Sr. Presidente de la Asamblea Legislativa,
Sr.
Vicecanciller,
Monseñor Luigi Pezzuto, nuestro querido Decano, a quien pronto despediremos con nostalgia y sincero afecto,
Distinguidos invitados y amigos,
El 8 de enero de 1959, tras la entrada triunfante de la Caravana de la Libertad a la capital del país, el Jefe de la revolución, el Comandante en Jefe Fidel Castro, dijo unas palabras que más de medio siglo después conservan absoluta vigencia:
Monseñor Luigi Pezzuto, nuestro querido Decano, a quien pronto despediremos con nostalgia y sincero afecto,
Distinguidos invitados y amigos,
El 8 de enero de 1959, tras la entrada triunfante de la Caravana de la Libertad a la capital del país, el Jefe de la revolución, el Comandante en Jefe Fidel Castro, dijo unas palabras que más de medio siglo después conservan absoluta vigencia:
“…Es este un momento decisivo de
nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin
embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo
adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil".
Y añadía otra idea que cuando se
desplomaban unos partidos y otros nuevos surgían, rescataba el mejor
aprendizaje de toda la historia cubana, que es el valor de la unidad nacional: "Cuando
yo oigo hablar de columnas, cuando oigo hablar de frentes de combate, cuando
oigo hablar de tropas más o menos numerosas, yo siempre pienso: he aquí nuestra
más firme columna, nuestra mejor tropa, la única tropa que es capaz de ganar
sola la guerra: ¡Esa tropa es el pueblo!".
"Nosotros ¡jamás defraudaremos a
nuestro pueblo!".
La
revolución cubana cumple 54 años e inicia el tránsito por su año 55 de
existencia. Lo hace cómo sólo puede ser posible; como le enseñó Fidel: unida y refundándose
a sí misma. Como entonces, lo hace por la voluntad soberana de su pueblo, que
quiere más y mejor socialismo, un socialismo que no sea calco ni copia, sino
creación viva, y que nuestro actual Presidente Raúl Castro, define como
sustentable y próspero.
La
independencia formal arrancada al colonialismo en épica contienda, y escamoteada
después por los nuevos neocolonizadores imperiales, requería de una vindicación
suprema que al costo de la vida invaluable de 20 mil hijos, Cuba alcanzó aquella
memorable Noche Vieja de 1958, y que mantiene hoy, contra vientos y mareas, y
cuyo milagro de existencia solo se explica por la unidad inquebrantable de
todos los cubanos y las ideas humanistas que nos inspiran.
El
país en que vivimos en este siglo XXI es una nación que diversifica y perfecciona
su modelo económico y social, que crece sin interrupción durante los últimos 19
años (3.1 en 2012), y lo logra a pesar de los errores propios, de huracanes
devastadores, del derrumbe de la URSS y del socialismo europeo, del impacto de
la agobiante e insoluble crisis económica y financiera internacional y, sobre
todo, del obsoleto y cruel bloqueo económico, comercial y financiero de los
Estados Unidos, que 188 países del mundo recién condenaron en ONU, y que Su
Santidad Benedicto XVI ratificó como injusto y éticamente inaceptable.
La
Cuba del año 2013 amplía los horizontes democráticos de su sistema político y
se esfuerza porque los ciudadanos sean cada vez más partícipes y artífices del
Gobierno a todos los niveles; porque la representatividad electoral sea como
una foto colorida del propio pueblo, coincidente con el mérito, la vocación de
servicio público y el patriotismo de los elegidos, para que su trabajo sea profesional,
honrado y los resultados generen cada vez más bienestar, justicia y solidaridad
entre nosotros y, que por sobre todas las cosas, fomenten más libertad y más
responsabilidad.
Esa
misma Cuba se esfuerza por llevar adelante sus relaciones con todas las
naciones del mundo, sobre la base de los principios del derecho internacional,
y, de forma muy especial, con nuestros entrañables hermanos de América Latina y
el Caribe, que nos honran con entregarnos en breves días y por un año la Presidencia
pro témpore de nuestra Comunidad de naciones, a la que estamos comprometidos a
servir con espíritu bolivariano y martiano.
Con
esos ánimos nos aproximamos al año cuarto de haber recuperado las relaciones
oficiales entre Cuba y El Salvador, orgullosos de lazos históricos que se
renuevan, crecen y enriquecen con todas las fuerzas políticas, empresariales y
cívicas que aprecian el valor de la paz y el respeto entre las naciones, creen
de verdad en el futuro de este pequeño y heroico país, y en las virtudes y
capacidades de su noble y laborioso pueblo, y por eso se dedican a unir, a construir,
a fundar y amar.
Este
Día Nacional cubano marca la ruta de otros grandes acontecimientos que la isla
verá en el 2013: el 160 cumpleaños del Apóstol José Martí, ese misterio que nos
acompaña e ilumina, y el sexagésimo aniversario de la epopeya de rebeldía que
significó el asalto del 26 de julio de 1953 al cuartel Moncada, gracias a lo
cual pudo ser posible una alborada como la del Primero de enero de 1959.
Celebramos,
más no estamos completos. A nuestro pueblo le faltan cinco hijos que por
perseguir y denunciar el terrorismo de Estado que tanta muerte y dolor nos ha
causado, guardan larga, cruel e injusta prisión en cárceles de Estados Unidos,
mientras los verdaderos terroristas gozan del sol de Miami. No descansaremos
hasta tenerlos en casa. No son espías ni criminales; son héroes, y si el
Presidente Obama fuera justo, usaría sus facultades para liberarlos en un gesto
humanitario que Cuba sabría honrar, del mismo modo que hemos tendido nuevos
ramos de olivo para que se abran caminos de entendimiento entre los dos países.
Tampoco
puedo obviar otro hecho: los cubanos, que fuimos educados por Martí en agradecer
y honrar a quien lo merece y en sentir como propias las injusticias que se
cometen contra cualquiera en cualquier parte del mundo, queremos dedicar
nuestras energías victoriosas de enero y de todo el año al Presidente de
Venezuela; agradecer al Gobierno de esa hermana nación por la honestidad y
valentía con que conduce a su país y a la vez nos mantiene informados de su
estado de salud, y expresarle a todo el pueblo bolivariano la solidaridad
comprometida y el apoyo sin límites de Cuba, frente a la embestida de políticos,
empresarios y medios necrófagos y sin escrúpulos, que no han comprendido aún
que Hugo Chávez no es solo un líder, sino el pretexto de millones de seres humanos
para desatar una revolución popular genuina que ha simbolizado el cambio de
época que vive nuestra América.
Por
ella, por esa América, por nuestra Patria grande, brindemos también hoy.
¡Viva
Cuba Libre!
PALABRAS EN EL ACTO POLÍTICO Y LA RECEPCIÓN DIPLOMÁTICA CON MOTIVO DEL 54 ANIVERSARIO DEL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN, Embajada de Cuba en El Salvador, 8 de enero de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario