Un reto y a la vez un placer constituye para mí poder prologar Crónicas de un regreso, este nuevo y excelente libro de Pedro Prada, continuación de otra obra de gran valor: Crónicas del derrumbe soviético. El viaje del corresponsal de Granma, (Ocean Sur, 2014). Ambos textos están indisolublemente relacionados.
El desafío de este exordio está en que no poseo una formación desde las ciencias de la comunicación –el periodismo en este caso- en lo que el autor ha sido un maestro, incluso con varios premios nacionales. Pero como lector insaciable que soy, si me atrevo a vaticinar que los que lean estas páginas, sobre todo aquellos que tienen una conexión especial con Cuba, difícilmente puedan evitar caer subyugados ante el interés que desde las primeras páginas despierta este libro. Asimismo, como historiador, puedo calibrar el aporte de estas Crónicas para los que en algún momento se adentren en la compleja pero imprescindible tarea de historiar en profundidad los duros, pero honorables años del Período Especial; una deuda gigantesca aun no saldada.
Hace poco
tiempo le escuché decir en un rico debate a Ana Cairo, Premio Nacional de
Ciencias Sociales, una verdad incontrastable, parafraseando la famosa frase del
Che sobre la papel de Fidel durante la Crisis de Octubre: “pocas veces en la
historia de Cuba, brilló tanto un estadista como en los difíciles años del
Período Especial”. Crónicas de un regreso, reafirman esa tesis.
Tengo que
agradecer muchísimo a Pedro Prada este libro, como seguro lo harán muchos de
los cubanos y cubanas de mi generación, pues al leer estas líneas me pareció
estar viviendo nuevamente -aunque con más plenitud y conciencia- aquellos
años que aun están en mis recuerdos, pero que por mi corta edad –en 1994 tenía
solo 12 años- solo podía captar de manera muy superficial. Aun me acuerdo de mi
padre explicándome en un mapa el proceso de desmoronamiento del Campo
Socialista y sus efectos para Cuba, de los apagones, el lavarse la boca con
bicarbonato, el pan con azúcar, la llamada opción cero, la bicicleta que tanto
le hizo descender de peso mi papá y a mi mamá sacrificando el pan que le tocaba
por la libreta para cedérselo a sus hijos. Pero tampoco olvido que nunca se
cerró una escuela, que no me faltó la atención médica, que conté con
magníficos profesores y que mis padres me enseñaron con su ejemplo lo que
sentenció en bellas palabras José Martí: “la pobreza pasa, lo que no pasa es
la deshonra que con pretexto de la pobreza echan los hombres sobre sí”. A
pesar de algunas penumbras, tuve realmente una infancia y adolescencia feliz,
llena de luz.
Pedro Prada
con estas Crónicas me ha hecho recordar todo eso y, al propio tiempo, ayudado a
reafirmar que muchos de los hijos del Período Especial, también hemos sido un
resultado sobre todas las cosas de nuestros abuelos y padres, de una historia,
de unas ideas, que cuando se trasladan bien y se reciben en el corazón, jamás,
por muy duras que sean las circunstancias te apartan del camino. Creo que si
bien hubo desgarraduras, extravíos en parte de mi generación y la que vino
luego, debido a la fuerte crisis económica padecida y la reconfiguración del
sistema de valores, el capital cultural acumulado por la Revolución Cubana y su
pueblo, permitió que muchos de nosotros nos forjáramos también como
revolucionarios.
Con el valor
que tienen sus experiencias de haber sido testigo y cronista del derrumbe del
socialismo en la URSS, Prada nos regala estas crónicas escritas luego de
su regreso a Cuba, desde
1992 al 2006 y con ello nos ayuda a desentrañar no solo el porqué cayó la URSS,
sino el porqué no cayó Cuba. Nos devela los efectos del derrumbe del campo
socialista en Cuba en todos los órdenes, algunos de los aciertos y errores
cometidos en el proceso revolucionario cubano de esos años, pero también las
hermosas páginas de rebeldías y resistencias que escribió el pueblo cubano y su
liderazgo. Muchos de los textos están marcados inevitablemente por las
comparaciones entre aquel socialismo que vivió Prada en la URSS y el que a
contracorriente continuaba Cuba defendiendo y construyendo en los 90. Prada
alerta una y otra vez, pluma en ristre, sobre los errores cometidos, las
inconsecuencias, y otros factores que llevaron a la desaparición del socialismo
en la URSS –ideas y lecciones que siempre debemos tener desempolvadas- , para
evitar que estos calen en el espíritu de los dirigentes y el pueblo cubano,
pero al mismo tiempo va mostrando las diferencias existentes entre aquel
socialismo y el nuestro. Siempre es revelador y sorprendente encontrar
similitudes –este libro posee también esa virtud- en determinadas tácticas y
estrategias que siguieron los enemigos internos y externos del socialismo en la
URSS, con las que vemos en parte de los que adversan hoy a la Revolución Cubana:
la guerra cultural y simbólica, el vaciado espiritual e histórico, los cantos
de sirena hacia amplios sectores de la juventud, la corrupción y la exaltación
del egoísmo, la coaptación de la dirigencia, el secuestro de conceptos e ideas
de la izquierda como libertad y derechos humanos, la derecha disfrazada de
centro, entre otras artimañas.
Sobre la
generación de la que fue líder Gorbachov escribió Prada en una de sus crónicas
no publicadas -que ahora aparece en esta compilación-:
“Una de las
lecturas más complejas, contrarrevolucionarias y subversivas de la historia que
esas generaciones hicieron fue que la socialdemocracia europea y
latinoamericana eran portadoras de la simiente de “un socialismo con rostro
humano” –en el entendido de que el propio no lo tenía-, capaz de deslumbrar por
proveer, per se, mercados arrebatados de productos de alta calidad y
competitividad que no podían adquirirse en el cerrado mercado soviético”.
(…)
Así, cuando
Gorbachov llega al poder, quiere cambiar las cosas, pero se compara con los
modelos capitalistas de bienestar escandinavos, clama por más humanidad y
sensibilidad pero se pierde en los combates de Afganistán, en la compra de
costosos trajes Armani y perfumes franceses y en opulentas cenas con Margaret
Thatcher y Ronald Reagan, mientras el país languidece. Quiere despertar al
periodismo para que sea portavoz de los necesarios cambios y convierte la
profesión en un grosero ejercicio de striptease. Saca al genio de su lámpara,
destapa la caja de Pandora y no alcanza a reunir valor, talento ni intención de
pararlo porque al final, lo va a confesar: “Había que cambiarlo todo”…¿Todo?”
En Cuba
también los perestroikos al estilo de Gorbochov, alimentados y estimulados por
el norte -ante los fracasos y el desprestigio de la “contrarrevolución”
tradicional- buscan encontrar cualquier resquicio para socavar la Revolución
desde adentro. Sus
máscaras y disfraces se multiplican y se hacen mucho más sutiles. Lo confirma Prada
en una carta que como cierre del libro le envía a David Deutschmann, director
de las editoriales Ocean Press y Ocean Sur:
“Por eso hay
quien se afila los dientes y hace planes para sembrar las semillas del mal
entre nuestro pueblo, hacerlas germinar en las elecciones generales de 2018, y
que empiecen a dar flores y frutos venenosos en la Asamblea Nacional y en los
comisios de 2023 o más tarde, sin apuro, como cáncer.
(…)El
reformismo es ahora la realpolitik. Lo revolucionario es contrarrevolucionario.
Las derechas, incluidas las ultras, son ahora el centro –que es ¡nos dicen¡, lo
correcto, porque es sinónimo del equilibrio. Las izquierdas, nos explican, son
extremistas”
Creo que con
estas ideas es fácil advertir que este libro no es solo importante por la
historia que en manera de crónicas nos presenta, sino por las lecciones que
ofrece para el presente y el futuro del proyecto cubano. Cuando leía y buscaba
algunas de las claves de la sobrevivencia cubana en estas crónicas y en la
propia actitud de un revolucionario ejemplar como Pedro Prada, me venía una y
otra vez a la mente el contenido y el título del libro de Cintio Vitier: Ese
Sol del Mundo Moral, y es que los años 90 y los transcurridos del siglo XXI han
sido para Cuba también una respuesta ética, una cultura que se ha resistido a
desaparecer a pesar de todos los esfuerzos de aniquilarla del imperio del
norte. No en balde Barack Obama, defendiendo su “nuevo enfoque” de política
hacia Cuba, en conferencia de prensa celebrada dos días después de los anuncios
del 17 de diciembre del 2014, expresó: “Pero cómo va a cambiar la sociedad, el
país específicamente –se refiere a Cuba-, su cultura específicamente, pudiera
suceder rápido o pudiera suceder más lento de lo que me gustaría, pero va a
suceder y pienso que este cambio de política va a promover eso”.
Esa ética,
esa cultura, han sido nuestras principales fortalezas y las claves para
entender la herejía Revolución Cubana frente a los poderes establecidos del
injusto orden mundial y también la que ha marcado nuestra autenticidad como
experiencia socialista.
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Elier
Ramírez Cañedo, Académico cubano. Doctor en Ciencias Históricas. Coautor del
libro "De la confrontación a los intentos de normalización. La política de
los Estados Unidos hacia Cuba". En Twitter: @islainsumisa
Prólogo al
libro Contrapunteo Cubano del derrumbe soviético. El regreso a Cuba de un
corresponsal de Granma 1993-2006, de Pedro Prada.
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