...Se puede ser adversario ideológico, pero no farsante. Si la revolución cubana no fuera profundamente libertaria y democrática no estaría en el poder, ni los cubanos habríamos resistido más de 60 años de bloqueos y agresiones, ni practicado la solidaridad con el mundo que nos apoya, ni sabríamos apreciar la dignidad que nos sostiene y la vida que se nos niega... Así respondí a Luis Almagro Lemes, Secretario General de la OEA, quien en unas declaraciones recogidas por el Portal argentino de noticias INFOBAE, profirió graves ofensas contra Cuba y los cubanos. Envié la respuesta a ese medio y no fue publicada: Buenos
Aires, 29 de marzo de 2020
Año 63 de la
Revolución
Sra. Valeria
Cavallo
Directora
INFOBAE
Sra.
Directora:
Soy lector
atento de su portal de noticias y no suelo reaccionar a lo que sobre mi país
ese medio y otros publican. Sin embargo, ante la gravedad del tema, no puedo
menos que responder las declaraciones del Sr. Luis Almagro, publicadas este
lunes, que no solo difaman y ofenden profundamente a Cuba y a los cubanos, sino
que revelan su absoluta complicidad con la política de Estados Unidos y
alientan sus prácticas corruptas y criminales.
El Sr.
Almagro sabe perfectamente que la declaración unilateral, ilegal y espuria de
Cuba como “estado patrocinador del terrorismo” hecha por el gobierno de Donald
Trump antes de abandonar la Casa Blanca e inscrita en el registro federal por
el actual gobierno que preside Joe Biden, dos días después de llegar a
Washington, es falsa de principio a fin, y constituye una herramienta electoral
y política para justificar su impresentable política con respecto a mi país, en
particular, su prolongado bloqueo económico, comercial y financiero.
El Sr.
Almagro como titular de un organismo regional y como ciudadano de un país que
sufrió el terrorismo de Estado y aún padece sus consecuencias, debería
distinguir perfectamente de qué se trata; pero hace tiempo se distanció de esa
realidad y su actual percepción carece de todo crédito, cuando ha silenciado el
terrorismo contra los gobiernos democráticamente electos de Venezuela,
Nicaragua y Bolivia y ha sido cómplice de conjuras antidemocráticas para
propiciar su derrocamiento.
El Sr.
Almagro miente y ofende al hablar de actos de terror en Cuba. Los conocidos son
los que financia el gobierno de los Estados Unidos, canalizados a través de
ONGs, para que grupos en Miami contraten a través de las redes sociales a
personas en Cuba con tarifas que van desde una recarga telefónica hasta cientos
o miles de dólares por sabotear el patrimonio y asesinar.
El Sr.
Almagro conoce un documento del gobierno de Estados Unidos que dice
textualmente que “el único modo previsible de restarle apoyo interno (al
gobierno cubano) es mediante el desencanto y la insatisfacción que surjan del
malestar económico y las dificultades materiales… hay que emplear rápidamente
todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba… una línea
de acción que… logre los mayores avances en la privación a Cuba de dinero y
suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales,
provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.
Esa conducta
delincuencial está descrita en la Convención de las Naciones Unidas para la
prevención y la sanción del delito de genocidio, que entiende como tales los
atentados graves contra la integridad física o mental de los miembros de un
grupo humano y el sometimiento intencional del grupo a condiciones de
existencia que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial (Art.1.b
y 1.c).
El Sr.
Almagro no ignora que los actos de terror y amedrentamiento contra ciudadanos
cubanos han dejado el doloroso saldo de 3487 cubanos muertos y 2099
discapacitados. También es consciente de la existencia del bloqueo y de los
daños que ha causado a la economía cubana en 60 años, superiores, a precios
constantes del oro, a un billón (un millón de millones) de dólares. Es testigo,
porque fue Canciller, que durante los últimos casi treinta años el mundo lo ha
condenado de forma casi unánime por ilegal, injusto y éticamente inaceptable.
Está al
corriente también de que el uso de regulaciones migratorias contra Cuba
convirtió el estrecho de la Florida en un cementerio y que 14 mil niños cubanos
fueron arrancados de sus familias con falsos pretextos, en una operación de la
CIA para dañar a la revolución cubana. No debería desconocer que, incluso en
condiciones de la pandemia, el gobierno de ese país ha impedido el acceso del
mío a respiradores, medicamentos e insumos para enfrentar la covid.
Cuba está
muy bien al tanto de lo que disponen las once convenciones de las Naciones
Unidas contra el terrorismo porque, habiendo sido víctimas, fuimos sus
copatrocinadores, junto con Estados Unidos, en los días aciagos posteriores al
11 de septiembre de 2001, cuando Almagro no era precisamente uno de sus más
fervientes defensores. Invocarlas ahora, para defender a mercenarios pagados
por el gobierno de Estados Unidos, que simulan una huelga de hambre, es una
expresión de su estolidez moral y su absoluta devaluación política.
Señora
Directora, se puede ser adversario ideológico, pero no farsante. Si la
revolución cubana no fuera profundamente libertaria y democrática no estaría en
el poder, ni los cubanos habríamos resistido más de 60 años de bloqueos y
agresiones, ni practicado la solidaridad con el mundo que nos apoya, ni
sabríamos apreciar la dignidad que nos sostiene y la vida que se nos niega.
Le
agradecería publique esta respuesta.
Pedro P.
Prada
LAS DECLARACIONES DE ALMAGRO:
Las democracias deben reconocer a Cuba como Estado
terrorista (Infobae)
La naturaleza del régimen de
Cuba ha sido precisada por la Organización de Estados Americanos (OEA)
-Secretario General Luis Almagro- reconociendo que “la dictadura de la Habana
aplica el terrorismo de estado contra sus ciudadanos”.
Con pruebas actuales de la
reincidencia del régimen que durante 62 años “ejecuta actos de violencia para
infundir terror” interna e internacionalmente, el mensaje “es hora que la
democracia retorne a Cuba” urge a los gobiernos democráticos reconocer a Cuba
como “estado terrorista”.
Terror es el “miedo intenso”,
la “angustia extrema por un riesgo o daño real o imaginario”. El terrorismo es
“el uso sistemático del terror”.
La Convención Internacional
para la Supresión de la Financiación del Terrorismo de las Naciones Unidas de
1999 reconoce como “acto terrorista” el “destinado a causar muerte o lesiones
corporales graves a un civil o a cualquier otra persona… Cuando el propósito de
dicho acto, por su naturaleza o contexto, sea intimidar a una población u
obligar a realizar un acto o a abstenerse de hacerlo”.
El Terrorismo de Estado
-Enciclopedia Encarta- es el “uso sistemático, por parte del gobierno de un
Estado, de amenazas y represalias, considerado a menudo ilegal dentro incluso
de su propia legislación, con el fin de imponer obediencia y una colaboración activa
a la población”.
El jurista Ernesto Garzón
define: “un sistema político cuya regla de reconocimiento permite o impone la
aplicación clandestina, impredecible y difusa, también a personas
manifiestamente inocentes, de medidas coactivas prohibidas por el ordenamiento
jurídico proclamado, obstaculiza o anula la actividad judicial y convierte al
gobierno en agente activo de la lucha por el poder.
Los “Países patrocinadores del
terrorismo internacional” es una “designación aplicada por el Departamento de
Estado de los Estados Unidos a países que la administración estadounidense
considera como colaboradores de organizaciones terroristas”.
Cuba está así calificada, pero
sus acciones son más que patrocinio, son ejercicio habitual y reincidente del
terrorismo de estado interna e internacionalmente.
El reconocimiento de la OEA
que Cuba aplica el terrorismo de estado contra sus ciudadanos ha sido hecho en
el contexto de reclamar por un grupo de activistas cubanos que se encuentran en
“huelga de hambre en defensa de los derechos humanos en Cuba”, 55 personas en
Cuba y 8 en el extranjero que denuncian la represión policial contra miembros
de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU).
Este es solo un
incidente de los miles de acciones de terrorismo de estado que el régimen
castrista ejecuta desde hace más de 62 años.
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