Con un saldo de más de siete muertos y más de 200 heridos y lesionados, además de millonarios daños materiales que incluyeron un fuerte impacto sobre el fondo habitacional capitalino, el tornado desató un rabo de nube popular y gubernamental, un torbellino en el cielo, dispuesto, como predijera el poeta-trovador, a llevarse todo lo feo y dejarnos el querube.
Tras una acelerada recuperación de los servicios eléctricos y teléfonicos que en una semana fueron restablecidos, se comenzó a trabajar sin parar y de forma articulada para devlver hospitales, escuelas, mercados, vías, parques y fábricas a cndiciones mejoers que las destruidas por el meteoro y a impulsar nuevas ideas que pronto fueron integradas al plan general de la nación para conmemorar el 500 aniversario de La Habana.
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