemos comprobarlo en el Parte del 19 de agosto de 1958 que fue leído por Radio Rebelde, donde alertaba además sobre la posibilidad de un golpe militar ante el avance del Ejército Rebelde.
 Entonces vaticinaba “una paz larga y sincera para Cuba”, a partir de que había observado “la calidad humana de muchos soldados, y a fuerza de sincero hubiera deseado que en vez de adversarios fueran compañeros de lucha. Me he preguntado muchas veces cuántos hombres valiosos habrán muerto en el engaño de que defendían algo por lo que valiera la pena luchar”, dice Fidel.
 También sorprende encontrar las claves del derrumbe y desaparición del sistema político y de los partidos tradicionales. Contrariamente a lo que la propaganda imperial y los poderes mediáticos globales han repetido sin cesar, el pueblo les viró la espalda al descubrir sus carencias, debilidades y complicidad con los militares y con Estados Unidos, al verlos ausentes de las negociaciones y pactos políticos que a pesar de la guerra la dirección revolucionaria lideraba desde la Comandancia de la Sierra Maestra. Ellos solitos se liquidaron. Como escribe Fidel, “Poco tiempo después de la derrota batistiana, en diciembre de 1958, nadie más se acordó de ellos…”
 Por demás, a lo largo de ambos volúmenes se ve crecer el antiimperialismo, en Fidel y en los combatientes. Lo leerán y comprenderán en la breve epístola que Fidel dirige a su ayudante Celia Sánchez, incluida en este tomo, en la que el comandante rebelde reacciona ante las marcas de fábrica que ha descubierto en los cohetes caídos en la casa de un campesino.
 De ese modo, el lector podrá arribar a la conclusión de que sin la guerra brutal y prolongada que los gobiernos de los Estados Unidos de América han practicado contra Cuba; sin las carencias y daños escalofriantes generados por el bloqueo económico, comercial y financiero; sin los 5577 cubanos víctimas del terrorismo, habríamos subido o caído más o menos por nuestros propios errores y pasiones de república joven, pero la historia habría sido bien diferente.
 Queridos amigos:
 Pocas veces le es dado a los protagonistas y líderes de la historia la oportunidad de brindar una visión trascendente, reflexiva y hasta autocrítica de los acontecimientos que vivieron.
 Generalmente debemos contentarnos con las lecturas e interpretaciones posteriores, que juzgan desde su tiempo las razones que gobernaron a otra época, por lo cual, esos juicios, carentes de rigor histórico, insuficientemente documentados, o prejuiciados de origen, son a veces sesgados y no pocas veces acomodados al parecer de los dogmas que quieren imponernos la globalización neoliberal y la homogeneización informativa y cultural. Fidel nos ha salvado, una vez más, de todo pecado, y nos ha entregado sus propias claves, lo que es mucho más importante.
 Él mismo se ha encargado de aclarárnoslo: “cuando alguien comienza a reconstruir la Historia, incluso la que se ha vivido, es importante discutirla con otros que también la vivieron, para ser fiel a ella. Por eso la persistencia en los documentos, en los detalles. Luego se ve que hay algunas cosas que nosotros hicimos, que si las volvemos a pensar no las hacemos igual… Pero todo lo que ocurrió tiene una razón de ser. El asunto no es elogiar lo que se hizo, sino estudiarlo y eso es posible con todos los documentos históricos.”
 Bien sabemos que no solo ha predicado estos conceptos, sino que los ha llevado a la práctica. Para solo citar un ejemplo, recuérdense sus intercambios con altos exfuncionarios estadounidenses y soviéticos para establecer con precisión las verdades en torno a la crisis de los misiles de 1962, de la que se cumplirá medio siglo el próximo año.
 Por todo lo anterior, además del excepcional testimonio del Jefe de la Revolución cubana, estos dos libros crecen con la inclusión de decenas de documentos históricos –cartas, partes de guerra, transcripciones de transmisiones radiales-, fotos y mapas, muchos de ellos inéditos.
 Los políticos, los estudiosos de la historia, los militares y el pueblo sencillo y ávido de conocimientos hallarán en estas páginas lecciones magistrales de política, arte militar y humanidad. No cabe esperar menos de ese gigante moral de Nuestra América que hoy se ha convertido en un modesto pero esencial soldado de las ideas, y que nos enseñó también a leer y pensar, antes de creer ciegamente en cualquier cosa.
 Disfruten su lectura y, como Fidel, nunca olviden a Martí:
 “Saber leer es saber escribir.”
 “Saber escribir es saber pensar.”
 “Ser cultos es el único modo de ser libres.”
 Muchas gracias.

PALABRAS EN LA PRESENTACIÓN DE LOS LIBROS LA VICTORIA ESTRATÉGICA Y LA CONTRAOFENSIVA ESTRATÉGICA, DE FIDEL CASTRO, DURANTE LA XV FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO EN CENTROAMÉRICA, FILCEN 2011. San Salvador, 1 de septiembre de 2011

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