Nos enfrentamos a poderosos adversarios, como previó Fidel, pero tenemos claro cómo hacerlo. Contamos con un programa de lucha y un plan de país. Y tenemos la decisión de no rendirnos. Estamos organizados y, sobre todo, unidos. Unidos en torno a un partido que tiene la inmensa responsabilidad de ser, a la vez, alma de la nación y reflejo de su inmensa diversidad, y no una secta de disciplinados. Un partido que une lo que otros desunen, que suma y multiplica siempre, y que defiende la unidad lograda hasta con las uñas y los dientes si fuese necesario.