jueves, septiembre 19, 2019

MI APORTE AL LLAMADO A PENSAR COMO PAÍS


Agradezco mucho a Ocean y a Limia* por la presentación y por sus palabras. También agradezco a todos los amigos presentes que llegaron en medio de las limitaciones de combustible y bajo este sol abrazador a este lugar. Y doy muchas gracias al Memorial y a su directora Enith Alerm por acogernos.
No hay nada como leer en retrospectiva tu propia vida.


El colega Juan Marrero, jefe de la redacción internacional y uno de mis maestros en Granma, me dio un empujón final cuando en la presentación del primero de los libros sobre el derrumbe, afirmó –¡el maestro a su discípulo!- que había extraído una lección del libro: “el periodismo no solo es útil en la inmediatez, sino que también lo puede ser mucho tiempo después de los acontecimientos”.
Yo solo puedo asegurarles que estas páginas están entre las más auténticas de mi vida, porque son hijas de una gran desgarradura y del consiguiente aprendizaje.
Todas y cada una fueron marcadas por las vivencias del derrumbe soviético como corresponsal del diario Granma, entre 1990 y 1992. Y aunque fueron escritas a partir del regreso de Moscú y hasta 2006, explícita o implícitamente, son el resultado de las lecciones y reflexiones a que me arrastraron aquellos sucesos excepcionales.
Nunca fueron pensadas como un conjunto, sino como las tareas de un reportero de la realidad cubana que, aun cuando publicó algunas y otras no tuvo dónde publicarlas, fiel al oficio, siguió y sigue escribiendo.
Con el paso del tiempo he descubierto en estos escritos a un ser humano que luchaba por reafirmarse, por decir sus inconformidades, desesperado por defender cosas que para algunos parecían vencidas, o por alertar a tiempo de los males que pudieran avenirse de arriar banderas; que humanamente dudó, pero que había aprendido ya a pensar con cabeza propia y había hecho una elección madura y definitoria.
Mis padres aseguran que de niño disfrutaba armando rompecabezas. Se me antoja que cada una de estas pequeñas piezas que hoy comparto, hacen parte del rompecabezas vital de mi generación. Contrastan lo vivido como joven, como estudiante y como profesional en un país que ya no existe, con la vida real de los que en Cuba vencimos la guerra impuesta en bicicleta, con cerelac y azoteas en noches de apagón, y también con la de los que no resistieron.
Hago una salvedad. Aquí no encontrarán regodeos en lo nauseabundo del derrumbe allá y en lo dramático del período especial aquí. No se promueven actitudes suicidas o sadomasoquistas; ni se exaltan exorcismos ideológicos, y mucho menos se conmina a stripteases o travestismos políticos, como sí lo hacen los grandes coros mediáticos transnacionales y sus envilecidos “departamentos ideológicos” de oligarcas multimillonarios. Tampoco igualan lo desigual y diferente. Son, como se les nombra, un contrapunteo.
Títulos como La economía de la marimba –sobre el surgimiento de “lucha” y los “luchadores”-, Alguna gente se cansó de pensar –sobre la pereza mental y la molicie burocrática-, Limpiar los cristales –sobre la indiferencia ante los problemas y la ligereza ante los detalles cotidianos-, El síndrome de la vidriera –sobre la invasión de los símbolos imperiales y del consumismo- o Conceptos –publicado antes, sobre las órdenes y las conductas de un piloto soviético en Afganistán y de un oficial cubano en Kangamba- fueron escritos hace 25 años y no han perdido vigencia crítica.
Lo nuestro primero es un desafío al egoísmo instalado en la cultura de nuestro tiempo, en nuestra sociedad y en nuestras instituciones, al que hay que combatir con solidaridad. Generó un enfrentamiento de Bohemia –que lo publicó- con la empresa cubana patrocinadora del slogan que lo motivó.
El consuelo de que Consuelo esté aquí, Nieves y soles, Sincretismos, El primer amor, son todos votos por la moralidad, la decencia, la fidelidad, contra la exclusión y por la unidad nacional.
Invitaciones cerebrales, escrita en el estreno del Carril II durante el primer gobierno de Clinton, fustiga el robo de cerebros y el reformateo de cerebros, algo que tan bien practica el gobierno de Estados Unidos a través de sucesivas convocatorias a sus becas, sus entrenamientos y sus cursos para prefabricarnos los lidercillos que la sociedad civil cubana no quiere darse, y que está ocurriendo en este mismo momento que hablo, mientras niegan visas a quien desee hacerlo hasta por cuenta propia.
Ese comentario emparenta con el artículo ¿Entrará Gorbachov a la Universidad de La Habana? que resultó escandaloso en 1998, y no se publicó sino hasta mucho después, cuando a pesar de los millones de sus contribuyentes gastados, el gobierno de Estados Unidos se desesperaba porque no había aparecido aún el Gorbachov cubano.
Nosotros, los dolidos… fue escrito en medio de la algarabía internacional por las firmes decisiones judiciales frente a la ola de secuestros de embarcaciones y aeronaves cubanas en 2005, y se siente como una bofetada a los que no saben qué cosa es sufrir el terrorismo, ni defenderse del terrorismo, y alardean de inmaculados para justificar su deshonestidad política y cultural, cuando se ha actuado en legítima defensa de la Patria.
Habanicidio está hecha, desde el siglo XX, para aquellos que en el siglo XXI, e ignorando los sesenta años de guerra enfrentados, son incapaces de deslumbrarse con esta ciudad maravillosa que cumple medio milenio en medio de la batalla.
Hasta El rugido, publicado en la revista Jit, se lee hoy como una vindicación temprana frente al dolor que sentimos al ver carente de fe y pasión a nuestra pelota y a algunos incapaces de dejar la piel en el terreno por su equipo.
Revisados, depurados y ordenados los manuscritos, y ya en manos de la editorial, su jefe, David Deutschmann, me volvió a provocar con sus interrogantes, como había hecho cuando editó el primero de mis libros sobre el derrumbe soviético. América Latina entraba en una fase frenética de neomonroismo, restauración neoliberal y política judicializada. Hacía poco que Obama había realizado su pasarela habanera y yo había participado en debates sobre el centenario de la Revolución de Octubre.
Así surgió el ensayo El futuro de la revolución socialista, la lucha por el poder y el empoderamiento de los cubanos, que dialoga sobre la peculiaridad del momento actual: “el problema del poder” (decía Lenin) –el material y el ideológico- (aclaraba Marx), y fustiga, de paso, al burocratismo, la corrupción, el reformismo, las traiciones y los desvaríos (nos apuntarían Fidel y el Che).
En resumen, el Contrapunteo… propone un fresco sobre nosotros, los cubanos. Pretende tocar fibras, mostrar valores e invitarnos a actuar como dueños responsables de Cuba y del socialismo, y no como sus usufructuarios; se empeña en demostrar por qué debe hacerse lo contrario a lo que nos aparte de nuestro camino, a contrapelo y a contracorriente. Alerta de nuestros defectos y expone virtudes y conquistas en el paisaje áspero en que florecieron y nos mantuvieron en pie durante aquellos años. Y se presenta en una nueva coyuntura nacional compleja y luminosa.
Como hace 30 años, vuelven a levantarse grandes y procelosas olas de tormenta en nuestro navegar. Al mismo tiempo, Cuba, nuestra arca de salvación, exhibe junto con las cicatrices del tiempo, sus recias y reequipadas cuadernas, un motor afinado, tripulación entrenada, y lleva al mando a un hijo generacional de aquellos timoneles fundadores, de los que aprendió a mantener firme el rumbo y el ojo avizor en medio de la tormenta, y que hoy nos convoca a capear el temporal como mejor sabemos:
“Una nación –cito- es una familia de grandes dimensiones, cuyos miembros habitan una casa única, que formalmente es un país y entrañablemente es la Patria. ¿Cómo hacer de ella el hogar al que soñamos llegar? ¿Qué podemos hacer y qué debemos hacer de ella en pos de la prosperidad colectiva? ¿Qué necesita Cuba de sus hijos para alcanzarla?”
Con estas palabras se nos conmina a pensar como país, a fijar nuestra cuota de entrega al crecimiento colectivo, a sacar provecho de nuestra fuerza más formidable y poderosa: la unidad.
Si bien el libro fue concebido antes de este llamado, quisiera que el Contrapunteo cubano del derrumbe soviético fuera mi modesto aporte, tanto como unos versos de Silvio Rodríguez que elegí de colofón, de epílogo o de epitafio, como más les guste, y que resumen mis propios sentimientos:
…mundo feroz, lo digo en juramento:
enterrarme le va a roncar el cuero.
Muchas gracias. 
-----------------------------
*Ernesto Limia, historiador cubano y Vicepresidente primero de la UNEAC.
 
Palabras en la presentación del libro Contrapunteo cubano del derrumbe soviético. El regreso del corresponsal de Granma, 1992-2006. Memorial José Martí, La Habana, 18 de septiembre de 2019.

No hay comentarios: