Hace unos días @agusantonetti, rostro visible de la Fundación Libertad en Argentina, una ONG creada para asegurar a inicios de los años 90 que el derrumbe del socialismo en Europa se materializara en América Latina y en Cuba, anunció para ayer 9 de noviembre una “sorpresa” que, según el prestanombre, estremecería al mundo. ¡Qué pobre imaginación!, o qué estúpida creencia de ellos mismos: la “sorpresa” era una enésima declaración anticubana, de un lenguaje acusatorio y sórdido que solo pondría a temblar a pueblos exánimes, desorganizados y desmoralizados, sin vanguardia política ni liderazgo. No es el caso de los cubanos. De emitir tanta ponzoña cotidiana en sus medios y regodearse en las imágenes falsificadas de nuestra realidad, utilizando fotos de marchas cederistas con el héroe antiterrorista cubano Gerardo Hernández al frente, los autores han terminado intoxicándose con su propio veneno.
La artimaña discursiva de
que el gobierno cubano debe escuchar a su pueblo, elaborada por los productores
estadounidenses del performance, no suena muy bien en boca de quienes llevan 62
años haciéndose los sordos a lo que ha dicho el pueblo de Cuba. Hacer lo que yo
digo y no lo que yo hago, tampoco es la mejor demanda de quienes también se han
negado a escuchar a la comunidad internacional, que exige el fin del genocida
bloqueo económico, comercial y financiero concebido, según propuso el macabro
Lester Mallory, para provocar hambre, sufrimiento, desesperación y que el
pueblo se subleve y derroque al gobierno que se dio.
Una colección despreciable
de expresidentes –"desempleados", los llama Rafael Correa-, exministros,
exrepresores, endeudadores de países, escribientes y escribidores, agitadores
televisivos, golpistas y neofascistas, neofranquistas, neopinochetistas,
neovidelistas y otras yerbas venenosas, pretende dar crédito a la carta. Es
como un club jurásico donde se han dado la mano los responsables de todo el
terror y el hambre que han azotado a muchos pueblos de nuestra región. Un amigo
afirmaba que solo faltaban Drácula, Frankestein, el Joker y el Chupacabras.
No se ve la mano de EE.UU.,
padres del aborto –nunca está visible el titiritero en el teatro de pantomimas.
Y sí salta a la vista el espíritu de venganza colonialista que allá por la
lejana península, ocupa todavía a algunos que más de un siglo después no
aceptan la pérdida de la perla más preciada de la corona, y no tienen valor
para encarar a quien sí los humilló, cuando intervino en nuestra guerra de
independencia para arrebatarles a Cuba.
De los vernáculos qué
decir: después de tanta bala de goma y real que hemos visto disparar a sus
subordinados, después de tantos ojos sacados, chorros de agua, gases lacrimógenos,
electrocuciones con pistolas Teaser, palizas, atropellos a caballo y no pocas
masacres de civiles desarmados, no hay modo de que puedan presentarse ante
nosotros y ante el mundo. Debería darles vergüenza esa juntamenta.
Sin embargo, lo que
EE.UU., la Fundación Libertad, @agusantonetti y otras alimañas no imaginaban
era que, al mismo tiempo de su oprobiosa carta, que los cubanos rechazamos y
nos negamos a recibir, circularía un Llamamiento a la comunidad internacional, que exige el cese del bloqueo y las acciones desestabilizadoras contra Cuba, firmado por cientos de personalidades honestas y libres del mundo: expresidentes y
exministros derrocados por los otros y judicializados por los defensores del
Lawfare, líderes políticos y religiosos de talla universal, legisladores que sí
representan a sus electores y no a sus financistas, diplomáticos que actúan
apegados a la Carta de las Naciones Unidas y al derecho internacional, intelectuales
y periodistas libres de las cadenas del mercado.
Frente al papelazo de la
Internacional neoliberal del terror y el hambre, que auspicia Estados Unidos
para vestir de fingida legitimidad su agresión contra Cuba, se alza la otra
iniciativa de la Internacional de la paz, la solidaridad y la dignidad, nacida
de la honestidad, de la libertad, de la independencia y del reconocimiento del
derecho que se dio el pueblo cubano de elegir y construir su propio sistema
político, económico, social y cultural.
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