Hermanas y hermanos salvadoreños
Embajadora Nora
Querida Tania
Colaboradores y residentes cubanos
No es posible reunirnos hoy, para
recordar al Che y presentar este diario inédito de su etapa guerrillera en la
revolución cubana, y no recordar que desde las 4:30 de la mañana de hoy, un
discípulo fiel suyo, un hombre nuevo de esos que nos enseño a construir, ha
vuelto a ser un hombre libre.
René González Sehwerert está libre
de las mazmorras de la prisión Marianne, en la Florida, donde injustamente
cumplió 13 años de cruel presidio.
René fue recibido por su padre, su
hermano y sus hijas, pero no pudo abrazar y besar a su madre y a su esposa
porque el Gobierno de los Estados Unidos, para acentuar el castigo, no les dio
visa.
René ha sido excarcelado, pero
permanece confinado al territorio nacional de un país que da refugio y
protección a los mismos terroristas que él combatió.
Cómo resolverá la justicia
estadounidense el conflicto creado con la liberación de un hombre a quien se le
ha prohibido estar o acercarse a lugares donde estén los terroristas y, a la
vez, se le ordena que no puede irse de ese lugar, a vivir en paz, con su
familia y su pueblo.
¿Se hará cargo el FBI de su
protección?, sobre todo ahora, que una Congresista loca y feroz lo ha
calificado de “villano”, de “enemigo número 1 de los Estados Unidos”, y lo ha
calumniado bañándolo de sangre, al punto que cualquiera pensaría que se habla
de Al Qaeda, del Ku Klux Klan, de Bin Laden o de Luis Posada Carriles.
Lo que ocurre es que hay un hombre
nuevo libre, de esos que convocaba a forjar el Che. Y un hombre nuevo suelto en
este mundo suele ser algo muy peligroso.
Fíjense si no en cuantos
prohombres (y “promujeres”) se manifiestan en estos momentos en todas partes
del mundo por un destino mejor para los habitantes de este planeta. (Y digo
fíjense, porque no lo van a hallar fácilmente en la prensa que practica la
libertad de prensa de la SIP).
Miles de personas han marchado en
estos días en Nueva York y Washington contra los poderes del Imperio global. En
una sola tarde setecientos fueron detenidos de forma ilegal y arbitraria por
expresarse libremente contra el poder de las transnacionales de Wall Street. En
Europa los jóvenes corren ensangrentados en Atenas y París, víctimas de los
garrotes y las balas de plástico de las fuerzas antimotines. Aquí mismo, en el
sur del continente, hemos visto reverdecer las duras imágenes de las dictaduras
fascistas, aplastando con carros lanza agua, gases lacrimógenos y cachiporras a
estudiantes y periodistas.
No son René y sus heroicos
hermanos los únicos hombres nuevos. Miles, o millones se están soltando por
todas partes de este planeta. El Che se ha multiplicado, por mucho que le duela
a los que se creen Dios (y no es una broma, ya hay un candidato republicano por
ahí sugiriendo que Dios le dio a Estados Unidos la misión de dirigir el mundo,
y no de ser dirigido, y que se va a empeñar en hace cumplir la voluntad de
Dios).
Ahora, y a lo que nos convoca:
¿cómo se forma un hombre nuevo?
El libro que hoy presentamos con
el concurso de la Editorial Ocean Sur nos ayuda a adentrarnos en ese camino.
Como probablemente conozcan, el Che
fue un ser extrovertido, que tenía el hábito de llevar diarios de sus viajes y
tareas. Era una forma de rendir cuentas ante su propia conciencia de lo vivido.
Esas notas en forma de apuntes, a veces telegráficos y en muchas ocasiones
crípticos, nos van trazando la ruta de su crecimiento como revolucionario y ser
humano.
Este que hoy presentamos y que ha
permanecido inédito hasta este momento es un ejemplo (y no se crean que
asistirán a un acto sobrenatural de surgimiento de ese ser humano ideal que fue
San Ernesto de la Higuera, porque lo primero que tiene este diario es que
existe como resultado de una indisciplina suya, de haberse rebelado contra la
orden de Fidel de no dejar escrito nada que fuera comprometedor para la
revolución).
El diario de un combatiente, como
lo tituló el Che, relata las vivencias del guerrillero desde el día que salta
de la borda del yate Granma, se sumerge en los pantanos de Los Cayuelos, gana
tierra firme, experimenta el primer combate, sufre el primer revés, sangra la
primera herida y toma también la primera decisión trascendental de ser
combatiente antes qué médico.
A lo largo de sus páginas y con su
peculiar estilo y humor, que ya le conocemos desde los diarios de Bolivia y del
Congo, el Che nos trasmite sus primeras impresiones de la realidad cubana, el choque
de culturas, realidades políticas e identidad, cargados con toda la
subjetividad propia del soldado novicio que pronto se convertirá en el primero
ascendido a comandante.
Para los cubanos será asistir
también a un desfile de héroes y mártires, de actores que no pudieron llegar
por diversas razones hasta el triunfo y seguirlo, y de quienes se convirtieron
en traidores. Y no por desconocido, nos asombrará una vez más el respeto y
consideración con que se refiere a los cubanos, al punto de asumirse un día
como uno más de nosotros, por la manera con que se entregó a nuestra
revolución.
El diario enseña otra cosa que
Fidel siempre nos recuerda: una revolución verdadera solo puede ser hija de la
cultura y de las ideas. El Che era si acaso, uno de los más ilustrados
integrantes de aquella vanguardia revolucionaria cubana. Hombre de capacidad
intelectual excepcional, cultivada en el estudio, el análisis y la discusión,
que luego traducía en escritos afilados, llenos de talento, gracia y una
honestidad y sinceridad sin límites.
Aflora en estas páginas el
necesario y doloroso proceso de construcción de la unidad revolucionaria, esa
que constantemente decimos los cubanos constituye la joya principal de nuestra
revolución y lo que la sostiene viva e imbatible frente a bloqueos,
conspiraciones y deserciones. Sabremos de episodios dolorosos tratados con
sensibilidad de médico y reconoceremos en cada una de sus acciones la más
profunda convicción de que cualquiera de nosotros, incluso el mejor de todos
nosotros, no habría sido nada si no se hubiera integrado a una obra colectiva y
la hubiera defendido, por encima de diferencias personales y preferencias.
En esto se unen Fidel y el Che,
como bien señala Armando Hart en el prólogo del libro, que asumieron la
tradición democrática martiana desde la más pura eticididad y la más radical y
profunda universalidad.
Solo añado que en la medida que
nos adentremos en el diario, que pasen ante nuestros ojos los días de la guerra
en Cuba y los escenarios se vuelvan más complejos, irán cobrando relieve y
hondura las reflexiones del Che y con ellas, su compromiso revolucionario con
Cuba. El humanismo nos cercará y liberará con cada día que recorramos con él en
estas páginas. La autenticidad del testimonio, dicho con naturalidad, nos
acercará a la realidad cubana de la época, a las prácticas culturales establecidas
y al contexto político de una dictadura brutal y de un país entregado por
completo a los Estados Unidos. Y al final, cuando nos montemos en su jeep y salgamos
con él de Santa Clara libre, para tomar la capital del país, estaremos
acompañando a un hombre que como sus herederos René, Ramón, Fernando, Antonio y
Gerardo, cruzó por la historia sin imaginar que iba de constructor de futuro.
Recíbanlo como un regalo por el 31
aniversario del FMLN y el 81 cumpleaños de Schafik, en vísperas de su XXVIII
Convención y de las próximas elecciones, para las que el pueblo y los
revolucionarios salvadoreños tienen, como tenemos los revolucionarios cubanos,
como nos lo están demostrando ahora los revolucionarios venezolanos que se unen
en el Polo Patriótico Bolivariano, una única opción: unirse; ¡unirse y vencer!
Y aquí acabo. Léanlo sin falta,
rápido, de un tirón, y luego dediquen días y noches a meditarlo. Todos llevamos
adentro un pedacito de hombre nuevo. Liberémoslo y construyámoslo.
Muchas gracias.
PALABRAS EN LA PRESENTACIÓN DEL DIARIO DE UN COMBATIENTE, DEL COMANDANTE ERNESTO CHE GUEVARA. CENTRO CULTURAL NUESTRA AMÉRICA,
SAN SALVADOR, 7 DE OCTUBRE DE 2011
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