Hace cinco años suscribí este ensayo que retomo en medio de la operación combinada de bloqueo económico recrudecido y ataque político-comunicacional de Estados Unidos contra Cuba, aplicada además en el marco de la crisis multidimensional global desatada por la pandemia de covid-19 y su expresión local en Cuba. Nuevamente el discurso del odio se articula con la acusación infundada y malsana, con el mismo fin de hace más de 62 años: empujar el derrocamiento de la revolución cubana por el propio que la llevó al poder, mediante la vieja formula de causas hambre, sufrimiento, desesperación... y ahora también un schock emocional ante un discurso audiovisual y escrito de inusitada crueldad, que agita los peores instintos y lleva a que la gente no se reconozca. La lucha por el poder es la cuestión central, y los Estados Unidos insisten en barrer la Constitución cubana y plagarnos de miserias materiales y humanas en nombre de la libertad...