viernes, junio 02, 2023

LA SOBERANÍA NO ADMITE INJERENCIAS EXTERNAS

La soberanía la ejerce el pueblo en todo el territorio de una nación, sin mengua ni usurpaciones, mucho menos coloniales, por medio de sus representantes electos, y eso significa independencia. Sin ellas -independencia y soberanía- no existen la libertad, la democracia y los derechos. La soberanía no admite injerencias externas.

Cincuenta años después de haber retomado los vínculos oficiales interrumpidos por imposiciones externas, y que nunca se quebraron entre pueblos, como comprobamos en las imágenes que recién pasaron ante nuestros ojos, vale la pena hacer un alto para estudiar las lecciones aprendidas de aquellos acontecimientos:

PALABRAS DEL EMBAJADOR DE CUBA EN ARGENTINA, DR. C. PEDRO P. PRADA, EN LA APERTURA DE LA JORNADA CONMEMORATIVA DEL 50° ANIVERSARIO DEL RESTABLECIMIENTO DE RELACIONES DIPLOMÁTICAS ENTRE ARGENTINA Y CUBA

Palacio San Martín, 1 de junio de 2023

Sr. Vicecanciller

Sr. Secretario de Defensa

Distinguidas autoridades de la Cancillería, académicos y participantes todos

Agradezco el esfuerzo que ambos minsterios, sus direcciones de gestión documental y archivo, el CIPI de La Habana y el IDEHESI de la UBA, más CLACSO, desplegaron para hacer realidad esta jornada.

La ciencia debe ser serena en sus análisis, pero reunirse para echar una mirada a una larga historia común en este salón, bajo la atenta mirada del Libertador San Martín y la réplica de su famoso sable corvo, impone respeto, inspira y alienta la emoción.

Recordamos que ese sable fue obsequiado por San Martín a Juan Manuel de Rosas, por la firmeza con que había sostenido el honor de la República contra las pretensiones extranjeras de humillación. Ese sable, siempre hay que recordarlo, defendió la soberanía nacional argentina y el honor de la República.

Esta idea me conecta con las palabras del vicecanciller Tetamantti en la Gala con motivo del 50 aniversario, referidas al acto de restablecimiento de relaciones de 1973 como una decisión soberana de Argentina y al significado mismo del concepto de soberanía.

Según la literatura, la soberanía es esa autoridad en la que reside el poder político, y que, como declaran casi todas las constituciones, se deposita en el pueblo, que hace al gobierno a su imagen y semejanza, para que se cumplan los fines para los que se ha constituido como República.

La soberanía la ejerce el pueblo en todo el territorio de una nación, sin mengua ni usurpaciones, mucho menos coloniales, por medio de sus representantes electos, y eso significa independencia. Sin ellas -independencia y soberanía- no existen la libertad, la democracia y los derechos.

La soberanía no admite injerencias externas.

Cincuenta años después de haber retomado los vínculos oficiales interrumpidos por imposiciones externas, y que nunca se quebraron entre pueblos, como comprobamos en las imágenes que recién pasaron ante nuestros ojos, vale la pena hacer un alto para estudiar las lecciones aprendidas de aquellos acontecimientos:

¿Fue soberana la decisión de 1962?

¿Fue soberana la decisión de 1973?

¿Es soberana hoy la decisión de profundizar, ampliar y diversificar las relaciones entre Argentina y Cuba en un mundo fragmentado, en conflicto y en crisis?

¿Acaso no es un acto soberano ser uno en si mismo y, a la vez, ser, voluntaria y conscientemente, parte de un todo integrado, de algo más grande y diverso, que nos une en geografía, historia y cultura, y que Martí llamó Nuestra América?

¿Por qué siempre hay alguien que nos lo impide?

¿Por qué hace doscientos años alguien decidió invadir nuestras soberanías nacionales y apropiarse de ellas?

¿Por qué se le quiere imponer a una pequeña nación las formas de política y gobierno de otra, y para ello se le bloquea de forma salvaje, se le convierte en blanco de actos terroristas y se le culpa luego de patrocinarlos?

¿Por qué se endeuda brutalmente a grandes economías para ponerlas de rodillas ante el coloso dominante que no admite competencias?

¿Por qué se fomentan el odio, la división, la intriga y la violencia entre pueblos que deberían ser hermanos y dentro de los mismos pueblos?

¿Cuál ha sido el costo de todas estas tragedias?

Vale la pena reflexionar sobre todas estas preguntas en esta casa a la que José Martí sirvió con patriotismo nuestroamericano y honró con desempeño impecable de servidor público como su Cónsul en Nueva York.

De algo sí estoy persuadido: no son tiempos para improvisar. La ciencia y la academia han de servir a la política para entender el complejo mundo que habitamos y transformarlo. Y quienes somos por espacio, sangre y sentimientos más cercanos, debemos tener siempre claro que no podemos permitirnos los mismos errores, que, o nos unimos o nos hundimos.

Les deseo éxitos en sus trabajos.

Muchas gracias.





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