Cuando en el año 2009 se dieron a conocer los cables filtrados
por Wikileaks relacionados con Cuba, se comprobó lo que el Gobierno de la Isla
había denunciado durante años: la supuesta disidencia era en realidad un grupo
de mercenarios al servicio de una potencia extranjera.
El memorando confidencial del 15 de abril de 2009, titulado
"Estados Unidos y el papel de la oposición en Cuba" enviado al Departamento
de Estado por el entonces jefe de la Oficina de Intereses de EE.UU. en La
Habana (SINA), Jonathan D. Farrar, corroboraba la validez del antiguo proverbio:
"Roma paga a los traidores, pero los desprecia".