La reapertura de la Embajada de Cuba en El Salvador deparó a los
integrantes de esa misión estatal y a muchos salvadoreños una sorpresa que ni
los que más conocían de las relaciones entre los dos países la sospechaban.
El 8 de enero,
cuando se conmemoraba el 51 aniversario de la entrada triunfal a La Habana del
Ejército Rebelde encabezado por Fidel, en San Salvador se concluía con una
sencilla ceremonia el proceso de establecimiento de la misión estatal de nuestro país la izada de la Bandera de la estrella solitaria, el canto del Himno de
Bayamo, la firma del Código de Ética por parte de los compañeros. Hasta ahí
todo debió ser un acto íntimo, de compromiso con la patria y el pueblo, que
tenía solo de testigos a una representación de la brigada médica que trabaja en
este país desde el pasado mes de noviembre, tras el azote de la tormenta Ida.