La
revista Verde Olivo nació hace 55 años. Fue el primer medio de prensa creado
por la revolución al llegar al poder. Las referencias históricas fijan el principio
en Ciudad Libertad, durante una reunión entre los comandantes Camilo
Cienfuegos, Ernesto Guevara y Raúl Castro, en el período en que se diseñaba la
Sección de Cultura –hoy Dirección Política- del Ejército Rebelde –nuestras FAR.
Ocurrió simbólicamente el 10 de abril, día fundacional de la República y día de
la Patria, al decir de José Martí.
Tuve
el privilegio de integrar su redacción en 1983, a poco tiempo de haberme
graduado de periodismo político-militar. Para nuestra generación, era como
ingresar a un templo por el que habían pasado o colaborado plumas maestras como
las de Marta Rojas, Alejo Carpentier, Ángel Augier; donde alineaban ya otras no
menos reputadas, como las de Jesús Casal Guerra, Juana Carrasco, Héctor de
Arturo, José Casañas. Carlos Rafael Rodríguez y el Che habían sumado sus
filosas letras al proyecto; Sergio Canales y Perfecto Romero sus fotografías; Wilson,
Orlando Alba y Silvio Rodríguez sus ilustraciones… Todos son nombres hoy
imprescindibles en un recuento del periodismo nacional.
No
faltaba información. Fue desde las páginas de Verde Olivo que nuestro pueblo
conoció de los juicios a los criminales de guerra de la dictadura –esos que la
historiografía revisionista silencia o tergiversa hoy oportunistamente-, del
doloroso proceso de la microfracción que minaba la vital unidad, sin la cual no
habría sobrevivido la revolución, y donde brilló especialmente la conducción de
nuestro actual Presidente. Allí quedaron, para la historia, el parto complejo
del Partido Comunista de Cuba y todas las demás organizaciones políticas y de
masas, las polémicas en torno a lo que hoy se conoce como quinquenio gris.
También están los testimonios de las misiones internacionalistas, de las
guerras y conflictos internacionales, en una visión reflexiva poco común.
Tampoco
faltaba polémica – ¡y no solo deportiva, artística y literaria, sino sobre los
asuntos más medulares y estratégicos de la economía y la política del país y de
la realidad internacional!- sobre todo lo que la curiosidad o el interés
popular reclamasen, a partir de los silencios propios y los generados a nuestro
alrededor. Ni sobre los temas más difíciles, como las primeras y respetuosas
dudas sobre lo que ocurría en el campo socialista y la URSS; ni siquiera
reflexiones críticas sobre la conducta de los militares, el desempeño de sus
unidades o el funcionamiento de su industria.
El
General de Ejército, como Ministro de las FAR, y el entonces Jefe de Estado
Mayor General y Viceministro, general de división Ulises Rosales del Toro, nos
dieron a los dirigentes de la Dirección Política y a los periodistas, en ese
sentido, numerosas lecciones de acuciosidad profesional, de responsabilidad y
de audacia política, que permanecen como guía de acción para enfrentar todavía
cada jornada de nuestras vidas como trabajadores de las ideas.
Cuando
las condiciones económicas del país forzaron su cierre temporal, la revista,
comprometida con la rectificación de errores y el desempolve que propugnaban
Fidel en el país y Raúl dentro de las FAR, había puesto en práctica un estilo
de hacer periodismo y unos métodos de interacción con sus lectores que, en
determinado momento, la llevaron a competir con la más antigua y popular de las
publicaciones cubanas: Bohemia. Era su momento estelar, pero supo privilegiar
la salvación de la Patria por sobre todo.
Los
que integramos aquella redacción de periodistas curtidos y bisoños, de militares
y civiles, nos repartimos y multiplicamos por otros medios de comunicación del
país, incluso se nos asignaron otras tareas, pero puedo asegurar que llevamos
con orgullo, como marca de hierro candente en nuestra conciencia, carácter y
formación, esa escuela extraordinaria que, siendo una opción, fijó el sentido
de nuestras vidas. Nunca mejor dicho, seguimos de Verde Olivo.
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