Ha visto la luz el libro Crónicas del Derrumbe Soviético: el viaje del corresponsal de Granma 1990-1992, que contiene cuatro ensayos escritos a partir de las vivencias y las reflexiones posteriores como testigo de los años cruciales en que se consumo la desaparición del socialismo soviético y del país que fue pionero en ello, la Unión de Repúblicas socialistas Soviéticas. El texto fue prologado por el intelectual y político cubano Fernando Rojas. Con ese motivo, la editorial Ocean Sur me entrevistó y estas fueron las respuestas.
Periodista (P): La editorial Ocean Sur acaba de anunciar la salida de su
libro Crónicas del derrumbe soviético, que recoge sus vivencias como corresponsal
del diario cubano Granma durante los años 1990 a 1992, período en el que
colapsó la URSS y surgieron nuevos estados en lo que fue aquel país. Usted
esperó más de veinte años para esta publicación, que coincide con sucesos que
hoy nos devuelven al pasado...
Pedro Prada (R): Es muy dificíl escribir sobre acontecimientos históricos.
el escritor y periodista uruguayo Horacio Quiroga recomendaba enfriar las
emociones y luego reconstruir las historias para tratar de ser justo, porque lo
de objetivo es otro cuento. Por suerte conservaba unas veinte libretas de
notas, grabaciones, todos los cables remitidos a Granma y no poca información
de carácter documental. Ahora, sobre el momento: todas las claves del presente
y del futuro están en el pasado. Si se desconoce, se corre el riesgo de ignorar
sus lecciones, en este caso, para quienes estuvimos en el vórtice de la guerra
fría, sobrevivimos al derrumbe del modelo de socialismo soviético y europeo y
persistimos en defender y construir un modelo de sociedad que sea coherente con
la aspiración de desarrollo, justicia y solidaridad entre los seres humanos.En
ese sentido, es un libro pensado para mis compatriotas en primer lugar, pero
también, para todos aquellos que e cualquier lugar de este planeta creen que
otro mundo es posible y que el socialismo, como dice el brasileño Frei Beto,
sigue siendo el nombre político del amor.
P: Usted aborda la etapa final de la URSS y el nacimiento de Rusia y la
Comunidad de Estados Independientes, pero rebasa el testimonio del momento y se
adentra en otras etapas, exhibe una voluminosa bibliografía de consulta y evita
asumir juicios categóricos como lo han hecho otros autores.
R: Entre los reportes para Granma y el periodismo de investigación hay una
diferencia lógica. Lo escrito para Granma está en los archivos de ese periódico
y hasta una selección de lo más relevante forma parte de un tomo en
conformación que vendría a ser la primera parte de una trilogía soñada sobre el
Derrumbe que vio este corresponsal. Después va otro tomo que contrapuntea las
experiencias vividas en la URSS con lo que el periodista vivió en la dura
década de los años 90 en Cuba y un poquito más. Este tercer volumen, que ha
salido primero, reflexiona y llama a la reflexión a la vez; evoca los
antecedentes, explica los hechos, combina el testimonio con fragmentos de
entrevistas y con informaciones que fueron extraidas de los periódicos
soviéticos de la época -una colección muy completa, de dos años- que entregué
en depósito y custodia a la Biblioteca Nacional José Martí, así como se nutre
de otras fuentes soviéticas, rusas e internacionales, y de aportes de otros
colegas que en distintos momentos contribuyeron al resultado final. Además,
todos los días se desclasifican datos de interés. Internet ofrece muchas
oportunidades para investigar y cuando casi todas las valoraciones que se
encuentran tienden a subrayar la inutilidad del socialismo, uno descubre que
hay un sospechoso y macabro interés en ocultar que el socialismo fue una oportunidad
transformadora excepcional y sigue siendo una opción tan procelosa e inesperada
como promisoria para los seres humanos. El lector cubano -y el de cualquier
otro lugar- merece ser tratado como un ser inteligente y no como un tonto. No
basta que yo le diga: esto es así porque yo lo viví. No basta -y debe evitarse-
todo acento que convierta en totalizadoras o categóricas a las experiencias
individuales, aún cuando estas formen parte del todo o sean incluso inventadas.
Debo añadir argumentos, evidencias, y contrastes, para que el lector piense y
luego actúe. Además, cuando hay tanta gente y tantos recursos puestos en
función de demonizar a mi tierra y a mi familia, por qué debo yo contribuir a
ello. No voy a callar lo que deba ser dicho, pero hace años decidí asumir mi
libertad de escribir con responsabilidad.
P: Como testigo de aquellos acontecimientos Usted se arriesga a explorar
ángulos del derrumbe soviético que pocos autores han abordado...
R: Consideré relevante que, para entender lo que había ocurrido en la URSS
había que profundizar en lo que estaba sucediendo dentro de dos pilares
fundamentales de aquel país: el partido comunista y las fuerzas armadas. El
tercer pilar yo diría que es la economía, pero no disponía de suficiente
información -como testigo, quiero decir- para abordarlo y no suelo ser un
especulador. Partía además de un principio general común a todo sistema
político: ubicar dónde radica el sustento del poder y dónde éste puede ser
derrocado. Mientras el capitalismo es un sistema operado por resortes
económicos cada vez más espontáneos y especulativos, el socialismo se afinca en
la conciencia de transformación no solo de las condiciones materiales de vida,
sino de la conciencia social y de los individuos. Su perspectiva voluntaria y
colectiva trastoca toda la cultura economicista del individualismo que genera
el capitalismo. Y en uno y otro caso, la defensa es necesaria. Sigue siendo una
verdad absoluta aquella afirmada por Lenin de que toda revolución vale algo
solo si sabe defenderse.
P: En el proceso final de edición Usted añadió un poscriptum que retoza con
un ensayo muy conocido del revolucionario cubano argentino Ernesto Guevara.
¿Por qué lo hizo?
R: El director de Ocean, el amigo David Deuschman, que es un curioso observador
internacional, estaba espantado por los sucesos que hoy tienen lugar entre
naciones que no solo formaron parte de la URSS, sino que comparten una historia
común de más de 1500 años -más de un milenio y medio, que no es poco- y quería
buscar una perspectiva diferente a lo que dice el mainstream de los medios
internacionales, a la luz de mis vivencias en aquellos años del derrumbe. Se
trata de procesos diferentes aunque, como se dice, aquellos polvos hayan traido
esos lodos. Ojalá que los gobiernos y pueblos implicados en esas luchas
fratricidas se percaten de quiénes son los que los han empujado a esa situación
y cuáles son sus macabros objetivos, y resuelvan las diferencias, que pueden no
ser tales o tantas, sin ofrendar dignidad ni futuro. Por lo pronto, preferí
centrarme en los desafíos que ese complejo escenario internacional
postsoviético y postguerra fría ha generado para Cuba, porque hay una
contraofensiva brutal del capitalismo, del imperialismo, de las oligarquías, de
la contrarrevolución contra este pequeño país. No basta con trasmitir
semanalmente más de 3 mil horas de mentiras e insidias contra Cuba, buscando la
sublevación de nuestra gente; no les basta con un bloqueo económico, comercial
y financiero que ha vuelto angustiosa nuestra vida material, presionando por
una rebelión que no les llega, y que combinado con nuestras ineficiencias y
errores hace las cosas peores; no les basta con tachar de terrorista a un país
que ha sacrificado a 5577 de sus hijos e hijas, víctimas del terrorismo. Ahora
anuncian, pagan, persuaden, con su infernal propaganda, que los cubanos están
decepcionados de su país, que huyen de el, que el socialismo no tiene futuro.
Es la insistencia del adversario derrotado de forma humillante por la heroica
resistencia de nuestra gente y su amor a la libertad, a la independencia, a la
soberanía y al modelo de sociedad que soñamos, construimos y rectificamos,
porque el socialismo que se derrumbó no es el mismo que sobrevivió en Cuba. Los
cubanos no presumimos, pero si en 1964 el Che hablaba del socialismo y el
hombre en Cuba, hoy, sin petulancia de ningun género, puede hablarse de lo que
Cuba ha aportado al socialismo y a la transformación de los seres humanos, no
solo dentro de sus fronteras, sino en todo el mundo. Es, como ha dicho Fidel
Castro, un mérito no buscado, y ese mérito es altamente subversivo para el
capitalismo global, es algo que no nos perdonan.
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