viernes, febrero 05, 2021

SOMOS CONSCIENTES DE QUE VENCEREMOS EN ESTE DESAFÍO ENTRE HUMANISMO Y BARBARIE

Que a nadie –amigos y adversarios- le quepan dudas de que las amenazas han forjado el carácter de nuestra Nación por 150 años y han enraizado el amor de los cubanos a la libertad, la dignidad, la justicia, la solidaridad y la paz. Nuestra prosperidad no tiene otro precio que no sea el de nuestro sudor y sacrificio. No dependemos de pagos ni favores foráneos. No nos escudamos en frases mutiladas de Martí, ni usamos a la Patria para servicios de apostasía. Somos conscientes que venceremos en este desafío entre humanismo y barbarie, y creemos, como proclamó nuestro pueblo hace 59 años, que “esta gran humanidad ha dicho “¡Basta!” y ha echado a andar.  Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia”.
Vea el panel con participación de Mónica Valente, Secretaria Ejecutiva del Foro de Sao Paulo, en https://www.facebook.com/pcaarg/videos/742902339936117/?t=481  

PALABRAS DE PEDRO P. PRADA, EMBAJADOR DE CUBA EN ARGENTINA, EN EL ENCUENTRO VIRTUAL “CUBA, LÍDER MUNDIAL EN SALUD, SUFRE NUEVAS AMENAZAS”, ORGANIZADO POR EL FORO DE SAO PAULO Y LOS PARTIDOS ARGENTINOS QUE LO INTEGRAN.

BUENOS AIRES, 4 DE FEBRERO DE 2021

Muy buenas tardes a todos los participantes en este encuentro virtual.

Saludo a la compañera Mónica Valente, Secretaria Ejecutiva del Foro de Sao Paulo, y en ella, al Partido de los Trabajadores de Brasil, al pueblo brasileño y a su indiscutible líder, el compañero Lula.

Saludo a los partidos y organizaciones hermanas del Foro de Sao Paulo, en particular a sus miembros en Argentina, por esta feliz iniciativa, que agradezco en nombre de cientos de miles de militantes del Partido Comunista de Cuba y de todo nuestro pueblo.

Saludo también de manera muy especial al hermano pueblo argentino, unido hoy para recuperar a su país, y a todos aquellos que en cualquier lugar de Nuestra América estén siguiendo este intercambio y compartan nuestros sueños por una América Latina y Caribe unidos y un mundo mejor y más justo.

Es un honor acudir a un encuentro con miembros de un Foro fundado por Fidel y Lula para enfrentar la crisis de ideas surgida del derrumbe del socialismo soviético y europeo, frenar el avance neoliberal en la región y promover el antimperialismo, la concertación y la unidad en la lucha de nuestros pueblos.

El Foro de Sao Paulo es un espacio que siempre ha promovido la solidaridad con causas populares de la región como las de las revoluciones de Venezuela y Nicaragua, los procesos políticos en Brasil, Bolivia, Ecuador y México, la soberanía argentina sobre las Malvinas, la independencia de Puerto Rico y autodeterminación socialista en Cuba.

Por eso es imposible referirnos al tema que nos convoca si no lo ubicamos en su espacio continental y circunstancias históricas.

Desconozco si fue premeditado, pero los organizadores de este encuentro fueron precisos en escoger la fecha del 4 de febrero.

Un día como hoy, hace 59 años, el pueblo de Cuba reunido en Asamblea General en la Plaza de la Revolución José Martí, aprobó por aclamación la histórica Segunda Declaración de La Habana.

También un día como hoy, hace 29 años, el pueblo de Venezuela lanzó una rebelión cívico-militar para derrocar el orden neoliberal que había sumido a uno de los países más ricos de la tierra en un caos, y había causado la muerte de miles de venezolanos. De aquel día de rebeldía y dignidad nació la revolución bolivariana y el comandante Hugo Chávez se convirtió en su líder indiscutible.

El Foro, los partidos y la audiencia preguntan por qué Cuba, líder mundial en salud, sufre hoy nuevas amenazas y más agresiones.

Ante todo, es necesario recordar los “pecados” de Cuba:

La revolución que triunfo en 1959 desató un torbellino de profundas transformaciones políticas, económicas, culturales y sociales en un país que, como reconoció el presidente John F. Kennedy en su momento, fue profundamente dañado por las políticas de Estados Unidos.

Recordemos que la revolución encontró un país que con una población de 6 millones y medio de habitantes tenía poco más de 6 mil médicos, la mitad de los cuales abandonó el país en aquel momento. Existían 97 hospitales, con 28 536 camas. Uno solo era rural: poseía 10 camas y carecía de médico. Y se contaba con una sola escuela de Medicina. En consecuencia, los principales indicadores de salud estaban seriamente afectados: la esperanza de vida al nacer era de entre 35 y 58 años, la mortalidad infantil: 60 por cada mil nacidos vivos, los partos eran extrahospitalarios en su mayoría, lo que ocasionaba un elevado número de muertes, el acceso a las instituciones públicas de salud lo determinaba la recomendación de un político, y el presupuesto estatal de la salud era de 20 millones de pesos[1].

La revolución cubana organizó de inmediato la formación emergente de médicos, la expansión de los servicios de salud, especialmente en el área rural, introdujo las vacunaciones masivas y, paulatinamente fue reduciendo hasta eliminarlos los servicios privados.

Se creó el Ministerio de Salud Pública y se construyó un sistema nacional de salud único, integrado y de acceso universal y gratuito con igualdad de atención y derechos para todos los ciudadanos y promotor de la solidaridad con otros pueblos.

Se expandieron y democratizaron los estudios de medicina y enfermería, añadiéndose otras carreras técnicas de la salud.

Se estableció un sistema de Atención Primaria que hoy cuenta con 440 policlínicos y más de 20 mil consultorios del médico de la familia, así como un nivel de Atención Secundaria, con casi 300 hospitales provinciales, centros y clínicas; y un nivel Terciario, con decenas de institutos, hospitales y centros de investigación nacionales.[2]

A ellos se sumó años más tarde un pujante complejo de centros de investigación e industrias consagradas a la biotecnología, la ingeniería genética, la nanotecnología y la producción de medicamentos y equipos médicos.

La joya de todo este entramado son los más de 100 mil profesionales de salud cubanos y los más de 15 mil extranjeros formados por la revolución, que han hecho posible que Cuba sea el país del mundo con la más alta tasa de médicos por habitantes. Médicos de ciencia y de conciencia, verdaderos ángeles guardianes de la vida, como los llamó Fidel Castro, dispuestos a llevar su servicio a cualquier lugar del mundo que los necesite.

Como consecuencia de todos estos esfuerzos, el país erradicó en poco tiempo enfermedades como la poliomielitis, el tétanos neonatal y la fiebre tifoidea. Casi se suprimieron el sarampión, la rubeola, la parotiditis y la tuberculosis. Cuba se convirtió en el primer país del mundo en eliminar la transmisión del VIH-sida por vía materna.

Muchos en el mundo se negaron a reconocer los resultados hasta que comenzaron a golpearlos los indicadores de salud cubanos, que colocaron al país a la cabeza del mundo, al lado o por delante de las grandes potencias y de países con muchos más recursos. Para otros ha sido un ejemplo inspirador.

¿Cómo fue posible ese milagro?

Primero: por la voluntad política de un Estado y de un gobierno que reconoció la salud humana como un derecho humano y que democratizó su disfrute, además.

Segundo: por la prioridad que se le otorgó a la salud pública en el presupuesto del Estado, donde hoy absorbe más de su 20%, equivalente a unos 15 mil millones de dólares.

Tercero: porque rescató toda la tradición e historia de la escuela cubana de salud desde el siglo XVIII y la fundió con todo el conocimiento más avanzado del mundo al que pudo acceder. Para ello, el país había emprendido antes otra hazaña de la que este año se cumplirá el 60 aniversario: la plena eliminación del analfabetismo y el lanzamiento de una profunda revolución educacional y cultural.

Cuarto: porque al mismo tiempo que el país sufría agresiones, invasiones, terrorismo y un cruel y prolongado bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos, los cubanos se crecieron por encima de los daños y de sus posibilidades y compartieron de forma solidaria sus conocimientos y su sacrificio con otros pueblos.

Más de 400 mil trabajadores de la salud cubano han acudido en ayuda de más de 80 naciones del mundo a lo largo de 60 años. Ello ha sido especialmente notable en tiempos de pandemia, con el exitoso despliegue en los cinco continentes del Contingente Henry Reeve, de Médicos especializados en desastres y graves epidemias, lo que les mereció la postulación para el Premio Nobel de la Paz.

La hazaña de los trabajadores cubanos de la salud en la batalla contra la covid-19 parece no ser muy diferente a la de sus colegas del resto del planeta, que a diferencia de Cuba deben enfrentar la agudización de la crisis capitalista y el fracaso de los modelos neoliberales, el colapso de los sistemas sanitarios y la rapiña entre farmacéuticas y gobiernos por los mercados de vacunas, despreciando los llamados de Naciones Unidas a la solidaridad y la cooperación internacional.

Sin embargo, esa misma hazaña adquiere proporciones homéricas en Cuba cuando se conoce que ha tenido lugar en un tiempo en el que el gobierno de Washington implementó más de 240 acciones para derrocar a la revolución cubana, incluidos más de 60 actos sádicos de bloqueo, desacreditó a nuestros médicos, saboteó su solidaria entrega, y financió decenas de actos de terrorismo y subversión contra el pueblo y sus instituciones, promoviendo el odio entre y contra los cubanos. Para mayor cinismo nos calificó de patrocinadores del terrorismo por haber sido íntegros en cumplir nuestros compromisos respecto al proceso de paz en Colombia.

Nunca olvidamos una advertencia de José Martí, el apóstol de nuestra libertad e independencia: “A un plan obedece nuestro enemigo: el plan de enconarnos, dispersarnos, dividirnos, ahogarnos. Por eso obedecemos nosotros a otro plan: enseñarnos en toda nuestra altura, apretarnos, juntarnos, burlarlo (…) Plan contra plan. Sin plan de resistencia no se puede vencer un plan de ataque.”[3]

El país venía de grandes y democráticos debates de millones de cubanos para rediseñar el modelo político, económico y social a la medida de los nuevos tiempos y construir un nuevo pacto social revolucionario cuya expresión más acabada resultó en 2019 la redacción colectiva y aprobación aplastante en referendo de una nueva Constitución.

El país había acumulado una gran experiencia en la gestión de crisis y situaciones complejas de todo tipo, incluidas agresiones biológicas y epidemias infligidas, y había participado en la solución de numerosas emergencias internacionales como las epidemias de cólera en Haití y ébola en África. Disponía de estructuras, leyes, conocimiento, cultura, ciencia, disciplina, organización y unidad ciudadanas, y las hizo coincidir en un Programa Nacional y protocolos médicos que, una vez probados en el fuego de la covid, compartió con otros pueblos del mundo.

La industria del conocimiento –las instituciones médicas y científicas y las universidades- unió fuerzas, en vez de competir como en otras partes del mundo, y le entregó al país no solo un cuadro de 23 medicamentos revolucionarios, sino la promesa de cuatro candidatos vacunales que despejaron el horizonte y abrieron el camino hacia una inmunización soberana de los cubanos, que nos hemos expresado dispuestos a compartir también sin afanes de lucro con otros pueblos.

Bajo la dirección del Partido Comunista de Cuba y del Gobierno revolucionario, con el liderazgo del compañero Raúl Castro, del presidente Miguel Díaz-Canel y del Primer Ministro Manuel Marrero, desplegados en todo el territorio, los cubanos hemos enfrentado la crisis y puesto bajo control a la pandemia, no sin pagar un costo en víctimas, que para otros puede ser insignificante, pero que para nosotros es inmenso, por el valor de cada vida.

Por todo ello se ha atacado a Cuba con fiereza en el último año. Por todo ello se han desviado decenas de millones de dólares del contribuyente estadounidense para financiar a organizaciones e individuos que sin pudor alguno proclaman su carácter mercenario, tarifando sus servicios según el alcance público de la acción que cometan y el daño físico o moral que cause a Cuba.

Se han ensañado contra la cultura cubana, espada y escudo de nuestra Nación, donde se resume toda la historia, ideología, arte y literatura que hemos producido durante siglos. ¡Ni la enseña nacional ni José Martí se ha salvado de los ataques! La estulticia, la indecencia, el odio y la difusión impúdica de mentiras son las mismas que hemos visto entre los promotores y autores del asalto al Capitolio de Washington y en las prácticas de las corruptas derechas latinoamericanas.

A Estados Unidos nada debe Cuba. Nuestro gobierno ha expresado su disposición a una relación respetuosa y de cooperación en todo lo común mayoritario, más allá de los antagonismos inobjetables entre dos países diferentes. Reconstruir lo dañado, si hubiera voluntad política para ello, será tarea grande, sin excluir el fin del bloqueo.

A la América Latina y el Caribe, ¡Nuestra América!, sí nos debemos. De ella somos hijos y parte inalienable. Cuando sus gobernantes nos dieron la espalda, sus pueblos siempre nos acompañaron. Siempre lo han hecho. Unos versos de Nicolás Guillén dedicados a la Argentina y al Che, que aprendí en mi niñez y siempre recuerdo, lo ejemplifican:

Como si San Martín la mano pura
a Martí familiar tendido hubiera,
como si el Plata vegetal viniera
con el Cauto a juntar agua y ternura,

Así Guevara, el gaucho de voz dura,
brindó a Fidel su sangre guerrillera
y su ancha mano fue más compañera
cuando fue nuestra noche más oscura…[4]

Lo dijo Fidel Castro en aquel histórico discurso que el pueblo, con sus brazos en alto, convirtió en Segunda Declaración de La Habana:

“Cuba y América Latina forman parte del mundo.  Nuestros problemas forman parte de los problemas que se engendran de la crisis general del imperialismo y la lucha de los pueblos subyugados; el choque entre el mundo que nace y el mundo que muere.”[5]

Podríamos añadir que Cuba y América Latina y el Caribe saben hoy que esa lucha y la solución de los problemas no son posibles sin la concertación, la integración y la unidad de nuestros pueblos y estados nacionales en esa gran nación que soñó Bolívar. Divididos y disminuidos nunca. Sumados y multiplicados siempre.

¿Qué son el Foro de Sao Paulo, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, el ALBA-TCP, la UNASUR, el SICA, la CARICOM, incluso el Grupo de Puebla, sino esos espacios diversos y genuinos donde nos encontramos, nos identificamos y nos alzamos con voz propia y sin vergüenza ante el mundo para defender nuestros propios valores e intereses y construir el sueño de la Patria Grande?

¿Tiene sentido la vida sin la utopía de caminar hacia ese horizonte, como aludía el gran intelectual argentino Fernando Birri?

Por eso, hijo como soy de la Revolución y comprometido con su destino, retomo a aquel Fidel inmenso de 1962 cuando proclamó, para que la historia le vuelva a dar la razón hoy:

“Resistiremos en todos los campos:  resistiremos en el campo de la economía; seguiremos avanzando en el campo de la cultura (…)  la patria no trabaja para hoy, la patria trabaja para mañana.  Y ese mañana lleno de promesas no podrá nadie arrebatárnoslo, no podrá nadie impedírnoslo, porque con la entereza de nuestro pueblo lo vamos a conquistar, con el valor y el heroísmo de nuestro pueblo lo vamos a conquistar”.[6]

Que a nadie –amigos y adversarios- le quepan dudas de que las amenazas han forjado el carácter de nuestra Nación por 150 años y han enraizado el amor de los cubanos a la libertad, la dignidad, la justicia, la solidaridad y la paz. Nuestra prosperidad no tiene otro precio que no sea el de nuestro sudor y sacrificio.

No dependemos de pagos ni favores foráneos. No nos escudamos en frases mutiladas de Martí, ni usamos a la Patria para servicios de apostasía.

Somos conscientes que venceremos en este desafío entre humanismo y barbarie, y creemos, como proclamó nuestro pueblo hace 59 años, que “esta gran humanidad ha dicho “¡Basta!” y ha echado a andar.  Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia”.[7]

Muchas gracias.


[1] Sintes Jiménez, Miladys: Evolución del sistema de salud cubano. En Revista Médica Electrónica vol.33 no.4 Matanzas jul.-ago. 2011. Descargado de Internet el 3 de febrero de 2021 en http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1684-18242011000400019

[2] MINSAP: Anuario Estadístico de Salud 2019. Descargado de Internet el 3 de febrero de 2021 en https://files.sld.cu/bvscuba/files/2020/05/Anuario-Electr%c3%b3nico-Espa%c3%b1ol-2019-ed-2020.pdf

[3] Martí, José: “Adelante, Juntos”, Obras Completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, T. 2; p 15

[4] Guillén, Nicolás: “Che Guevara”, citado en José Luis Serrano: Tres sonetos de Nicolás Guillén. Descargado de Internet el 3 de febrero de 2021 en https://edicioneslaluz.cubava.cu/2020/07/tres-sonetos-de-nicolas-guillen/

[5] Castro, Fidel. Discurso pronunciado por el comandante Fidel Castro Ruz, Primer Secretario de la Direcciona Nacional de las ORI y primer ministro del Gobierno Revolucionario, en la Segunda Asamblea Nacional del pueblo de Cuba, celebrada en la Plaza de la Revolución, el 4 de febrero de 1962. Descargado de Internet el 3 de febrero de 2021 en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1962/esp/f040262e.html

[6] Castro, Fidel: Op. Cit.

[7] Castro, Fidel: Op. Cit.

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