viernes, julio 26, 2013

CUBA ABRAZA A LOS QUE SABEN AMAR Y FUNDAR Y DESPRECIA A LOS QUE ODIAN Y DESHACEN

Queridos hermanos salvadoreños:
Compatriotas presentes:
Saludo ante todo a los médicos graduados de la Escuela Latinoamericana de Medicina, principales promotores de este homenaje.
Nos honran con su presencia los brillantes y jóvenes integrantes del dúo Buena Fe, Joel Martínez e Israel Rojas, y del trovador Eduardo Sosa, quienes pronto demostrarán ante este auditorio por qué llenan plazas y teatros en decenas de ciudades de Cuba, América Latina, Estados Unidos y Europa, como emisarios del arte, la cultura y las ideas de la juventud cubana del siglo XXI, heredera de aquellos muchachos y muchachas que en 1953 asombraron al mundo con su hazaña en Santiago de Cuba.

En una ocasión como la que nos reúne, en aras de la claridad y la brevedad, y teniendo en cuenta el escenario, no se pueden improvisar discursos. Hago por tanto mías palabras leídas en Cuba en estas jornadas, que José Martí calificaría de “encarnadas”, y que asumo la honra de compartirlas con ustedes:Hace 60 años Cuba necesitaba una estremecedora revolución social. Sólo a través de ella sería posible liberar al país del dominio económico, político y cultural establecido por el imperialismo de Estados Unidos con la intervención militar de 1898 y de la costra mental heredada del colonialismo español y el régimen esclavista. Imperaba el latrocinio del presupuesto y La Habana se había convertido en un gran prostíbulo y casino de juego para el turismo estadunidense. Prevalecía un primitivo anticomunismo como valladar a cualquier reforma progresista.
Con el ataque al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 se inició la tempestad revolucionaria. Sus antecedentes inmediatos se encuentran en la intensa actividad política desarrollada por Fidel Castro y sus compañeros desde el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, inauguración de la dictadura militar de Fulgencio Batista. Pero son de enorme importancia los antecedentes mediatos: la Revolución del 30 y la de independencia del siglo XIX, de donde surge José Martí, calificado por Fidel como el autor intelectual del ataque al Moncada.
Aunque la operación terminó con una derrota militar, produjo una honda conmoción moral en la sociedad cubana cuando se pudieron conocer los crímenes cometidos por orden de Batista contra los jóvenes insurgentes, de los que sólo 8 murieron en combate y 54 fueron salvajemente torturados y asesinados después de hechos prisioneros. Junto a acertadas acciones posteriores, el ataque al Moncada aceleró la creación de las condiciones subjetivas que, unidas a la precariedad económica y la opresión política de amplias capas de la población, fermentaron el caldo de cultivo para la revolución.
Mediante la propaganda clandestina y el aprovechamiento de los escasos momentos en que se levantaba la censura de prensa, el jefe revolucionario pudo dar a conocer desde la cárcel aquellos crímenes. La obsesión de Batista por legitimarse electoralmente y la movilización de masas por la amnistía política forzaron a la dictadura a abrir espacios legales que permitieron la salida de la cárcel de Fidel y sus compañeros.
La acertada combinación de la actividad clandestina con la legal marcó la febril actividad organizativa y política de lo que pronto sería conocido como Movimiento 26 de Julio, pero también fue el punto de partida de la construcción de un frente amplio de organizaciones políticas, revolucionarias y sociales empeñadas en la transformación de nuestra Patria.
Para ese momento ya había logrado difundir el alegato de Fidel ante los jueces, reconstruido en la cárcel y sacado de allí subrepticiamente. La historia me absolverá, como lo tituló su autor, dio a conocer a muchos los objetivos del movimiento. Visto desde las seis décadas transcurridas este texto resulta uno de los documentos políticos iluminadores en la historia latinoamericana.
Para una organización pequeña, sin armas ni apenas recursos económicos, cuyos integrantes eran, salvo Fidel, casi desconocidos, constituía un gigantesco desafío enfrentarse y derrotar a una sangrienta dictadura militar apoyada por Washington, a sólo unas decenas de kilómetros de sus costas y sustentada en un aparato represivo de setenta mil hombres bien equipados. La tarea exigía inmensa imaginación, audacia, profundas convicciones patrióticas y revolucionarias, y cabal comprensión de la realidad cubana de quienes iniciaron las acciones insurreccionales.
Una vez más la audacia, el altruismo, y la adopción de una táctica y una estrategia capaces de vencer esos obstáculos debieron mucho al genio político y militar de Fidel, aunque también a otros de sus cercanos colaboradores que destacaban por su talento, además de su sensibilidad social, fibra moral, y entrega total a la lucha, como fue el caso de Abel Santamaría, su segundo al mando.
A diferencia de lo que ocurre hoy en Nuestra América, donde pese a la tiranía neoliberal existe un razonable aunque inestable margen de acción política legal, en la Cuba de entonces no había otro camino para la movilización de las masas y la toma y consolidación revolucionaria del poder que la lucha armada.
Cuando se produce una gesta independentista, llena de gloria y de sacrificio, como fue el asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, que abrió el camino por el que el transita hasta hoy la Revolución Cubana, es muy justo que la humanidad entera recuerde con admiración y gratitud a sus héroes y mártires, que entregaron lo mejor de sus vidas para una causa libertaria que sirve de ejemplo a todos los pueblos de América Latina ("La Patria Grande") y del mundo.
El ataque al Moncada inauguró una concepción renovadora sobre el sujeto del cambio social en las condiciones de América Latina, sobre las vías y formas de lucha y sobre el papel decisivo de la subjetividad, inspirada en las ideas de Martí y en una interpretación acertada de los clásicos del pensamiento socialista.
Prefiguraba, en la creatividad de las soluciones encontradas antes de esa acción, en la prisión y en la guerra revolucionaria posterior, la gran hazaña intelectual y política que ha exigido la trasformación revolucionaria de Cuba durante más de medio siglo bajo la inclemente hostilidad de Estados Unidos.
Justo cuando se cumplen 60 años del 26 de julio, declarado Día de la Rebeldía Nacional en la Isla, los pueblos de la Patria Grande consideran que ese fecha marcó además el reinicio de las batallas por la emancipación y soberanía regional.
Analistas políticos concuerdan a su vez que Latinoamérica actualmente asalta un gran cuartel, el de los intereses imperiales, pero en estos nuevos tiempos no con las armas, sino con la fuerza de las ideas y con la construcción de alianzas, cohesión y unidad por parte de las fuerzas que impulsa adelante los cambios.
Decía el Apóstol cubano, José Martí, iniciador de las luchas por la independencia de nuestro país, que “trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras”.
Precisamente América Latina está en estos momentos a la ofensiva, emboscando y enfrentando con su pensamiento progresista los planes guerreristas y de subversión imperiales, obstinados en el frustrado deseo de continuar sometiendo a cualquier precio a esta región e impedir el sueño de la integración, hoy materializado en la Alianza Bolivariana para las Américas y en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
Los procesos de cambio en curso actualmente en Bolivia, Ecuador, Nicaraguay Venezuela, así como en otras naciones latinoamericanas como Argentina, Brasil, El Salvador y Uruguay, son en alguna manera consecuencias directas de la hazaña emprendida en 1953 en la región oriental de Cuba, con las operaciones contra los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
La clara convicción hoy de materializar la integración definitiva de la Patria Grande, y las firmes reacciones de nuestros pueblos ante las continuas agresiones imperiales para impedir esa ansiada unidad, no son otra cosa que el “Moncada de Ideas” del que hablamos los cubanos.
Por ello, invoco con ustedes las palabras finales del Manifiesto del Moncada, leído y adoptado por los asaltantes horas antes de partir a entregar su vida, y con ellos, repito hoy:
“Cuba abraza a los que saben amar y fundar, y desprecia a los que odian y deshacen. Fundaremos la República Nueva, con todos y para el bien de todos, en el amor y la fraternidad de todos los cubanos” – y añado, la Patria Nuestramericana, con la unidad diversa y solidaria de todos los latinoamericanos y caribeños.
“La Revolución se declara definitiva, recogiendo el sacrificio inconmensurable de las pasadas generaciones, y la vida en bienestar de las generaciones venideras.
“En nombre de los Mártires. En nombre de los derechos sagrados de la Patria”.
Esta vez, ¡por el honor del 160 aniversario!
¡Viva el 26 de julio!, ¡Viva Cuba libre!

Palabras del Embajador de Cuba en El Salvador en el acto de solidaridad con Cuba, con motivo del 60 aniversario del asalto al cuartel Moncada. Instituto de la Juventud (INJUVE), San Miguel, 26 de julio de 2013.



Nota: El autor utilizó para su discurso fragmentos de artículos publicados en el sitio web cubano Cubadebate, tales como A 60 años del inicio de la Revolución Cubana y Latinoamérica: A propósito del día de la Rebeldía Nacional cubana, así como del Manifiesto del Moncada, escrito por Raúl Gómez García bajo indicaciones de Fidel Castro y adoptado por los jóvenes moncadistas en la madrugada del 26 de julio de 1953, antes de partir a su cita con la historia.

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