"You are very young, but I see, very energetic" (Usted es muy joven, pero veo que muy enérgico): fueron las palabras que escuche de aquel negro grande, canoso y sonriente, que quizás sintió en mi apretón de manos la emoción que me embargaba y trató de hacerme sentir cómodo y relajado frente a su estampa de leyenda...
En 1997, por esos avatares de la profesión, tuve que viajar a Sudáfrica, En la ruta, una meta, asistir a la entrevista oficial de la delegación con el Presidente Nelson Mandela. Era la culminación de un programa intenso que nos había llevado a recoger las provincias de Gauteng, El Cabo y El Noroeste, a cruzar por aire y tierra una geografía vasta y deslumbrante, donde contrastaban rascacielos y un palacio inexplicable como el de Sun City, con las cientos de miles de chabolas míseras y humeantes de Soweto que se perdían en el horizonte (una de las impresiones más grandes que haya tenido jamás) y las pobres casuchas de mineros del Cabo. Aunque se respiraba el cambio, aún se percibía la herencia del apartheid en las costumbres.
La ciudad del Cabo y la residencia oficial de Mandela en esta, donde se hallaba en ese momento por razón de los debates parlamentarios que tenían lugar, fueron la última etapa de un viaje en el que conocí a hombres memorables como Joe Slovo y Oliver Tambo, a los destacados Thabo Mbeki y Nkosazana Zuma, al obispo Desmond Tutu y al padre Michael Lapsley, o pude reencontrarme con otros muchos amigos, a quienes había conocido dos años antes durante la Cumbre Social de Copenhague, donde Fidel y Mandela se reencontraron con emoción. Ingresamos a la habitación donde seríamos recibidos por Madiba.
La luz era tenue, pues el exceso le hería la vista dañada en las canteras de cal del presidio de Robben Island. El apareció con una de sus camisas xhosas típicas. Extendió con amabilidad la mano a todos, mostró un afecto especial al embajador Ángel Dalmau, invitó a sentarse y una vez se acomodó en su butaca, hizo una pregunta que, luego supe, precedía a todos sus encuentros con visitantes cubanos: "Haw is my brother Fidel?" (¿Cómo está mi hermano Fidel?).
Ahora que descansa para siempre en su patria multiracial y democrática, por la que tanto luchó y se sacrificó, tengo que la seguridad que su callado hermano, tan dado al oficio de la palabra, debe estar en esta hora evocando con emoción a aquel luchador que también lo inspiró en su batallar, su hermano Madiba
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