sábado, agosto 10, 2013

NO TENEMOS DERECHO A SER INDIGNOS, NI DESAGRADECIDOS, NI DESLEALES

Queridos amigos:
Agradezco ante todo al profesor Salvador Sánchez Cerén, Vicepresidente de la República, por sus generosas y pedagógicas palabras sobre este modesto esfuerzo de dar a conocer las claves de la supervivencia de la revolución cubana después de más de medio siglo de guerra económica, comercial, financiera, política, diplomática, armada y terrorista, por parte del mayor Imperio que ha existido en la historia.
Agradezco igualmente que dediquemos este evento al maestro y artífice de la unidad cubana en el siglo XX, a nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, porque fue justamente él quien, al retomar las lecciones que nos dejó José Martí en el siglo XIX, no enseñó a creer que no puede triunfar una idea, por justa que fuere, si no se unen todos los que creen en ella.
Insisto: la Revolución cubana se salvó, se ha salvado, porque supo construir y defender la unidad. Solo podrá permanecer y salvarse en el futuro si conserva la existencia de una nación en la que todo el mundo cuente, en la que sea cierta aquella que Martí llamaba “fórmula del amor triunfante”: “con todos y para el bien de todos”.
Incluso hoy, cuando con absoluta conciencia y audacia actualizamos el socialismo cubano en medio de grandes riesgos, nuestro actual Presidente, el general de Ejército Raúl Castro, vuelve a recordarnos que, “para asegurar el éxito en este empeño jamás podrá descuidarse la importancia estratégica que tiene, como nos enseñó Fidel, preservar por encima de todo —repito— ¡preservar por encima de todo! la unidad de todos los cubanos dignos”.
El libro que se presenta fue en su primer origen una conferencia dictada en la Cátedra José Martí de la Universidad de El Salvador, el mismo día que celebrábamos el 143 aniversario del Grito de Independencia en Cuba, que coincidió en el tiempo con el bicentenario de la independencia salvadoreña y el 31 aniversario del FMLN, y al que los amigos de las editoriales Morazán y Ocean Sur le hallaron utilidad más allá de aquel 10 de octubre de 2011, y decidieron editarlo como libro. Muchas gracias.
Ahora bien, puesto que a Fidel se dedican este libro y este encuentro, en ocasión de su 87 cumpleaños, permítanme insistir sobre el tema central que nos ocupa y que en su pensamiento – en el de Fidel- es una obsesión y un magisterio perenne. Estoy seguro, que por su vida ejemplar e invicta y sus hazañas descomunales, existen suficientes razones para creer en esas ideas, y para proponerse alcanzar su estatura e intentarlo, aunque pueda parecer una meta inalcanzable.
¿De dónde nace ante todo la visión unitaria de Fidel? Yo diría que viene de una eticidad muy arraigada, de anteponer siempre el nosotros al yo, los intereses de la colectividad a los individuales, viene de su total ausencia de vanidad y su absoluto desprendimiento y espíritu solidario, incapaz de pedir a otros lo que él mismo no está dispuesto a hacer, incluso al precio de cualquier sacrificio, y siempre sobre la base de la verdad y el respeto.
En fecha tan temprana como marzo de 1959, recién llegada la Revolución al poder, Fidel educaba que "La unión no se producirá por acuerdo un día a una hora determinada. Será un proceso histórico en la medida en que se tome conciencia de este fenómeno, en la medida en que los pueblos se liberen y en la medida en que comprendan que para cada uno de nuestros pueblos hay una sola verdad: solo hay porvenir en la unión, solo hay salvación en la unión".
Y añadía: "(…) ¡Juntos debemos estar todos los que hemos sufrido injusticias! ¡Juntos debemos estar todos los que hemos sido víctimas de algún atropello, de algún abuso, de alguna explotación! ¡Debemos estar juntos los que en el campo han vivido sin tierras; juntos hemos de estar los que en las ciudades han tenido que pasar hambre y han tenido que sufrir la injusticia social, la discriminación; juntos deben estar todos los hombres que se quedaron analfabetos; juntas deben estar todas las familias que han tenido que sufrir las consecuencias de la politiquería, las consecuencias de la corrupción, las consecuencias de los malos gobiernos, y las traiciones que se han cometido con la república; junto tiene que estar todo el pueblo! Porque, ¿cómo vamos a marchar por un lado unos y por otro lado otros? En esta hora de dar la batalla a favor de la justicia, todo el pueblo tiene que estar junto, (…); y los únicos interesados en que no estemos juntos son los enemigos de la Revolución, los únicos interesados en procesar la intriga, son los enemigos de la Revolución (…)."
A lo que añadía un año después, en 1960, cuando ya el país vivía en franca guerra contra el Imperio: "El Gobierno Revolucionario no necesita buscar apoyo en el control de instituciones determinadas. Su fuerza está en la plaza pública y no en los recintos. Su respaldo está en el pueblo donde quiera que este se encuentre: sean estudiantes, campesinos u obreros, sin distinciones de banderas políticas, porque en Cuba hoy no cabe otras división que no sea entre los que están con la Revolución y los que están contra ella".
"(…) cada día es más sólida la unión entre todos los elementos de la Revolución, (…) cada día es mayor la conciencia revolucionaria del país y cada día es más firme la convicción de que esa es nuestra fuerza, y de que esa fuerza hay que mantenerla y consolidarla, y consolidarla con el pueblo (…)."
"(…) Cuando un pueblo se encara a una tarea como la que se ha encarado el pueblo de Cuba, cuando un pueblo, pequeño como el de Cuba, tiene adversarios poderosos como tiene Cuba hoy, todas las contingencias deben ser previstas, y ese pueblo debe saber qué es lo que tiene que hacer, y lo que tiene que hacer antes que nada, es saber que nunca puede dividirse ante una acción del enemigo, y que la reacción del pueblo es estrechar filas siempre. (…)"
"Cuando un pueblo es dueño de su destino, pasa eso, cuando un pueblo adquiere conciencia de su historia, pasa eso: ¡Se vuelve una sola fuerza, se vuelve un solo brazo, un solo abrazo, un solo pensamiento!"
"¡Atrás, atrás el espíritu egoísta, atrás el individualismo! El hombre solo no tiene fuerza; solo la sociedad tiene fuerza; solo el pueblo tiene fuerza."
Años más tarde, ya con un partido revolucionario unido, fruto de la fusión de todas las organizaciones y partidos participantes en la lucha, Fidel hacía la siguiente evaluación:
"(…) las masas de nuestro pueblo comprendieron desde el primer momento la necesidad de la unidad, y la unidad se convirtió en una cuestión esencial para la Revolución , la unidad se convirtió en un clamor de las masas, la unidad se convirtió en una consigna de todo el pueblo. (…)"
"Porque cuando decimos pueblo hablamos de revolucionarios; cuando decimos pueblo dispuesto a combatir y a morir, no pensamos en los gusanos ni en los pocos pusilánimes que quedan: pensamos en los que tienen el legítimo derecho a llamarse cubanos y pueblo cubano, como tenían legítimo derecho de llamarse nuestros combatientes, nuestros mambises. Un pueblo integrado, unido, dirigido por un partido revolucionario, partido que es vanguardia militante."
Y volvía a recordarnos: "Martí hizo un partido —no dos partidos, ni tres partidos, ni diez partidos—, en lo cual podemos ver el precedente más honroso y más legítimo del glorioso Partido que hoy dirige nuestra Revolución: el Partido Comunista de Cuba, que es la unión de todos los revolucionarios, que es la unión de todos los patriotas para dirigir la Revolución y para hacer la Revolución , para cohesionar estrechamente al pueblo. Porque fue la desunión lo que mató la idea de la independencia en la guerra de 1868 a 1878, y fue precisamente la unión lo que le dio la victoria a nuestro pueblo; la unión, la que hizo posible la guerra de 1895; y la unión, la que hizo posible la consolidación de la Revolución en 1959"
"¡Lo que dieran los imperialistas por tener a este pueblo dividido en dos fragmentos, en tres fragmentos, en cien fragmentos! ¡Qué fácil sería entonces desembarcar aquí y pisar con sus botas en el corazón de nuestro pueblo! ¡Qué maravilloso sería para el imperialismo que este pequeño país que con tanta energía, con tanto valor, con tanta decisión se le ha opuesto durante tantos años pudiera ser vencido y ocupado fácilmente!”
Ya en los años noventas, cuando se contaban los días de nuestra desaparición, y nadie creía en nosotros, excepto algunos pocos hermanos de verdad, como el pueblo salvadoreño y el mil veces heroico y glorioso partido FMLN, Fidel advirtió: "Por eso nosotros resaltamos tanto la unidad, y por eso cuando en días recientes conversaba con un grupo de parlamentarios europeos que abordaban este tema, les decía: ¡Nuestro Pacto de Varsovia y nuestra OTAN es la unidad del pueblo! Con esa unidad, este pequeño país se defiende, se ha defendido y se defenderá contra ese colosal imperio reaccionario y agresor que tenemos enfrente; ¡y no permitiremos jamás nada que debilite la unidad de nuestro pueblo, que divida a nuestro pueblo! De modo que respecto a esto no puede quedar ninguna duda, y esa unidad detrás de las ideas revolucionarias, detrás de la concepción social más justa que ha conocido jamás la humanidad, que es la idea del socialismo y del comunismo, será mantenida y defendida a cualquier precio.
"Solo les digo que la Revolución tiene que ser más inteligente que el imperialismo, más inteligente que sus enemigos y que debe prever cada una de las cosas que puedan hacer, cada una de las cosas que hacen y por qué las hacen, con qué objetivos y cómo combatirlas. Uno de los objetivos principales es dividir, por eso es tan importante unir, mantener la cohesión y la disciplina en las filas porque, desde luego, la estrategia imperialista es agrietar las filas del pueblo, promover conflictos internos y encontrar en ello una justificación para la intervención militar en nuestro país"
Ahora bien, en el pensamiento de Fidel la unidad no es solo para la lucha política sino que está en la integración económica, social y el mejoramiento de nuestros pueblos americanos.
Desde el mismo triunfo de la Revolución, proclamó: "(…) Yo quisiera, un sueño que tengo en mi corazón -y creo que lo tienen todos los hombres de la América Latina-, sería ver un día a la América entera unida, y no solamente dándonos la mano ahora por resolver nuestro problema, sino ser todos una sola fuerza como deberíamos serlo, porque tenemos la misma raza, el mismo idioma y el mismo sentimiento".
Ese día, el día de su sueño, que es el mismo sueño de bolívar, de Morazán, de Martí, de Sandino, de Farabundo, del Che, de Schafik, de Lula, de Chávez, es nuestro presente, cuando desde los tradicionales pero renovados espacios de integración y desde los más nuevos y revolucionarios, como la Alianza Bolivariana para las Américas y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, estamos levantando el edificio de la América nuestra.
Ahora bien, Fidel, que es un gran soñador, es siempre realista, y no cesa de prevenirnos: "La unión no se producirá por acuerdo un día a una hora determinada. Será un proceso histórico en la medida en que se tome conciencia de este fenómeno, en la medida en que los pueblos se liberen y en la medida en que comprendan que para cada uno de nuestros pueblos hay una sola verdad: solo hay porvenir en la unión, solo hay salvación en la unión".
Si alguien aún duda de lo que afirmo, que vea en el ejemplo de mis cinco hermanos presos injustamente por luchar contra el terrorismo, lo que significa la convicción de luchar unidos. Ni las torturas físicas y psicológicas, ni las presiones políticas y judiciales a que han sido sometidos, ni el aislamiento, ni los intentos de chantaje, de obligarlos a que nieguen a su Patria, han funcionado con ellos, por una sencilla razón: aunque separados, han actuado como su propio pueblo, unidos por sus ideas y convicciones, como las cinco puntas de la estrella solitaria de nuestra bandera, que simboliza la unidad de todos los cubanos.
Por todo eso permítanme dedicarle a Fidel, a Salvador y a todos los que día a lucha luchan por la unidad de los pueblos, de los revolucionarios y de las naciones este esfuerzo, con la convicción más profunda de eso que cantamos, de que un pueblo unido jamás será vencido, solo es verdad, si la unidad habita en nosotros, si aprendemos a ver el bosque y no solo los árboles, si el horizonte es el punto donde el sol amanece y no el marco de la ventana desde donde miramos y si, por sobre todas las cosas, somos lo suficiente humildes para reconocer, siempre que somos hijos de un pueblo, de unas circunstancias y de una historia y que no tenemos derecho a ser indignos, ni desagradecidos ni desleales.
Me inclino con humildad ante el pueblo salvadoreño y espero que, al servir al mío, también le haya sido útil.
Muchas gracias
Palabras del Embajador de Cuba en El Salvador, durante la presentación del libro “La unidad nacional: cimiento de independencia y victoria”, con motivo del 87 aniversario del líder histórico de la revolución cubana,Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Centro Cultural Nuestra América, San Salvador, 9 de agosto de 2013.

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