sábado, julio 26, 2025

¡QUE SIEMPRE NOS ACOMPAÑE EL ESPÍRITU DE REBELDÍA DE AQUEL AMANECER GLORIOSO!

Nos enfrentamos a poderosos adversarios, como previó Fidel, pero tenemos claro cómo hacerlo. Contamos con un programa de lucha y un plan de país. Y tenemos la decisión de no rendirnos. Estamos organizados y, sobre todo, unidos. Unidos en torno a un partido que tiene la inmensa responsabilidad de ser, a la vez, alma de la nación y reflejo de su inmensa diversidad, y no una secta de disciplinados. Un partido que une lo que otros desunen, que suma y multiplica siempre, y que defiende la unidad lograda hasta con las uñas y los dientes si fuese necesario. 

PALABRAS DEL EMBAJADOR DE CUBA PEDRO P. PRADA EN EL ACTO CON MOTIVO DEL 72 ANIVERSARIO DE LA GESTA DEL MONCADA, CONVOCADO POR EL MOVIMIENTO ARGENTINO DE SOLIDARIDAD CON CUBA, LAS ORGANIZACIONES Y MOVIMIENTOS QUE LO INTEGRAN, LA ASOCIACIÓN DE ARGENTINOS GRADUADOS EN CUBA Y LA UNIÓN DE CUBANOS RESIDENTES EN ARGENTINA.

Buenos Aires, 26 de julio de 2025

Queridos amigos:

Hace unos instantes, antes del inicio de este acto, un jovencito que por primera vez viene a esta Casa donde creció su padre y asistieron sus abuelos de jóvenes, me preguntaba qué había pasado el 26 de julio.

Esta pregunta me hizo pensar en la importancia que tiene, para todo pueblo, el conocimiento de la historia nacional y de la historia del lugar del mundo donde está su país, porque un pueblo sin raíces, sin historia, es un pueblo sin conciencia y sin rumbo. Hoy ese jovencito está feliz, porque está aprendiendo algo útil.

Yo creo que los que hemos vivido un poco más y peinamos canas, y también los más jóvenes, en cuanto lo aprenden, tenemos la obligación de trasmitir el conocimiento heredado y vivido. No por aquello que dicen de vivir aferrados al pasado. No. Para poder abrir las puertas del futuro se necesitan llaves bien templadas en la experiencia y el conocimiento acumulado.

Hoy además hemos escuchado las palabras de nuestros compatriotas, denunciando el bloqueo y en apoyo a nuestro pueblo. Contrario a lo que ella afirmaba, yo sí creo que ellos son también en alguna medida nuestros embajadores. Los cubanos patriotas, con independencia del lugar del mundo donde vivan, siempre serán embajadores de Cuba. Los cubanos que la ostenten, los cubanos que la defienden, que la lloran, que sienten de verdad por ella, que se emocionan cuando escuchan el himno o ven ondear la bandera, esos cubanos son también embajadores de Cuba donde quiera que estén.

Hoy nos reúne la celebración del 72 aniversario del asalto a los cuarteles Guillermón Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1953. Hay que recordar el porqué ocurrieron aquellos hechos: en Cuba se había interrumpido el orden constitucional; estaban rotas todas las libertades democráticas, se habían cerrado todos los caminos de justicia y prosperidad, el país era controlado por una dictadura militar sometida a Estados Unidos, y un grupo de jóvenes entendió que, en aquel momento, en que se iba a cumplir el centenario del nacimiento de José Martí, era necesario rescatar sus ideas y hacerlas valer en el nuevo siglo para las futuras generaciones de cubanos: las ideas de la libertad, de la independencia, de la libre determinación, de la justicia, de la dignidad, de la paz entre los pueblos.

Ese rescate de las ideas de Martí le correspondió a lo mejor de la juventud cubana de aquel momento. Por eso es tan importante siempre trabajar con los jóvenes; porque en los jóvenes está la simiente de todo lo nuevo y todo lo bueno.

Entre aquellos jóvenes de 1953 descollaron especialmente dos: Fidel Castro y Abel Santamaría. Abel, que llegó a decir cuando conoció a Fidel, que había tenido ante sí a Martí vivo. Y Fidel, que decía de Abel que era el alma del movimiento, y por eso lo designa al lugar que creía de menor riesgo en el combate, aquel 26 de julio, aunque después ocurriera, por esos azares de la historia, todo lo contrario.

Esos hechos ocurrieron un 26 de julio. Y el 26 de julio, en el calendario católico es el día de la Santa Ana. Hay un poema de un gran poeta cubano que rinde homenaje a los hechos del 26 de julio, y que se llama así: “Era la mañana de la Santa Ana”… ¿Por qué invoco esta celebración? Porque a raíz de aquellos acontecimientos y de la masacre que desató la dictadura en Santiago de Cuba, torturando y asesinando a un centenar de jóvenes, apresados vivos en el combate, en Argentina, donde se dieron algunas de las primeras expresiones de solidaridad con los revolucionarios cubanos, hubo otra Ana, una jovencita de 18 años, que estuvo entre las personas que salió a protestar por la masacre de Santiago de Cuba, y a quien solo mucho después la conoceríamos por el papel protagónico que desempeñó en el Movimiento Argentino de Solidaridad con Cuba, y como fundadora y presidenta de esta Casa de Amistad.

En un día como hoy, en presencia de uno de sus nietos, Juan, y de tres de sus bisnietos, ramas de una familia numerosa y extraordinariamente unida, rendimos homenaje a Nita Silvestrini. Al escuchar la grabación de sus palabras y el testimonio de la compañera que la acompañó en la fundación de la Asociación por la Unidad de Nuestra América, la AUNA, vemos la claridad con que Nita defendió no solo a Cuba, sino que defendió conceptos y esenciales para existir en un mundo donde hay tanto odio, egoísmo y agresividad. Sentimientos que son profundamente humanistas, como los de los jóvenes que encabezaron aquella gesta del 26 de julio de 1953.

Ese mismo humanismo estuvo presente tres años después, cuando se encuentran en México el líder sobreviviente de aquel movimiento y un joven argentino motivado por idénticos sentimientos. Fue en julio de 1955 cuando se vieron por primera vez Fidel y Che, cuando se cumplían dos años del Moncada y tres de la muerte de Evita, en un lugar que hoy la derecha mexicana pretende borrar.

La impresión de aquel encuentro de soles fue tan grande en ambos y fue tan fuerte el compromiso y admiración mutua, que el Che compuso semanas después unos conocidos versos que expresaban su lealtad con Cuba con la revolución y Fidel: “Vámonos ardiente profeta de la aurora / a liberar ese verde caimán que tanto amas”. No podía ser diferente la reacción de Fidel, y cuando por una delación los futuros expedicionarios del Granma caen presos, en vísperas de partir a Cuba, Fidel visita al Che en la prisión y éste trata de persuadirlo de que partan sin él, que no puede ser un lastre y que partan sin él. Y Fidel le dice por primera vez unas palabras que se convierten en un juramento y que van a acompañar toda la vida la relación entre ambos, hasta traer sus restos de Bolivia. Fidel le dice al Che, en aquel momento, en la prisión de Ciudad de México: “Yo no te abandono”.

Otro 26 de julio, de 1967, recoge el significado histórico de esta fecha en su Diario en Bolivia: «Por la noche di una pequeña charla sobre el significado del 26 de julio; rebelión contra las oligarquías y los dogmas revolucionarios…».

Los estudiosos nos han mostrado cómo el Che sintetiza uno de los rasgos definitorios del máximo liderazgo revolucionario cubano y de Fidel en particular: la defensa de un pensamiento político propio y de raíz martiana, con profunda raigambre nacional y anchura universal, contrario a la aceptación acrítica de experiencias y esquemas de actuación importados.

Por ello, el 26 de Julio fue para el Che una confirmación inequívoca de la visión creadora, antidogmática e independiente de Fidel, imprescindible para entender también a la revolución y al presente cubano:

Justamente hoy la prensa cubana resalta sus palabras: Fidel, decía, tiene las características de gran conductor, que sumadas a sus dotes personales de audacia, fuerza y valor, y a su extraordinario afán de auscultar siempre la voluntad del pueblo, le ha llevado al lugar de honor que hoy ocupa. Pero tiene otras cualidades importantes, como su capacidad para asimilar los conocimientos y las experiencias, para comprender todo el conjunto de una situación sin perder de vista los detalles, su fe inmensa en el futuro, y su amplitud de visión para prevenir los acontecimientos y anticiparse a los hechos, viendo más lejos y mejor que sus compañeros.

Sin embargo, la revolución jamás habría sido posible y mucho menos su existencia 72 años después de su primera clarinada si las virtudes de Fidel y del Che no hubieran sido compartidas por sus compañeros de lucha, abrazadas, encarnadas y multiplicadas por el pueblo, que las volcó en el cumplimiento del Programa del Moncada y en la transformación socialista y defensa de la sociedad, generando niveles de desarrollo político, económico, social y cultural como nunca antes había conocido Cuba, que constituyeron motivo de inspiración para los pueblos de Nuestra América y del mundo.

Cuando se entiende eso, es posible comprender por qué el pueblo cubano ha resistido heroicamente durante 66 años las agresiones políticas, diplomáticas, económicas, militares y el terrorismo de los Estados Unidos.

Cuba planteó un desafío al poder imperial de EEUU, a la Doctrina Monroe, demostrando que ésta, Nuestra América, era para los latinoamericanos y caribeños. Por ello, intentaron desde el primer día derrotar a la revolución, y al fracasar en los métodos violentos, optaron por el bloqueo, el genocidio, rendir por hambre, sufrimiento y desesperación a los cubanos, como hacen hoy con los palestinos.

Como he dicho muchas veces, el bloqueo se ha convertido en la causa principal de nuestras carencias y necesidades, pero también de nuestras deformaciones. Ese bloqueo hoy se acrecienta tras la emisión de un memorando presidencial para recrudecerlo, dinamitar todo lo que quedaba de los acuerdos bilaterales alcanzados entre 2014 y 2016, y golpear “con precisión quirúrgica”, como dicen sus autores, a las familias cubanas y castigarlas con más sufrimiento y más dolor hasta someterlas.

Luchar contra ese monstruo es una tarea de gigantes, pero no nos falta carácter, ni fe, ni valor para ello. En esa colosal batalla, Cuba no está sola. Millones de amigos la acompañan en todo el mundo, y Argentina no es una exclusión.

También debo decir que, en estas circunstancias de país bloqueado, es mayor el riesgo de dificultades internas, errores y deficiencias que urge solucionar con esfuerzo propio, espíritu autocrítico y mucha más audacia y valentía, a partir de la decisión, la laboriosidad, la inteligencia y el sacrificio del pueblo, como afirmaba esta mañana en Ciego de Ávila, en el acto nacional por el 26 de julio, el Primer Ministro cubano. Y las prioridades han sido bien establecidas, especialmente en lo que toca a la defensa de las conquistas más emblemáticas de la revolución, así como a la recuperación de la producción de alimentos y la generación eléctrica.

Nos enfrentamos a poderosos adversarios, como previó Fidel, pero tenemos claro cómo hacerlo. Contamos con un programa de lucha y un plan de país. Y tenemos la decisión de no rendirnos.

Estamos organizados y, sobre todo, unidos. Unidos en torno a un partido que tiene la inmensa responsabilidad de ser, a la vez, alma de la nación y reflejo de su inmensa diversidad, y no una secta de disciplinados. Un partido que une lo que otros desunen, que suma y multiplica siempre, y que defiende la unidad lograda hasta con las uñas y los dientes si fuese necesario.

Un partido que ejerce el liderazgo colectivo, más allá de los liderazgos individuales de cada momento, porque, como nos enseñó Fidel, los hombres mueren, pero el partido puede ser inmortal si se sostiene en la fidelidad a los principios, con sentido de cada momento histórico, y en la ética y moral de los revolucionarios.

El 2026 que nos mira a cercana distancia será un año crucial de lucha para todos: celebraremos el 9° congreso del Partido y sus debates populares previos, conmemoraremos el 65 aniversario de la proclamación del socialismo y de la victoria de Playa Girón, y festejaremos el centenario de Fidel, que nos encontrará en pie de lucha, con el mismo espíritu de los héroes del 26 de julio.

Y nos encontrarán también más solidarios que nunca, más comprometidos con el internacionalismo, más comprometidos con los pueblos que desafían las agresiones del imperialismo, del capital transnacional y oligárquico, y de las formas contemporáneas de fascismo y otros fundamentalismos.

Jamás dejaremos de ser solidarios con el pueblo argentino y con su derecho a ejercer plena soberanía sobre las islas Malvinas y demás territorios y mares del sur que justamente reclama.

Rechazaremos la injerencia imperial en sus asuntos internos, tanto como la intromisión en los nuestros. Argentina tampoco está sola.

¡Que siempre nos acompañe el espíritu de rebeldía de aquel amanecer glorioso!

¡Que el 26 de julio siga siendo el día más alegre de la historia!

¡Que la solidaridad siga siendo siempre la ternura entre los pueblos!

¡Viva la revolución cubana!

¡Vivan los héroes de la patria!

¡Viva Fidel!

¡Hasta la victoria, siempre!


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