Este acuerdo entre el Instituto Patria y la Universidad del Partido Comunista de Cuba "Ñico López" es un desafío a quienes quieren silenciar a los pueblos y a sus líderes con graves amenazas militares como las que hoy sufren Venezuela y todo el Caribe -que son parte inalienable de nuestra Zona de Paz, libre de armas nucleares-; con genocidios como el que sufre Palestina -que ha destrozado el derecho internacional humanitario y la moral de este Occidente que se dice judeocristiano-; con injustos y amañados procesos judiciales como el que castigó a nuestra querida Cristina -quien debería estar libre-; o con injustos bloqueos económicos, comerciales y financieros como el que sufre Cuba.
Buenas tardes a todos y a todas.
Muchas gracias por esta convocatoria.
Lo primero que debo decir en esta tarea que nos ha asignado la Revolución, es
que uno está en un puesto y mañana tiene que partir a ocupar otro puesto. Son
carreras de relevos y uno lo hace con orgullo, con satisfacción, se entrega a
la tarea, porque sabe que no es uno, sino que uno representa a un país. Por tanto,
lo que he hecho humildemente es cumplir con el mandato de Fidel, de Raúl, de
Díaz-Canel, de preservar, fortalecer, ampliar las relaciones históricas políticas,
económicas, comerciales, de cooperación, culturales, entre Cuba y Argentina;
entre dos pueblos que, estando en los extremos de Nuestra América, han
construido, a lo largo del tiempo, una relación entrañable.
Hacerlo además en este lugar, en el Instituto Patria, me provoca
muchas emociones, muchos recuerdos. Antes de comenzar yo le contaba a Oscar (Parrilli,
secretario ejecutivo del Instituto Patria) que la primera vez que entré al
Instituto no soñaba siquiera con llegar a ser un día Embajador de Cuba en
Argentina. Era febrero de 2018, en medio de un gran “quilombo” nacional, como
dicen ustedes, y tuve el honor, la extraordinaria satisfacción, de visitar el
Instituto y ser recibido por su presidenta y fundadora, la compañera Cristina
Fernández de Kirchner, allá arriba, en su Despacho. Sostuvimos una conversación
como suelen ser las de ella; esas grandes figuras de la historia que inmediatamente
derriban las formalidades, te espantan cualquier preocupación que puedas tener,
y te hacen sentir su cercanía, a partir de esa capacidad de establecer empatías
con el otro, esa capacidad para dialogar, y lo que siempre nos deslumbra a
muchos cubanos: esa capacidad de comunicar ideas, de compartir información. Recuerden
que nosotros venimos de una escuela muy poderosa, porque con Fidel había que
estar listos para recibir constantemente clases, y eso pasa cuando uno se
sienta con Cristina a escucharla, con esa simpatía con la que además suele
hablar. Uno lo disfruta mucho. Así que yo agradezco mucho que aquella primera
entrada al instituto Patria me haya traído a través del tiempo, hasta hoy, y
que estemos ocho años después, en este mismo Instituto, haciendo algo que para
ambos países, para ambas fuerzas políticas, es extraordinario
Hoy hemos completado la firma de un convenio marco de cooperación entre el Instituto
Patria y la Universidad del Partido Comunista de Cuba “Ñico López”, la
antigua Escuela de Cuadros del Partido. Por eso, lo que decía María (Alarcón,
responsable de Relaciones Internacionales del Instituto Patria) es tan valioso.
En los procesos políticos, en los movimientos políticos, en las organizaciones
políticas, no hay nada más importante que educar, formar constantemente a sus
miembros, no solo en la militancia cotidiana, sino en las tareas de conducción política,
porque nadie sabe el día en que alguien puede caer, morir o ser apartado por cualquier
razón, y quien esté a su lado, o detrás, tenga que asumir esa posición. Y es
muy importante que los procesos tengan esa reserva de cuadros, de líderes, de
patriotas dispuestos a llevar adelante las ideas, el programa de lucha de la
organización.
El objetivo, como se declara en este propio texto que se ha firmado hoy, es
establecer un marco amplio de colaboración en actividades de mutuo interés, en
el ámbito de la formación política, difusión y capacitación, estrechar las relaciones
de intercambio, cooperación y la promoción de actividades conjuntas.
Nosotros creemos que esto es una expresión de los amplios y diversos
vínculos políticos de larga data entre el Partido Comunista de Cuba y las
organizaciones políticas argentinas, en este caso, con las que representan a
esa importante corriente política nacional inspirada en las ideas y el legado
de Juan Domingo Perón y Eva Duarte, cuyas expresiones llegaron por primera vez
a la isla en los años 40 del pasado siglo, y luego, a través de emisarios del General,
que en 1947 contactaron a los jóvenes universitarios cubanos liderados por el
estudiante de derecho Fidel Castro, que organizaban un congreso
antimperialista en Bogotá para repudiar la creación de la OEA en 1948.
Por ello, lo primero que quiero expresar hoy es que vemos en este acuerdo
como un homenaje a Fidel en el año de su centenario, un homenaje a su fe
inconmovible en las ideas, a su afán por conocer y entender al otro para
transformar al mundo, y a su firme creencia en la necesidad de sembrar valores
y conciencia entre los seres humanos para poder construir el mundo mejor que
todos nos merecemos.
El canal de colaboración que hoy abrimos con el Instituto Patria -como
hemos hecho antes con otras organizaciones políticas y académicas argentinas- constituye
un puente para producir ideas que, desde los diversos valores que nos
identifican, contribuyan a fomentar el gran cauce de la integración y la unidad
continental, a impulsar la paz, el antimperialismo, el internacionalismo, la
solidaridad, la cooperación, la justicia social, estados fuertes y
comprometidos con sociedades civiles más justas, vigorosas y protagónicas,
trabajando todos unidos por el bien común, por garantizar el goce máximo de
derechos posibles en las condiciones histórico concretas de cada país.
Esta alianza es de la mayor pertinencia en esta época de batallas
culturales y de ideas, de posverdades, de colonización cultural y ataques al
pensamiento crítico y a la conciencia, tan imprescindibles a la transformación
revolucionaria de las sociedades, porque hoy y aquí, vistos los
acontecimientos, el reformismo no resuelve nada. Solo aplaza problemas y
los convierte en tragedias.
Cada uno de los grandes retrocesos de los pueblos que hoy observamos en
nuestra región y en el mundo, están asociados a procesos destructivos del
pensamiento, la historia y la cultura nacional, a la renuncia a la noción de
Patria y de Humanidad, para imponer un pensamiento único, una cultura de masas
globalizada y enajenante, y una lógica de financiarización de la política, de
la sociedad y de la conciencia, como han hecho antes con la economía los falsos
profetas y los oligarcas.
Recuerdo siempre a uno de los más grandes argentinos, al Che Guevara,
quien desde muy temprano compartió con Fidel Castro la convicción de que
la prosperidad sin conciencia no producía mejores seres humanos. También
esa tesis fue central en las encíclicas del recordado Papa Francisco. En
años recientes, otro gran latinoamericano, el presidente Lula, se pronunció en
ese mismo sentido, al hacer un balance autocrítico de los gobiernos del PT en
Brasil.
Ustedes lo saben muy bien: los capitalistas no tienen patria, solo tienen dinero
e intereses. No les preocupan los pueblos, sino la preservación de un modo de
vida depredador y excluyente. No les afecta el destino de millones de seres
humanos por generaciones, sino asegurar sus primitivos intereses. Si solo creamos
sociedades de prosumidores -como dicen ahora de nuestras sociedades de
productores-consumidores-esclavos del mercado-, abandonaríamos nuestro lado
humano.
Pero también, debemos recordar siempre que cada gran retroceso está
asociado a la dispersión, a la división, a la desunión, a la falta de consensos
entre quienes de una u otra manera estamos comprometidos con cambiar el actual
estado de cosas y conducir a los pueblos hacia ese propósito.
Por ello, este convenio es una modesta contribución a la mejor comprensión
del otro, a aprender de nuestros acervos, a conocernos mejor en nuestras
singularidades y, sobre todo, en nuestras mayores coincidencias, para fomentar
todo lo que nos une. Esta relación que hoy lanzamos entre el Instituto Patria y
la Universidad del Partido Comunista de Cuba es una apuesta por sumar y
multiplicar. Nunca cooperaríamos para restar o dividir. Y que quede claro,
tampoco es para imponer ideas, por si a alguien le genera alergia el nombre de
la Universidad.
Por último, este acuerdo es un desafío a quienes quieren silenciar a los
pueblos y a sus líderes con graves amenazas militares como las que hoy sufren
Venezuela y todo el Caribe -que son parte inalienable de nuestra Zona de Paz,
libre de armas nucleares-; con genocidios como el que sufre Palestina -que ha
destrozado el derecho internacional humanitario y la moral de este Occidente
que se dice judeocristiano-; con injustos y amañados procesos judiciales como
el que castigó a nuestra querida Cristina -quien debería estar libre-; o con
injustos bloqueos económicos,
comerciales y financieros como el que sufre Cuba.
Ahora, respondo al desafío mayor que me han planteado:
Sé que a muchos preocupa la situación de Cuba y que las noticias que llegan
de la isla, las ciertas y las falsas, causan alarma e inducen al desaliento,
aunque nos apoyen y nos acompañen.
Hay que hacer una correcta lectura de toda esa mensajería para entender que
el gobierno de Estados Unidos ha mantenido la política de máxima
presión contra Cuba que anunció Trump desde su primer día, y la aplicación
rigurosa del bloqueo como su eje fundamental, en el ánimo de derrocar al
gobierno que el pueblo de Cuba se dio.
Han permanecido invariables las medidas unilaterales con mayor impacto
sobre la población -en especial, sobre la familia cubana- y también sobre la economía,
lo que continuó reproduciendo y agravando los efectos demoledores de este
sistema coercitivo unilateral, que es considerado el más prolongado y abarcador
de la historia de la humanidad contra país alguno.
La inclusión de Cuba en la injusta lista unilateral del Departamento de
Estado de los EE.UU. sobre países supuestamente patrocinadores del terrorismo;
la posibilidad de tomar acción en tribunales de los EE.UU. para interponer
demandas en virtud del Título III de la Ley para la Libertad y la Solidaridad
Democráticas Cubanas (Ley Helms-Burton); las sanciones o amenazas de sanciones
contra las empresas navieras, transportistas, aseguradoras o reaseguradoras
involucradas en el suministro de combustible a Cuba; la persecución intensa y
minuciosa a las transacciones financieras cubanas y los consiguientes
obstáculos para el suministro de recursos de primer orden; así como la
continuidad de otros listados también unilaterales, se confirmaron como las
medidas de mayor severidad.
Les recuerdo que Estados Unidos ha permanecido fiel durante 65 años al Memorándum
interno del subsecretario asistente de Estado Lester Mallory, del 6 de abril de
1960, quien recomendó:
“(…) hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar
la vida económica de Cuba (…) -lo dijeron cuando se dieron cuenta que no podían derrotar a la revolución
cubana- una línea de acción que, siendo lo más habilidosa y discreta posible
-bueno, ya hoy no es discreta-, logre los mayores avances en la
privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos
financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el
derrocamiento del Gobierno”.
Esto fue dicho el 6 de abril de 1960. Han pasado 65 años.
En La Habana se dio a conocer hace unos días que, entre el 1º de marzo de 2024 y el 28 de febrero de 2025, el bloqueo causó daños y perjuicios materiales a Cuba en el orden de 7
mil 556,1 millones de dólares. Repito el número porque es descomunal: 7 mil
556,1 millones de dólares. Ello que representa un incremento del 49% con
respecto al período anterior 2023-2024.
A
precios corrientes, los daños acumulados en
más de seis décadas ascienden a 170 mil 677,2
millones de dólares.
Pero
si tomamos en cuenta el comportamiento del dólar frente al valor del oro en el
mercado internacional, los daños del bloqueo se cuantificarían en 2 billones 103 mil 897 millones de dólares. Este
es el efecto. Desde luego, el daño humano es incalculable.
Se
estima que, de no existir el bloqueo, el PIB de Cuba a
precios corrientes pudo haber crecido alrededor de un 9.2 % en 2024.
Ustedes
habrán conocido de la crisis energética que estamos afrontando y sus
consecuencias. Los largos y prolongados apagones debidos al déficit de
generación o al déficit de combustible. Mientras la prensa oligárquica y
transnacional, incluida la argentina, celebra y publica de los apagones como si
fueran en Santa Fe, o en Neuquén, allá donde vive Oscar, algunos nos preguntan
si es un problema de gestión del gobierno cubano, ¿qué le pasa que no puede
controlar la generación de energía?
Bien,
ya escucharon todo lo que se perdió en el último año, en general. Ahora vean
estos otros datos:
En
este año, 2 meses de bloqueo equivaldrían al costo del combustible
necesario para satisfacer la demanda nacional de electricidad, unos1 600
millones de dólares.
Catorce
días de bloqueo equivaldrían al financiamiento
requerido para incrementar la participación del 24% al 26% de las
fuentes renovables de energía en la matriz energética del país. Para esto
requeriríamos 300 millones de dólares, lo que perdemos en 14 días.
En 12
días tendríamos el financiamiento requerido para el
mantenimiento anual de la generación del Sistema Electro-energético Nacional,
de las plantas generadoras: 250 millones de dólares aproximadamente.
Esto
es en términos prácticos lo que explica por qué, ni el más eficiente de los
gobiernos habría podido lidiar con un déficit financiero de 2 159 millones
de dólares para resolver los problemas energéticos del país.
¿De
dónde habría podido salir ese dinero? Del comercio -que hoy es uno de los
sectores más golpeados-, del turismo -otro de los sectores más golpeados;
ustedes lo viven aquí en Argentina: cancelaron la operación de Aerolíneas
Argentinas a Cuba, se negaron a vender combustible a Cubana de Aviación
sacándola del mercado, y si llegaran a implementar el ESTA1, muchos argentinos que
han viajado a Cuba no podrían hacerlo a Estados Unidos y eso tendría un efecto
tremendo-, y de la colaboración de nuestros médicos, que son fuertemente
atacados.
Ahora;
todo esto se ha agravado a partir del Memorando Presidencial sobre Seguridad
Nacional No. 5, adoptado a la semana de haber llegado Trump a la
presidencia en enero de este año, para revertir cualquier avance que hubiera
ocurrido en el gobierno de Biden y endurecer las condiciones que existían.
Por
eso me detengo en la injusta, arbitraria e injustificable reinclusión de Cuba
en la lista de Estados supuestamente patrocinadores del terrorismo. Esta
acción, que refuerza los efectos disuasivos e intimidatorios hacia terceros en
sus relaciones comerciales con Cuba, ha elevado el Riesgo País, ha provocado
serias dificultades en operaciones bancarias y financieras -por ejemplo, en los
últimos meses más de cuarenta bancos se han negado a hacer operaciones con
Cuba; hemos tenido mercancías contratadas, alimentos, por ejemplo, en los
puertos de Cuba; recuerdo el caso de un barco de porotos (frijoles) argentinos
en el puerto de Santiago de Cuba que no se podía descargar porque no teníamos
cómo entregarle al proveedor el dinero pactado y ningún banco quería tramitar
ese pago-, en el comercio internacional, la obtención de financiamientos, la
compra de combustibles, el acceso a suministradores de bienes e insumos
fundamentales para el desarrollo económico y ha sido un factor de desaliento para
la inversión extranjera, a pesar de las condiciones legales y practicas
excepcionales creadas para que la inversión extranjera fluya hacia los
diferentes sectores de la economía.
Esta
designación de Cuba es un acto de sevicia adicional, estrictamente motivado
desde el punto de vista político, con el fin específico de causar el mayor daño
posible, sin fundamento legal, técnico, documental o moral, incluso en contra y
a pesar de los criterios de las organizaciones e instituciones de Seguridad
Nacional y Aplicación de la Ley de EE.UU. Lo han hecho yendo contra si mismos,
contra sus instituciones.
Adicionalmente,
durante el actual periodo legislativo del 119º Congreso estadounidense, que se
inició el 20 de enero, los políticos anticubanos y de extrema derecha han
sostenido una estrategia agresiva y sistemática, acompañada de un lenguaje
hostil hacia Cuba en los debates, mientras realizan esfuerzos concertados para
aumentar la presión económica y política sobre nuestro país. En apenas siete
meses se registran al menos cinco proyectos de ley (el H.R.5342; el S.488;
S.172 Stopping Adversary Tariff Evasion Act; el S.838 ACRE Act y el H.R.3479
SECURE American Telecommunications Act).
Esta
avalancha de acciones se ha apoyado en la codificación legal de Cuba como
«adversario extranjero», un término que aparece en numerosos documentos con
el fin de fomentar la confrontación, y que rara vez se aplica contra otros
estados, incluso contra aquellos con los que sí están en abierta guerra.
Asimismo,
y al margen de las reformas introducidas en el Departamento de Estado, en la
USAID, y en los presupuestos de política exterior, el gobierno y los
legisladores han asegurado en apenas seis meses un aumento del presupuesto
para la subversión contra la Isla, de hasta 75 millones de dólares, 35
millones más que en el periodo anterior. Estamos hablando de solo seis meses.
Aunque
pretextan promover la democracia, buscan sostener las estructuras
contrarrevolucionarias creadas por Washington, así como el enorme aparato de
propaganda y guerra sicológica dirigido a desestabilizar a la Revolución y al
pueblo cubano. Además -y esto no menos importante- tratan de asegurar el
financiamiento de las campañas políticas en el sur de la Florida para
garantizar la elección de los políticos que conspiran contra todos nosotros, los
latinoamericanos y caribeños. Soin los mismos que operan contra Venezuela,
contra Nicaragua, contra Argentina, contra Brasil, contra Colombia, contra
México. Aquí no hay ingenuidades.
Por
ello no sorprende que hoy escuchemos expresiones tan impúdicas como la de Carlos
Trujillo, embajador de Estados Unidos ante la OEA, quien afirmó que “Si
nos fijamos en lo que ocurrió en Cuba, el colapso total de su economía fue
impulsado por la presión que implementó el presidente Trump”. A confesión de
parte, relevo de pruebas.
Aún
así, todos los días pretenden hacernos creer a las víctimas que la razón
pertenece al verdugo.
No
tengo que decirles que los efectos son devastadores para nuestro país y para nuestra
gente; que afectan el funcionamiento de la economía, de las empresas, de la
producción y los servicios, de hospitales y escuelas, de la administración
pública, la vida normal de las familias, y que generan malestar y descontento.
A veces logran confundir a algunos.
Por
eso, hoy, para el gobierno cubano no hay nada más importante que dar la batalla
en las calles, del lado de nuestro pueblo, compartiendo sus angustias y sus preocupaciones,
explicando todo lo necesario y poniendo amor y orden donde otros ponen odio e
ira.
Sobre
todo, el gobierno cubano da una batalla en sus propias filas para enfrentar
el burocratismo, las malas prácticas, la insensibilidad, la corrupción, el
delito, los errores administrativos, la inercia de algunos que han sido copados
por la situación. Es lo que habría hecho y nos habría exigido Fidel en estos
momentos.
No
tengo que decir que nos vamos rendir, ni que aceptaremos la derrota. Ustedes
saben lo que nos define. El 80 por ciento de los cubanos hemos nacido, crecido,
vivido y muchos han muerto bajo estas condiciones, en esta larga guerra. Tampoco
nos embarga la tristeza, porque eso sería como entregar al enemigo nuestra arma
más potente, que es la alegría. La pelea está dura, pero eso nos engrandece.
Aprendimos a vivir sin tener precio. Lula se los dijo recién: Estados Unidos
debe aprender y aceptar que Cuba, el país vecino, pequeño y pobre, venció al
poderoso imperio. Nosotros merecemos vivir en paz.
Tampoco
habrá entierros, por si hay por ahí algún panegirista. Por eso, y por si acaso,
les recuerdo a esos panegiristas un verso del trovador Silvio Rodríguez,
quien en pocos días estará por acá con ustedes:
“Mundo
feroz, lo digo en juramento: enterrarme le va a roncar el cuero”.
Muchas
gracias
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