Como Ernesto, vuelvo a sentir bajo mis talones el costillar de Rocinante, ruge mi "Poderosa" y emprendo caminos a su inversa, hacia el sur. He estado muchas veces en esa latitud y contemplado la inmensidad fangosa del Plata vegetal y la grandiosidad de los Andes. También conozco el apasionado carácter porteño: buenos amigos, buenos colegas, buenos profesionales y buenos adversarios. Los inicios siempre son metas, "como si San Martín la mano pura a Martí familiar tendido hubiera...".
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