lunes, octubre 21, 2024

APAGADOS PERO NO VENCIDOS

Apagada la electricidad pero bien encendida la luz de los corazones y de las ideas que nos sostienen, los cubanos no estamos n
i derrotados ni vencidos. Solo hay una alternativa: lucha eterna, porque la calma sólo existe en sueños. Este es el testimonio de una periodista cubana, la misma que una vez corrió al ojo de un huracán mortal para compartir destino de quienes se refugiaban y mostrar la verdad al pueblo cubano; que también se arriesgó en las guarimbas de Caracas para contárnoslas sin mascaradas por teleSur; y que ahora tiene responsabilidades profesionales, patrióticas y como madre, por lo que sufre y se enardece. Siento por ella respeto y orgullo.

CUBA, APAGADA PERO NO VENCIDA
Por: Laura Prada Arias @lpradarias

Hace ya más de 72 horas sin luz. La última vez que estuve tantos días sin energía eléctrica fue en Venezuela, en marzo de 2020, cuando un ataque al sistema electroenergético nacional tuvo al país una semana sin electricidad. El origen, el mismo: un enmarañado régimen de sanciones y bloqueo; la negativa de un país poderoso a aceptar la voluntad de los pueblos independientes y decididos a labrar su propio camino. En ese momento estuvimos pie en tierra, informando a Venezuela y al mundo lo que allí sucedía, sin importar sueño, hambre, cansancio… Hoy, cuatro años después, un ataque similar, consecuencia de un bloqueo de hace más de 60 años, ha hecho que el sistema electroenergético de Cuba colapse y desconecte al país de punta a punta. Igual que entonces, estamos listos para lo que venga. La única preocupación, ahora tienes a un niño de tan solo tres años a tu cuidado. El fuego que te arde por salir a mostrar lo que pasa te quema. Sientes que las paredes de la casa te oprimen. Sabes que tu deber es informar y salir a desmontar las mentiras que se tejen sobre lo que sucede. Mientras, escucho al fondo alguna que otra cazuela buscando que le hagan coro y los gritos de quienes apostaron a la lotería de la bolita y perdieron. Un “Mamá, quiero agua” rompe el letargo. Corro a la cocina a satisfacer la sed de Ernesto, el niño de tres años que pregunta desde hace tres días “¿a qué hora regresa la luz?” Afuera llueve y se arremolina el viento, regreso a la sala a chequear que no entre agua, vuelvo a revisar que no se queme la comida, subo a la punta de una escalera a buscar señal y datos. A lo lejos se escuchan los ecos de plantas eléctricas. Dicen que se ilumina de a poco la isla. Un mapa con puntos verdes y amarillos circula en redes sociales y se comparte en los grupos. La incertidumbre a veces se adueña de mí, las ansias de salir a contar lo que pasa afuera quedan opacadas, anuladas, ante la responsabilidad mayor de proteger a ese niño. Mientras descansa, retomo mi recorrido por la casa en búsqueda de un punto de conectividad. Hay algo que no se me va de la mente y ando repitiendo hace horas. Esta es la realidad del jodido bloqueo yankee. Este es uno de sus tantos rostros y hoy le estamos viendo a los ojos. Hace más de 72 horas Cuba está apagada, pero no vencida. ¡Abajo el Bloqueo, Carajo!

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