domingo, junio 28, 2020

LAS CAMPANAS DE MARTA, NO TAN LOCA

He leído casi todo el periodismo y la literatura de Marta Rojas. Lo hago desde niño, por la obligada lectura de su apasionante historia del Juicio del Moncada, testimonio único del proceso judicial contra los jóvenes que el 26 de julio de 1953 asaltaron el cuartel del Oriente cubano con Fidel Castro al frente, del cual ella fue privilegiada y comprometida testigo.

A los libros llegué años después. Por eso no me sorprendió cuando Alejo Carpentier dijo que Marta era –cito- “una novelista por instinto. Ágil y talentosa escritora, de profunda vocación periodística, mirada sagaz y estilo directo y preciso, tiene el don de mostrar muchas cosas en pocas palabras”.

Sin embargo, Marta ha escrito otras obras:

Recuerdo ahora mismo Los refugiados de la cueva del muerto (sobre la odisea de los sobrevivientes del Moncada el día del asalto, que tiene mucho de las odiseas griegas -o de las odiseas mambisas cubanas- y que inspiró el único filme de ficción del cineasta cubano Santiago Álvarez),

Tampoco olvido la delirante historia de El Harén de Oviedo (una sorprendente porfía de descendientes por heredar la capacidad procreadora de un conquistador prolífero, en la que Marta hace gala de todo su humor de santuiaguera), o Inglesa por un año (una evocación histórica de la ocupación de La Habana por Inglaterra a fines del siglo XVIII con todo el huracán de pasiones que desató),  Santa Lujuria (acerca de la original sexualidad del mestizaje en la formación de nuestra nacionalidad), El Columpio del Rey Spencer (que es una traviesa incursión al Caribe desde su natal Santiago de Cuba y un homenaje a la caribeñidad de nuestro país) y El equipaje amarillo (para mí, una apasionante historia sobre los culíes chinos introducidos como esclavos en Cuba).

El libro Las campanas de Juana la Loca, que convoca a esta presentación on line o virtual -sorprendente señal de los nuevos ritos de un mundo en pandemia-, cuenta con maestría sobre el descubrimiento de minas de cobre en Cuba, la visión de la reina de España Juana –que no tenía nada de loca-, la fe de los aventureros españoles y la creación de las imágenes marianas en el nuevo mundo. No por gusto en las minas está el santuario de la virgen María de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, hallada por tres pescadores flotando sobre las aguas de la bahía de Nipe.

Cuesta trabajo creer cómo en unas cuatrocientas páginas Marta viaja del siglo XVI hasta el XIX, dándonos una muy original versión de la relación entre españoles, indígenas y negros con que formaron sus primeras colonias, a través de amores apasionados, engaños e intrigas políticas y descubrimientos. 

En cuanto a Juana, ella quería las Minas del Cobre de Santiago de Cuba, que fueron las primeras que se descubrieron en el Nuevo Mundo, para fundir las campanas de iglesias y cabildos de las nuevas tierras que se descubrieran en América. Pero su hijo, Carlos V, quería el cobre para la artillería de guerra. Vean que forma tan astuta de contraponer dos visiones del mundo: la de la paz y la guerra, que, a la vez, iban de la mano juntas en el proceso de colonización y evangelización de Nuestra América.

Uno de los recursos más llamativos de la novela es el personaje del lector de tabaquería, por su genuino carácter cubano y por el sello indeleble que ese oficio dejó en la creación de la cultura y la conciencia social popular, en particular de los obreros. En no pocos pasajes sentí el golpear de las chavetas y el aroma de las hojas arrugadas que manos sedosas estiran y enrollan hasta lograr con perfección absoluta su pieza de arte.

Algo que también admira durante la lectura es la pluralidad y polisemia del discurso, a través del desfile de referentes importantes como la primera bolsa financiera en Amberes, el Cantar de los Cantares y versos de Silvio Rodríguez. Para los argentinos debió ser una sorpresa encontrarse con la imagen de Nuestra Señora de Luján y con un personaje que algunos aseguran podría ser o es, Cristina Fernández de Kirchner, de quien Marta es admiradora. 

Para críticos españoles Marta Rojas es la «Benito Pérez Galdós» de Cuba, al creer ver en esta novelista la impronta del célebre escritor. Otros dirían que su prosa es de inspiración Garcíamárquiana. Yo creo en el aserto de Lenin, de que las comparaciones siempre cojean. Marta es ella, tan suya como esa imagen realmaravillosa, absurda y posible a la vez, de la carabela de Cristóbal anclada en un árbol después de un huracán bíblico, que marca el inicio del saqueo de la madera, y la palma real –alter ego de Cuba- clavada como lanza taína en la popa de la nao ibérica.

Para no extenderme y no caer en las trampas de la crítica literaria, en la que no soy experto, yo solo puedo asegurarles que Marta es una maestra de la intertextualidad, del laconismo y del lenguaje directo. Usa admirablemente el punto y seguido, y detesta las oraciones de estructura compleja. Creo que paga así su deuda con el periodismo, desde el que creció a la literatura.

Por último, debo confesarles que Marta Rojas es mi colega. Me brindó inolvidables consejos cuando fui corresponsal de guerra y tutor académico de estudiantes de periodismo en mi otra vida. También fue mi maestra y crítica en el periódico Granma (yo venía de hacer revistas, mucho más narrativas, y ella, que se había iniciado en las páginas de la revista Bohemia, se había consagrado años después en el diarismo de Revolución y Granma y en la colaboración con la agencia Prensa Latina). Hoy es mi amiga y sigue siendo mi maestra y mi crítica.

Marta no esconde su edad, pero la disfruta con esa sabia delectación con que se degusta un ron añejo santiaguero, un buen Malbec mendocino, ¡o sus propios libros!

Por eso coincido con Stella Calloni, maestra y amiga también desde mi juventud, y prologuista del libro, que en Las campanas... Marta concentró todos los saberes e historias aprendidas, devolviéndonoslas de modo transgresor, bello y depurado, cual una escriba.

Me han contado que cuando la obra se presentó en la FILBA de 2016, a muchos argentinos les pareció extraño que sus libros no estuvieran en manos de grandes casas editoras hispanoamericanas. La verdad es que Marta detesta vender y prefiere escribir, compartir sus ensoñaciones y disfrutar tertulias en veladas de amigos

No deben desperdiciar esta oportunidad de lujo que brinda Punto de Encuentro para encontrarse con una de las más destacadas voces de la literatura contemporánea de Nuestra América.

Y a ti, querida Marta, una vez más muchas gracias por estas campanadas de santa locura.

 Palabras en el lanzamiento virtual de Las Campanas de Juana la Loca, de Marta Rojas, publicado por la editorial CORPRENS, 27 de junio de 2020.


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