lunes, noviembre 16, 2020

LA CÍNICA MÁQUINA DE MENTIR

Quieren convencerme de que todo el mundo se va de Cuba. Que se van los epicúreos cubanos del Vedado y los revolucionarios de Songo la Maya, los cuentapropistas de Cienfuegos y los pobres guajiros de Mordazo. Todo el mundo se va… para poder vender el próximo libro escrito desde la Isla, que privilegian las editoriales rectoras del pensamiento único. Hasta se inventan datos de Naciones Unidas para asegurar que el 13% de la población cubana vive fuera de su territorio. Esto sería 3,7 millones de habitantes, lo que arrojaría que la población de Cuba sería de 15 millones de personas y no de 11,2 millones como demuestran los censos.

Miles de cubanos van y vienen por el mundo. Para la falsimedia simplemente se van y no vuelven. Otros asumen como cubanos a los descendientes como si las leyes de ciudadanía cubanas no existieran y en nuestra casa primaran las suyas. Nadie busca estadísticas serias verdaderas, ni siquiera en Naciones Unidas. Basta con invocar el santo, mas no la seña. Solo en Estados Unidos, principal destino de los migrantes cubanos, hay 1 343 960 cubanos nacidos en Cuba, según el censo de 2018. Esos son los que reconoce la ley cubana… ¡y la de Estados Unidos! Pero prefieren hablar de un estimado de 2,3 millones para inflar el paquete con los descendientes nacidos allá, que no son cubanos, sino descendientes de cubanos. Ese número suele ser un comodín conveniente para magnificar lo que pretenden demostrar, del escape en masa.

Aun así, toda la matemática es irrelevante ante la política: los cubanos son los únicos migrantes del mundo que disfrutan del raro privilegio de tener una ley de acogida –de “ajuste”, le dicen- que les confiere lo que no conceden a ningún otro migrante del planeta (y esto no es un retruécano). Los cubanos gozan del favor de embajadas y diplomáticos ajenos que les organizan el viaje. ¿Por qué? Porque es necesario, según consta en documentos oficiales de Estados Unidos, alentar el éxodo, robarse cerebros, traficar seres humanos, mostrar la imagen de un país que se vacía a consecuencia de una dictadura. Sin una mirada a todas estas verdades, glosa el Clarín argentino la última novedad editorial, y cita para subrayarse a uno de los personajes: “Cuba es un país maldito y los cubanos somos su peor maldición”. La ficción y el cinismo aguantan todo, hasta blasfemias contra la dignidad propia.

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