Cada quien tiene su historia
del paso de Irma por Cuba. Esta es la mía, la de un padre que ve partir a su
hija hacia el frente como sus propios padres lo vieron partir a él en otra
época. Las botas de mil andanzas, de subir juntos la Sierra y el Turquino, de
trabajar en el campo. Economía en la mochila: linterna, libreta de notas, bolígrafo,
teléfono inteligente en lugar de las viejas grabadoras y cámaras, cargador,
cepillo dental. No hace falta más. Pide un último consejo. Ahí le va: hacer su
deber y cuidarse. ¡Ah, y dulce de guayaba, para sobrevivir!
Poblado holandés "Celia Sánchez" |
Desde la construcción del
pedraplén de Cayo Coco, el turismo se unió a la economía local, generando
puestos de trabajo y un mercado adicional para los ganaderos y pescadores. Allí
mismo, a la orilla de la Laguna de la Leche, fue plantado también el primer
parque eólico experimental en los años noventas, cuando pocos hablaban de
energías renovables y Fidel Castro buscaba ingeniosos caminos al futuro
energético del país.
Las Santa Gertrudis fueron evacuadas |
Venancio Rodríguez
Domínguez, el director de la Empresa Pecuaria Genética de Turiguanó, es a la
vez el Jefe de la Zona de Defensa. Los recibió y dio un recorrido cuando
todavía se podía desafiar la furia de los vientos y las olas. Los platanales se
mecían con sus racimos. Los cocoteros cargados de frutos crecían a la vera de
la carretera. Relucían las más de cien instalaciones de la empresa. Solo las reses,
rojas y rollizas, habían sido evacuadas. Y las personas, protegidas en las
construcciones más altas y sólidas.
Avanzaron por el pedraplén.
Lo conoció de niña y le impresionó aquel letrero que recogía la voluntad
invencible de Fidel: “echen piedra y no miren pa´lante”. Ahora era una
autopista bella, cuidada. No alcanza a ver los flamencos despreocupados que no
levantaron vuelo y luego se supo que terminaron enredados entre el mangle y las
rocas. El mar hirsuto solo les permite llegar hasta la Corona del Rey, como se
conoce al pórtico de entrada a la cayería.
Parque eólico experimental creado por Fidel. |
Regresan esa noche y pocas
horas después comienza el combate, cuando Irma toca tierra en Cayo Romano e
inicia su ruta por la Bahía de Perros. Es la noche más larga de la vida de la
periodista. Durante horas batallan con equipos que a esa hora no responden. Como
si no tuviera suficientes problemas, Venancio trata de buscarles soluciones para
que cumplan su deber y pone a su disposición el acceso a Internet que nunca
perdió la comunicación. Cerca de ellos, una mujer menuda, entrada en años, es
la asistente perfecta, serena y precisa del Jefe. Recibe y transmite los partes
y asegura con eléctrica energía que las órdenes e indicaciones se cumplan.
Cuando ya la pared sur del
ojo de Irma está sobre ellos, en Turiguanó, la tierra y la vivienda de
mampostería tiemblan. Un ruido ensordecedor le recuerda un animado de su niñez
que nunca le gustó, cuando una estampida de ñus se lanza por un cañón donde
debía morir el león protagonista. Todo está húmedo, mojado, diríase enchumbado.
En un momento el teléfono propio es la única vía para comunicarse con la
redacción y el mundo. Envía una señal al hogar. “Estamos bien, en el Consejo de
Defensa. Irma está aquí”. Le responden: “Está bien. Crécete y cuídate”.
La Corona del Rey, en el pedraplén a Cayo Coco |
Al amanecer los platanales
no están. El aguacate frondoso y preñado de frutos es un palo estéril y
sufrido. La yerba, antes verde reluciente, es parda, de quemada. Los cocoteros
cuelgan sobre la carretera y pueden alcanzarse con las manos sus escasos
frutos. Las vaquerías yacen desguazadas. Ya no verán más a Venancio. Ha dejado
indicaciones para ellos y su partida, y se ha ido a recorrer su isla y su
laguna con sus compañeros y vecinos, con los militantes del partido y el
delegado, con los trabajadores de la empresa y la gente sencilla que parece
haberlo perdido todo. Todo, menos la fe, porque están vivos, y porque, a pesar
de los quiebres, el pedraplén aún desafía las olas, la Corona del Rey se
levanta y los molinos de viento plantados por Fidel han soportado ráfagas de
más de 250 kilómetros por hora.
El pedraplén a Cayo Coco quebrado |
A partir de ahí la
periodista y el equipo del que es parte inician el recorrido del dolor por
Ciego de Ávila, donde los colegas del telecentro provincial los acogen y
ayudan. Pasan por Sancti Spíritus y, a pesar de los sembrados desolados, se
alegran de las aguas que corren hacia el embalse de Zaza. Hacen escala en Cienfuegos.
Rotos todos de sueño se despiertan unos a otros para captar los detalles de la
tragedia y transmitir el gesto y la voz popular que se resiste a rendirse y ser
derrotada, porque eso es lo aprendido desde la cuna y que no forma parte de su
vocabulario. Santa Clara, donde ha estado tantas veces, la conmueve. Matanzas,
la bella Atenas, duele. Es domingo 11 cuando se desvían de la Carretera Central
y entran a Guanabo y a Cojímar a documentar la violencia de la naturaleza.
Al anochecer ingresan a un territorio
de tinieblas que antes fue de luz: su ciudad. Van directo a editar y trasmitir.
Avisa que ya está en La Habana. No se le verá el rostro en la casa hasta la
noche del lunes, brevemente, sin tiempo para hablar. Todos han estado
batallando en su lugar contra Irma y son parte ahora del
otro huracán de recuperación y solidaridad. Solo al amanecer del miércoles la
joven periodista comienza a contar lo que aún no está en el éter: emociones,
dolores, alegrías, curiosidades, rabias también. Se ha probado y está lista
para el próximo huracán. Mas, quién que lo haya vivido lo desea.
A
los colegas que nos ayudaron a vivir cuando la furia de Irma se desató
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