Honorables señores diputados:
Excelencias:
Sean nuestras primeras palabras, en nombre de la República
de Cuba, Presidente Pro Tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños –CELAC–, para sumarnos a las felicitaciones a la Honorable Diputada Doña
Gloria Oquelí por su brillante desempeño y para saludar al Honorable Diputado
salvadoreño Don Leonel Vázquez Búcaro, Presidente del Parlamento
Centroamericano, electo al frente de la Asamblea Parlamentaria Eurolatinoamericana,
conocida como Eurolat, y de su componente latinoamericano y caribeño, del que
hoy toma posesión y por lo cual le deseamos éxito.
De esta forma se agruparon los 33 Estados soberanos de la
región, que buscan profundizar la integración política, económica, social y
cultural de América Latina y el Caribe, basada en el pleno respeto por la
democracia, la justicia, la dignidad y los derechos de todos los seres humanos.
Con la CELAC, América Latina y el Caribe avanzan hacia una amplia integración, dirigida a promover el desarrollo sostenible, estimular la cooperación y la solidaridad. Es, por tanto, un proceso de construcción gradual, con el que Cuba está comprometida y contribuirá desde la Presidencia de la Comunidad, con una gran responsabilidad, profunda modestia y apego a los intereses colectivos, al hondo espíritu de consenso regional, a la idea de la unidad dentro de nuestra rica diversidad.
Para Cuba, como dijeran en su momento los compañeros Fidel y Raúl Castro, la constitución de la CELAC es el hecho institucional más trascendente en nuestra región en el último siglo, después de doscientos años de independencia; que cuidaremos como el mayor tesoro de nuestros pueblos hacia la conquista plena de sus objetivos de independencia, paz, desarrollo e inclusión social.
Sra. Presidenta:
Evocar la trascendencia de la CELAC nos lleva a reflexionar sobre sus
objetivos, entre los que se destacan:
La preservación de los
principios cardinales del derecho internacional, como la soberanía y la libre
determinación, los valores democráticos, la vigencia de las instituciones y el
Estado de Derecho, el compromiso con el respeto y el pleno disfrute de todos
los derechos humanos para todos, la transformación de nuestra región en una zona de paz, en la que a nuestro tradicional
rechazo a las armas nucleares de exterminio en masa y el repudio a las otras cada
vez más avanzadas y letales que se desarrollan hoy, se una la expresa y firme
voluntad de resolver todas nuestras diferencias por la vía pacífica, la
negociación transparente y el diálogo.
La intensificación del
diálogo político entre nuestros Estados, traducido en una creciente concertación política, en principios
y valores construidos a través de firmes consensos que afiancen nuestra
posición internacional y se traduzcan en acciones rápidas y eficaces que
promuevan los intereses latinoamericanos y caribeños frente a la agenda internacional,
proyecten a la región y aumenten su influencia en un escenario internacional
globalizado e interdependiente.
El impulso de una agenda
integrada, basada en el patrimonio del Grupo de Río y los acuerdos de la CALC,
así como de los mecanismos y agrupaciones de integración, cooperación y
concertación ya existentes, que constituyen todos, de conjunto, un valioso
activo regional que se sustenta en los principios y valores compartidos, con el
propósito de dar continuidad a nuestros mandatos mediante un programa de
trabajo que promueva vínculos efectivos, la cooperación, el crecimiento
económico con equidad, justicia social, y en armonía con la naturaleza, para lograr
un desarrollo sostenible y la integración de América Latina y el Caribe en su
conjunto.
Sin
embargo, como es conocido, estos objetivos enfrentan enormes desafíos para su
materialización. Pasan por derrotar en el siglo XXI a la obsoleta Doctrina
Monroe, que sigue considerándonos “patio trasero” del imperio norteño, como
acaba de declarar el Secretario de Estado de los Estados Unidos. Y pasan,
además, por superar una herencia colonial europea de la que no hemos podido
desembarazarnos del todo, a pesar de los bicentenarios independentistas. No
olvidemos que en todo el planeta, es Nuestra América la que reúne el mayor
número de territorios coloniales y de bases militares extranjeras, en algunos
casos, en áreas ocupadas por la fuerza y sostenidas de forma ilegal y
vergonzosa, como ocurre con Guantánamo.
Con
un PIB de aproximadamente 7 billones de dólares a precios de poder adquisitivo,
somos la tercera potencia económica a nivel mundial, además del mayor productor
de alimentos del mundo y el tercer mayor fabricante de energía eléctrica. En
nuestras tierras se encuentran riquezas colosales, inmensas reservas de
hidrocarburos, el pulmón del planeta, los mayores centros de biodiversidad y
las más grandes reservas de agua dulce. Esos recursos están hoy amenazados.
En
los últimos años se han generado grandes avances a nivel político, económico y
social, produciendo crecimiento acelerado en muchos países. La región tiene menos acceso a
créditos en comparación con otras, y aunque el flujo de capitales sigue
teniendo un saldo negativo, ha sido capaz de emplear mejor los recursos y generar
sistemas financieros estables y propios como el Sistema Único de Compensación Regional,
o SUCRE, que subrayan su voluntad de independizarse de los grandes centros
financieros. Países como Brasil, Argentina, Venezuela, Uruguay, Bolivia y Perú muestran
una nueva dinámica caracterizada por el crecimiento económico e índices de
desarrollo humano, demostrativos de que sí se pueden generar soluciones
nuestramericanas a nuestros problemas estructurales.
Los
avances más importantes se dan el ámbito social, donde si bien no hemos logrado
resolver la enorme brecha que aún separa a grandes sectores de nuestras
poblaciones, vemos con entusiasmo los logros de Brasil, de Venezuela, de
Ecuador, Bolivia y Nicaragua en la erradicación del hambre y la pobreza, así
como en la nivelación de los ingresos percápitas de sus ciudadanos y la
redistribución de la riqueza, alcanzados gracias a una fuerte inversión social
por parte de sus gobiernos.
Naciones
Unidas lo ha dicho bien claro: en los tiempos que vive el mundo, la inversión
social es el verdadero motor del crecimiento. Cualquier otra cosa que se diga
es resistencia al necesario cambio de mentalidad que debe producirse para
salvar a la humanidad, o es ceguera frente a los 170 millones de pobres que
exigen respuestas de nosotros.
Por
otra parte, si no se invierte en los necesitados, no se estarán atendiendo las
causas verdaderas de la violencia a que las sociedades empujan a esas mayorías
excluidas, forzándolas a emigrar y a delinquir. Seguiremos viendo masas de
migrantes que van en busca de la prosperidad que les anuncian y regresan igual
de pobres, deportados y convertidos en criminales. Ni los presupuestos más
millonarios, ni las más avanzadas tecnologías serán capaces de resolver lo que
no se atiende de raíz.
Si
bien la crisis económica de Estados
Unidos y Europa que
ha golpeado también a Latinoamérica desde 2008, ha impactado con menos
fuerza en nuestra región, no debemos perder de vista que ambos polos de poder ejercen
aún una influencia dominante sobre la economía mundial, y que insisten en monopolizar
nuestras relaciones económicas exteriores y proponer a nuestros países una
agenda economicista y neoliberal, basada en “libres” asociaciones y comercio
asimétrico, con objetivos
divergentes y metas distintas a las nuestras, que nos harán más dependientes y
condonarán nuestro futuro; pretensiones que ya fueron derrotadas una vez en la
Cumbre de las Américas de Mar del Plata y de las que varios jefes de Estado
alertaron en la reciente Cumbre Unión Europea-CELAC de Santiago de Chile.
Nada
de cuanto hemos mencionado es suficiente para lograr que América Latina y el
Caribe logren la tan anhelada integración.
Debemos
trabajar entre todos por aproximar cada vez más los esfuerzos de los diferentes
bloques y organismos regionales, empeño en el que paulatinamente se irán
reordenando, absorbiendo mutuamente, hasta que podamos diseñar estructuras
únicas afines a todos. Ese será el camino que un día recorrerán UNASUR, el MERCOSUR y la CAN.
Es un camino que espera al SICA, a la AEC, a CARICOM, y en el que ya se avanza de
algún modo desde la ALADI y el SELA.
También
está la Alianza Bolivariana para
los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP),
una organización internacional de ámbito regional, que propone un
nuevo paradigma integracionista y pone énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión
social, mediante mecanismos solidarios de cooperación que aprovechen las
ventajas comparativas entre las diferentes naciones asociadas para compensar
las asimetrías entre ellas, por lo cual ha tenido éxito.
Ahora
bien, estos esfuerzos hacia adentro requieren de no menos empeños hacia el
entorno internacional. Unos hermanos buscan espacios en el Acuerdo del
Pacífico, mirando hacia Asia. Hay quienes se esfuerzan para influir dentro del Grupo
de los 20, en la APEC y la OCDE. Otros
optan por los acuerdos de libre comercio suscritos entre países de la región, y entre
estos y potencias extrarregionales como Estados Unidos y la Unión Europea.
El diálogo con la
Unión Europea es el más antiguo y profundo que han sostenido América Latina y
el Caribe a nivel extra regional, desde 1974, y que ha tenido en las Cumbres
que se celebran desde 1999 y en el Eurolat importantes espacios de compromisos
y resultados.
Sin embargo, algunos
de estos esfuerzos no hacen más que girar en torno a viejos paradigmas, o
reciclar, relaciones tradicionales, que reducen nuestros horizontes en un
contexto global mucho más amplio y diverso. Por ello, uno de los empeños de la
CELAC será trazar su propio concepto de cooperación, expandir estos horizontes,
fortalecer la relación Sur-Sur y construir nuevos vínculos con economías
emergentes como Rusia, la India, la República Popular China y Sudáfrica, mientras se ensayan nuevas alianzas con África.
Así como a los
humanos se nos mide por la riqueza de nuestras relaciones sociales, de ese
mismo modo, un cambio de matriz y la diversificación de vínculos enriquecerán
nuestras oportunidades de desarrollo y relacionamiento.
Por otra parte;
si los pueblos siempre han estado unidos, si los gobiernos se concertan y unen,
¿no habrá llegado también la hora de revisar la pertinencia de que el
Parlatino, el Parlacen, el Parlasur, el Parlamento Andino y la Asamblea
Parlamentaria de la Comunidad del Caribe avancen hacia espacios legislativos
comunes, coherentes con todos los demás empeños, que permitan ir configurando,
paso a paso, sin premuras, pero sin falta, la nueva arquitectura regional?
Sra. Presidenta:
Acabamos de celebrar en Cuba la V reunión de Coordinadores Nacionales de
la CELAC y la primera reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de la
Troika Ampliada, en la que participaron los Cancilleres de Chile, Costa Rica,
Haití y Cuba, como Presidente Pro Tempore.
En la segunda reunión participó, por primera vez, el actual Presidente de
CARICOM, que es la República de Haití, como expresión de la importancia y la
prioridad que el Caribe Insular tiene para la CELAC.
Debe
decirse que entre los países hermanos existe una comprensión general de la
trascendencia que tiene y tendrá una mayor incorporación de los países del
Caribe y una mayor presencia de estos en los trabajos de la CELAC, teniendo en
cuenta las necesidades de esa inseparable área. Por eso el caso del apoyo regional a Haití es un ejemplo de lo que
unidos podemos lograr.
Fueron reuniones esencialmente de coordinación y de preparación de los
eventos ministeriales y de la próxima Cumbre de la Comunidad, que tendrá lugar
en La Habana, en enero de 2014, y se desarrollaron de una manera muy productiva,
con un gran espíritu de unidad y de consenso, lo que nos permitió pasar revista
a las actividades realizadas desde la Cumbre de Santiago de Chile, en enero
pasado, como la Reunión de Ministros de Educación, en La Habana, en febrero, la
Reunión de Ministros de Cultura, en Surinam, en marzo, y la Reunión sobre
medioambiente y desarrollo sostenible en Ecuador, a principios de abril.
Asimismo, se dedicó particular atención a los procesos de cooperación y a
las relaciones, en general, intrarregionales, incluidas las relaciones
económicas, y se trató a fondo el tema de la mencionada cooperación de los
Estados de la Comunidad con Haití.
Del mismo modo se constató un desarrollo creciente y satisfactorio de los
vínculos de la CELAC con otras organizaciones y organismos regionales como la
CEPAL, el SELA, la OLADE, y la ALADI, así como con otros importantes actores internacionales.
Y se dejó aprobado el Plan de Acción para el año 2013, que como muchos
hermanos nos solicitaron, se centra en la reducción de las desigualdades, el desarrollo
productivo e industrial, la energía, las finanzas, el medio ambiente, la gestión
integral de riesgos y el enfrentamiento a desastres, la agricultura familiar, la
erradicación del hambre y la pobreza, la educación y la lucha contra el
analfabetismo, el impulso de la ciencia, la tecnología, la cultura, el transporte,
las telecomunicaciones y la integración fronteriza, las preferencias
arancelarias, las migraciones, la lucha contra las drogas, la prevención de la
violencia y la política exterior, entre otros temas.
Asimismo, fue creado un Grupo de
Cooperación que evaluará las modalidades de la colaboración dentro de América
Latina y el Caribe y de la contribución que la región recibe de otras partes
del mundo y buscará consensuar normativas comunes. Las operaciones del grupo se
pondrán en marcha de manera inmediata como modo de avanzar en una alianza de
cooperación estratégica, y su primera reunión tendrá lugar en septiembre
venidero, en Buenos Aires
También
están previstas dos reuniones de ministros de Finanzas y de Energía que se
realizarán en Ecuador y Jamaica, respectivamente; otra de agricultura familiar,
en Uruguay, así como encuentros para analizar temas como la corrupción,
propuesto por Bolivia, y el empleo juvenil y trabajo decente, sugerido por
Argentina. Y acaba de convocarse a la I reunión de ministros de Desarrollo
Social y erradicación del Hambre y la Pobreza para los próximos 22 y 23 de
julio en Caracas.
Sra. Presidenta:
Mi patria, lo reitero, asume la
Presidencia Pro Tempore de la CELAC con compromiso, responsabilidad, modestia y
apego a los intereses colectivos.
Cuba ha alcanzado hoy una
plenitud de relaciones políticas, económicas, comerciales y de colaboración con
sus hermanos latinoamericanos y caribeños, con tan fuerte sustento histórico,
cultural, amistoso y a la vez de respeto, que ha dejado definitivamente atrás
aquellos años en que se nos quiso arrancar de nuestra Patria grande.
Si Cuba ha podido enfrentar el
aislamiento, y si ha vencido el bloqueo económico, comercial y financiero con
el que los Estados Unidos insisten inútilmente en someterla; si la Posición
Común Europea de 2003 ha sido invalidada; si el terrorismo y las campañas de
demonización política han fracasado; si a pesar de todo hemos podido concentrarnos
en crecer económicamente y alcanzar metas de desarrollo social y humano que nos
colocan a la vanguardia de la región, ello se debe, a la solidaridad
inquebrantable de los pueblos, parlamentos y gobiernos de Nuestra América,
además del heroísmo infinito y la fe en la justeza de la causa que enarbola mi
noble pueblo.
Hay en esa actitud solidaria latinoamericana
y caribeña hacia Cuba, hoy sin brechas, una evidencia suprema de lo que juntos
podemos lograr, porque los cubanos, necios en defender nuestra libertad y el
derecho a construir nuestro socialismo, así como a perfeccionarlo, habríamos
perecido en masa antes de rendirnos al Imperio, si no nos hubiera acompañado
ese amor de millones que nos acuerpa e inspira.
Por eso ponemos tanto empeño en
la responsabilidad que se nos ha confiado, porque debemos ser consecuentes
también con los esfuerzos que realizan 50 800 colaboradores cubanos en las 32
naciones hermanas para apoyar los programas de salud, de alfabetización,
educación y otros lanzados por sus gobiernos y que son símbolos de esta nueva época.
Se lo debemos además a más de 100
000 graduados y a 18 800 becarios latinoamericanos y caribeños que se forman
hoy en universidades cubanas para regresar a sus países y contribuir a rescatar
y alzar los sueños de tantas generaciones; se lo debemos a millones de
alfabetizados y operados de la vista, a las miles de vidas salvadas en
terremotos, huracanes, epidemias y campañas médicas y de saneamiento e higiene.
Nos hacemos cargo de la CELAC en
el 160 aniversario del nacimiento de José Martí, aquel que rescató y nos enseñó
a creer y construir el sueño bolivariano de la unidad continental. Aquel que vio
en América a una patria grande, desde el río Bravo hasta la Patagonia, y recogió
el espíritu de la Carta de Jamaica, cuando el Libertador legó para todos los
tiempos que un “…suceso coronará nuestros esfuerzos; porque el destino de
América se ha fijado irrevocablemente… formar… la más grande nación del mundo,
menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria…”.
Por ello y con espíritu martiano,
los cubanos defendemos el plan de unirnos, construir una amalgama compacta y
diversa de fuerzas políticas y movimientos sociales que se informen y eduquen
para que no nos manipulen ni usen a su antojo los poderosos de siempre, masas que
aprendan a pensar en “nosotros” y no en “yo”, que al saber leer los códigos de
la época que les toca vivir, no pierdan el rumbo de su brújula, ni confundan la
identidad del verdadero adversario. Esta vez no volveremos a arar en el mar.
Unidos en las raíces, los pueblos crecerán como un tronco único.
Hace 54 años, ante una
multitud que lo aclamaba triunfal en Caracas, Fidel Castro preguntaba: “si la
unidad dentro de las naciones es fructífera y es la que permite a los pueblos
defender su derecho, ¿por qué no ha de ser más fructífera todavía la unidad de
naciones que tenemos los mismos sentimientos, los mismos intereses, la misma
raza, el mismo idioma, la misma sensibilidad y la misma aspiración humana?
No es entonces mera retórica nuestra
bolivarianidad, diría el infatigable impulsor de la CELAC, el
comandante-presidente Hugo Chávez. “¡Tenemos Patria!”, proclamó él también
cuando en su agonía nos señalaba el camino: “¡Unidad, unidad y más unidad!”.
A nosotros solo nos toca cumplir.
Muchas gracias.
CONFERENCIA DEL
EMBAJADOR DE CUBA EN EL SALVADOR, PEDRO P. PRADA QUINTERO, EN NOMBRE DE LA
PRESIDENCIA PRO TEMPORE DE LA CELAC, DURANTE LA REUNIÓN DE LA MESA DIRECTIVA
AMPLIADA DEL COMPONENTE LATINOAMERICANO DE EUROLAT. San
Salvador, 16 de mayo de 2013
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