Juntos, en el ALBA-TCP, en la CELAC, con los pueblos de Nuestra América, seguiremos apoyando a la revolución, al gobierno sandinista encabezado por el Comandante presidente Daniel Ortega, y al noble pueblo nicaragüense, ese que canta que “hoy el amanecer dejó de ser una tentación” y que “brillará un nuevo sol que habrá de iluminar toda la tierra que nos legaron los mártires y héroes con caudalosos ríos de leche y miel”.
PALABRAS DEL EMBAJADOR DE CUBA EN ACTO DE SOLIDARIDAD CON NICARAGUA CON MOTIVO DEL 43 ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN POPULAR SANDINISTA, BUENOS AIRES, 19 DE JULIO DE 2022.
Compañero Carlos Midence, Embajador de Nicaragua en Argentina
Amigos todos de la Revolución Popular Sandinista
En aras del tiempo y de sentimientos muy personales por
Nicaragua, escribí mis palabras.
Empiezo por contarles una anécdota personal:
La noche del 18 de julio de 1979 se celebraba en La
Habana el Festival de las artes del Caribe Carifesta. Yo estaba en el
anfiteatro de la avenida del Puerto ya casi al filo de la medianoche
disfrutando de una contagiosa actuación de Sara González y el Grupo Guaicán.
Alguien entró al escenario, se acercó a Sara y le susurró algo al odio. Sara
miró al resto de los músicos con el rostro iluminado, paró la canción y
proclamó, palabras más, palabras menos:
“Compañeros, nos avisan que a esta hora las columnas del
Frente Sandinista de Liberación Nacional están entrando en Managua, que Somoza
huyó y la Guardia Nacional se está rindiendo. La Revolución Sandinista ha
triunfado. ¡Viva la Revolución Sandinista! ¡Viva Nicaragua Libre!”
Lo que ocurrió después fue una fiesta. En menos de lo que
cuento estaban en escena todos los artistas que participaban en la velada,
incluidos varios nicaragüenses, y cantaron a pleno pulmón, junto con el
público, las canciones de aquella triunfante epopeya.
Hoy esos cantos han resonado en toda Nicaragua, 43 años después de la heroica jornada, con el mismo aliento y alegría de quienes aprendieron a vivir sin tener precio.
Varios años después, en mi otra vida, como suelo decir,
cubrí como corresponsal de guerra el enfrentamiento popular contra la contra
financiada, armada, entrenada y dirigida por Estados Unidos. Fue una época de
resolución y dolor, pero también de aprendizaje y crecimiento.
Costaría años restañar las consecuencias de las heridas y
divisiones que dejó el conflicto, pero lo nicaragüenses lograron una vez más
crecerse, unirse y conquistar el poder desde las urnas. Desde entonces, no ha
cesado el tiempo de los milagros, o como suelen decir los nicas: de la
reconciliación, la unidad nacional y la paz.
El país se ha convertido en una de las más dinámicas
economías regionales, con significativos resultados en el crecimiento del nivel
de vida de su población y en la expansión equitativa de la riqueza y la
justicia social. Los detalles se los reservo a Carlos. El podrá ilustrarnos seguro
mejor.
Solo quiero decir que ese camino no ha estado exento de
sacrificios ni de nuevas agresiones. En los últimos dos años se han revelado
los programas subversivos con que el gobierno de Estados Unidos ha intentado
nuevamente derrocar a la revolución.
Es tan obvia como escandalosa la violación flagrante del
derecho internacional, el desprecio a la soberanía y autodeterminación
nicaragüense, el despilfarro del dinero de los contribuyentes, en una operación
de cambio de régimen que tuvo en 2017 y 2018 sus peores momentos, y que fue
derrotada porque los nicaragüenses se unieron por sobre sus dolores y
diferencias. Como les enseñó Sandino, no se rindieron y derrotaron el golpe.
Recuerdo estos detalles porque con frecuencia, al hablar
de otros, no creemos que sus peligros y tragedias también nos acechen a
nosotros. Cada quien debe pensar en su país. Yo hablo por Cuba, empujada en
estos momentos a una espiral de bloqueo y odio con el mismo objetivo de
derrocar a la revolución, lo que no han logrado gracias a la unidad popular y a
la claridad de objetivos de nuestra lucha. Por eso, insisto, las victorias de
los nicaragüenses nos alientan e inspiran.
Y por eso, también, los acompañamos en sus luchas y
esfuerzos, aunque carezcamos de mucho. Bien aprendimos por Fidel que quien no
es capaz de sacrificarse por los demás, jamás será capaz de sacrificarse por sí
mismo.
Ahí están en Nicaragua nuestros médicos, nuestros
educadores, nuestros tecnólogos, haciendo lo que mejor saben hacer: trasmitir
de forma solidaria sus conocimientos, salvar almas y vidas, construirlas.
Cuba agradece además la solidaridad nicaragüense puesta de manifiesto en estos tiempos difíciles. No es la del rico que ejerce la caridad. Es la del pobre, sobreabundante de los bienes espirituales, que comparte lo que tiene y no lo que sobra.
Juntos, en el ALBA-TCP, en la CELAC, con los pueblos de
Nuestra América, seguiremos apoyando a la revolución, al gobierno sandinista
encabezado por el Comandante presidente Daniel Ortega, y al noble pueblo
nicaragüense, ese que canta que “hoy el amanecer dejó de ser una tentación” y
que “brillará un nuevo sol que habrá de iluminar toda la tierra que nos legaron
los mártires y héroes con caudalosos ríos de leche y miel”.
¡Viva la solidaridad entre los pueblos de Nuestra
América!
¡Viva la Revolución Popular Sandinista!
¡Patria Libre, o Morir!, ¡Venceremos!
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