Celebrar la vida y el legado del Che es una obligación, no solo de los revolucionarios cubanos, de los revolucionarios latinoamericanos y caribeños. Es una obligación de todos aquellos que creemos que un mundo mejor es posible, que vemos a la humanidad como nuestra Patria, y que hemos comprendido que la razón de existir de los seres humanos tiene que ser la solidaridad y el amor entre ellos.
PALABRAS DEL EMBAJADOR DE CUBA PEDRO P. PRADA EN EL ACTO CON MOTIVO DEL 94 ANIVERSARIO DEL NATALICIO DEL COMANDANTE ERNESTO CHE GUEVARA, CELEBRADO EN EL CENTRO CULTURAL ATLAS, DE ROSARIO, ARGENTINA, EL 13 DE JUNIO DE 2022
Buenas noches queridas compañeras y compañeros
Les pido disculpas, por
la hora, pero era muy importante que pudiéramos escuchar todas las ideas y
sentimientos que se han expresado hoy aquí.
Pido también disculpas a
los hermanos latinoamericanos y caribeños que están conectados con nosotros a
través de las diferentes redes sociales, en una transmisión que se está
haciendo simultáneamente en coordinación con las organizaciones que integran la
red continental de solidaridad.
Celebrar la vida y el
legado del Che es una obligación, no solo de los revolucionarios cubanos, de
los revolucionarios latinoamericanos y caribeños. Es una obligación de todos
aquellos que creemos que un mundo mejor es posible, que vemos a la humanidad
como nuestra Patria, y que hemos comprendido que la razón de existir de los
seres humanos tiene que ser la solidaridad y el amor entre ellos.
Algunos compañeros se
referían a los vaivenes de la lucha y que, quizás, por algunos retrocesos, se
piensa que el mundo no cambió. Yo creo que sí, que el mundo cambió, cambió
profundamente y cambió para bien. Y la mayor evidencia de que el mundo cambió
es que nosotros estamos aquí, con ustedes; porque los revolucionarios cubanos
–como dijo Fidel- habríamos podido perecer como los valientes comuneros de
París, defendiendo la Revolución. Pero estamos aquí, no solo por la resistencia
heroica de nuestro pueblo, sino por la solidaridad de todos ustedes; porque
ustedes persistieron, porque ustedes creyeron, porque ustedes nos alentaron,
porque ustedes también nos defendieron. Y porque, además, construyeron sus
propios caminos: los venezolanos, los nicaragüenses, los bolivianos y los
argentinos. Y esa es la mayor evidencia de que el mundo si cambio, y cambio a
favor del progreso, a favor de las ideas que defendió y por las cuales combatió
y luchó el Che.
En un momento como este,
en un ambiente de unidad, de integración que nos convoca, es importante
recordar aquella frase surgida del intento de increparlo en esa reunión de la
ONU, cuando el Che le respondió a esos personajes que era cubano y también
argentino y que, si no se ofendían las ilustrísimas señorías de Latinoamérica, se
sentía tan patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como
el que más y, en el momento en que fuera necesario, estaría dispuesto a
entregar su vida por la liberación de cualquiera de los países de
Latinoamérica, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie
(aplausos).
Por eso es muy importante
reunirnos hoy aquí.
Cuando organizábamos este
acto, hace poco más de un mes –¿verdad, Champa? Cuando más o menos nos quedó
claro, pues siempre habíamos pensado conmemorar el aniversario, celebrar el
cumpleaños, organizar el homenaje, participar no solo en un acto como este, en
una ceremonia que es tradición hacer aquí los 14 de junio. Cuando nos quedó
claro el escenario que se iba configurando de cara a la IX Cumbre de las
Américas, dijimos: ¿Qué pasa si hacemos un acto de solidaridad continental, si
en vez de estar solamente la Embajada de Cuba, estamos un grupo de embajadas
latinoamericanas, sobre todo, de los que podemos ser los excluidos de la Cumbre
de las Américas?
Y hoy estamos aquí con
ustedes los excluidos, y todos los que nos que nos dieron su solidaridad,
incluyendo a los hermanos del Estado Plurinacional de Bolivia, incluyendo
también a los argentinos; porque Argentina no fue a esa Cumbre en condición
nacional. Argentina fue a esa Cumbre como Presidente de la CELAC; una
responsabilidad a la que no podía renunciar, y dio un discurso allí que recogió
el sentimiento de todos nosotros, y puso, en su voz, lo que todos nosotros
hubiéramos querido decir (aplausos).
Esa Cumbre pasará a la
historia como uno de los grandes fracasos de la política exterior de Estados
Unidos. El hemisferio tiene 35 países. Nos excluyeron a tres. Se quedaron con
32. Los excluidos recibimos la solidaridad de cuatro, que, al retirarse sus
presidentes, el número se fue reduciendo a 28. Al final solo pudieron tener la
presencia de 21 jefes de Estado, la más baja. Les faltó un tercio de la región.
Y una parte de los asistentes fueron solo a nivel de cancilleres y de ministros
de menor rango en los gabinetes, sobre todo de los estados insulares del
Caribe.
Algo muy importante
recogido en los pronunciamientos del presidente Andrés Manuel López Obrador y
en la intervención del Presidente de Argentina, fueron los principios por los
cuales se debe regir la relación hemisférica. Es importante tenerlos en cuenta
para las batallas políticas por venir.
El primero de todos, al
que se refirieron 21 jefes de estado o jefes de delegaciones participantes: un
diálogo interamericano no puede ser con exclusiones. No admitimos más
exclusiones.
Lo segundo: se acabó la
era del unipolarismo. No le damos a nadie el derecho a que decida por los
demás. El multipolarismo y el multilateralismo deben prevalecer en las
relaciones entre los Estados.
Para que eso ocurra –y
este es otro principio enunciado- tiene que prevalecer el derecho
internacional, tiene que prevalecer la Carta de la ONU, tiene que prevalecer
entre nosotros la vigencia de la Proclama de la América Latina y el Caribe como
Zona de Paz, aprobada por la CELAC.
Y tiene que prevalecer
algo a lo que han llamado en estos dos años las Naciones Unidas frente a la
brutal pandemia que nos ha afectado a todos: la cooperación y la solidaridad
entre los estados y entre los pueblos.
López Obrador y Alberto
Fernández se refirieron también a un principio que tiene que prevalecer, que es
parte del derecho internacional, y cuya violación estremeció de manera profunda
a la región recientemente; y es el principio de no injerencia en los asuntos
internos de los estados. La no injerencia incluye que no puede haber nunca más
un golpe de Estado como el que se impuso a Bolivia, hasta que tienen que cesar
los bloqueos (aplausos) y las operaciones para derribar gobiernos que no son
del gusto de Estados Unidos.
Este nivel de debate que
se vio en la Cumbre de las Américas puso sobre el tapete una verdad evidente:
la OEA está agotada. No caben ni la reforma, ni la refundación, aunque barran
con su actual dirección. Para la OEA lo único que cabe es entierro. Y de eso
podemos hablar los cubanos, que hemos conocido y sufrido en carne propia,
durante muchos años, las acciones de la OEA.
Ahora, pudiéramos hablar
de otras bellezas de esa Cumbre:
Primero, la Cumbre tenía un gran tema, ¡la salud! Pero, ante la endeblez de la propuesta estadounidense, empezaron a añadir otros temas y al final no se sabía de qué era la Cumbre. Por tanto, hubo muchas declaraciones y muchos proyectos, acuerdos y propuestas, zanahorias de esas que son expertos en repartir los Estados Unidos en este tipo de reuniones.
Ofrecieron un plan
migratorio para México y Centroamérica. ¡Qué maravilla! Un plan. Vamos a apoyar
las migraciones. No sé cómo se puede acordar un plan migratorio con varios de
los estados que más migrantes tributan ausentes de la reunión, con sus jefes de
Estado ausentes de la reunión. Porque en la reunión no estaba el Presidente de
México, no estaba el Presidente de Nicaragua, no estaba la Presidenta de
Honduras, no estaba el Presidente de Guatemala y no estaba el Presidente de El
Salvador. ¿Con quién se negoció ese plan migratorio? ¿Quién lo firmó?
Pero la zanahoria venía
acompañada de más zanahorias: vamos a financiar con 50 millones de dólares el
desarrollo en Centroamérica para atacar las causas de la migración: la pobreza.
Bueno, ¡miren cómo se ha
devaluado la política exterior de Estados Unidos! En Argentina, en mayo de
1959, Fidel retó a los Estados Unidos para que aprobaran el financiamiento de
un programa que redujera las condiciones que en América Latina conducían a
dictaduras, la violencia, la pobreza, a todos esos males del subdesarrollo que
impulsan las migraciones. Y les propuso negociar una cifra de 30 mil millones
de dólares. En el año 1061, cuando nos expulsaban a nosotros de la OEA y se
anunciaba la Alianza para el Progreso, Kennedy le hizo el primer machetazo a la
propuesta y redujo el número a 20 mil millones. ¡En qué miserables, en qué
pobres, en que inmorales se han convertido los gobernantes de ese país, que hoy
le ofrecen a Centroamérica, la región más pobre de este continente, 50 millones
de dólares para combatir las causas de la migración! ¿Ustedes saben qué
significan 50 millones de dólares en Centroamérica? Centroamérica tiene 50
millones de habitantes. Significan un dólar por cada habitante de
Centroamérica. Hay que tener poca vergüenza para proponerle a los
centroamericanos eso, que es menos que una migaja.
Lo segundo que
propusieron con gran bombo fue un gran programa de salud, ¡para el 2030!
Tenemos que esperar siete años. un gran programa de salud para el cual van a
formar un ejército de 500 mil profesionales de la salud. ¡Ojalá! ¿Cómo lo
harán? No sabemos; si será comprando o robando médicos, si irán a saquearnos
los médicos cubanos en las brigadas nuestras, ofreciéndoles dinero. Todo puede
ocurrir. Vivimos en un momento muy complicado del mundo.
Entonces, ¿van a
organizar brigadas médicas? ¿Encontrarán a los médicos dispuestos a llegar a
esos oscuros lugares del planeta a los que Bush quería mandar bombas y Fidel
proclamó aquí, en la escalinata de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Buenos Aires, que mandaríamos médicos y no bombas, como Bush?
Miren, en el año 2005,
dos años después de aquel discurso de Fidel, sin tanto anuncio de “vamos a
hacer”, Estados Unidos acababa de ser azotado por un terrible huracán que había
devastado el sur de la Lousiana, y Cuba puso a disposición de Estados Unidos,
en 24 horas, un contingente de más de diez mil profesionales de la salud. ¡En
24 horas! No dijimos vamos a hacer, no dijimos vamos a financiar. En 24 horas
había diez mil médicos con sus mochilas, sus equipos, su ropa, listos para
montarse en un avión tan pronto el gobierno de Estados Unidos los autorizara.
Por supuesto, no los autorizó.
Ese es el origen del
contingente Henry Reeve, de médicos especializados en situaciones de desastres,
que hoy ha estado en 56 países del mundo (aplausos) y en 5 territorios no
autónomos de América Latina y el Caribe, de Asia, África, el Medio Oriente y
hasta en Europa, porque hasta allá se fueron en la pandemia, a una de las
regiones más ricas de Italia, a la Lombardía. Allá se fueron a salvar vidas,
porque el sistema de salud de la Lombardía había colapsado, y nadie le brindó
ayuda a la rica Italia.
Cuando uno ve estas cosas
piensa en aquella visión adelantada de Fidel cuando a raíz del huracán Mitch,
que barrió con Centroamérica en 1998, se comprometió en el podio de las
Naciones Unidas a formar médicos para Centroamérica, el Caribe y toda América
Latina, que después se convirtieron en médicos para el mundo. Dijo él, formar
10 mil médicos en 10 años. en quince años la ELAM ha formado tres veces lo que
prometió Fidel. Andan por toda la región, y cada vez que algún médico cubano o
alguno de ellos va a llegar a algún país, a algún lugar de América Latina,
enseguida se arma la alharaca, y la prensa oligárquica y los medios
transnacionales empiezan a decir que ahí vienen los espías, que ahí vienen los
agentes del G-2, que ahí vienen las fuerzas especiales de Castro. Ustedes lo
vivieron aquí, al principio de la pandemia. Hubo realmente esa posibilidad,
pero se logró manejar la situación, afortunadamente, y no fue necesario
desplegarlos. Pero yo me divertía mucho en aquellos días con los periodistas
que me llamaban y preguntaban cuándo vienen los médicos cubanos. Yo les decía,
los médicos cubanos ya están aquí. Y ellos, pero ¿cómo?, ¿cuándo vinieron? Y
yo: Ah, están aquí ya hace rato, trabajando. Búsquenlos. Y ellos de nuevo: pero
¡dónde?, ¿qué día llegaron?, ¿cuántos son? Entonces les dije: 1068 médicos
cubanos nacidos en la Argentina (aplausos). Como glosaba un grafiti que vimos
proliferar en esos días, Argentina nos mandó un médico y le devolvimos miles
(aplausos).
Lo otro que prometía ese
plan de Biden: “vacunas para todos”. No hay muy buenos antecedentes. Cuando con
el gobierno de Lula creamos hace unos años un programa para producir y
distribuir de conjunto desde Brasil la vacuna pentavalente cubana, que es una
de las pocas aprobadas por la Organización Mundial de la Salud, y para distribuirla
para África, se armó un gran escándalo. Desplazamos a las transnacionales
farmacéuticas en la venta de vacunas para África, como si a las transnacionales
farmacéuticas les preocupara que un niño en un quimbo en el sur de Angola
reciba la vacuna pentavalente de Pfizer o de cualquiera otra.
(Del público le dice un
hombre que en Argentina se aplicaba y que sus hijos están vacunados con ella,
pero que ya no se pone y pregunta por qué)
No sé si saben que una de
las primeras cosas que hizo el gobierno de Macri fue interrumpir las compras de
las vacunas cubanas, que estaban reconocidas ya en el sistema de salud
argentino, y establecer contratos duros con las transnacionales que impidieran
el reingreso a futuro de las vacunas cubanas. Esa es la historia pasada. Pero en
medio de la pandemia surgen las vacunas contra la covid-19 y Cuba, gracias a
esa visión de Fidel y a esa visión que también tenía el Che, de la importancia
de fomentar el conocimiento, el pensamiento, pudo desarrollar cinco candidatos
vacunales que se convirtieron en tres vacunas, y con esas vacunas empezamos a
vacunar a nuestra gente. Las acreditamos, pasaron por todas las pruebas. el
organismo de control de medicamentos de Cuba es, junto con el de Argentina, las
dos únicas autoridades de control de medicamentos y equipos médicos de América Latina
y el Caribe que están reconocidas por la OMS (aplausos).
Pero no es suficiente,
porque hoy muchas organizaciones internacionales están sometidas a las
presiones, a los condicionamientos del gobierno de Estados Unidos, para poder
recibir financiamiento. Ustedes saben que, en el sistema internacional, Estados
Unidos es el principal financista de muchas de las organizaciones, de la ONU, de
la OMS, de la UNESCO, de muchas otras. Y han hecho todo lo posible para impedir
que otros países puedan acceder a las vacunas cubanas; hacen todo lo posible
por deslegitimarlas, pagan prensa, pagan campañas contra las vacunas cubanas, y
silencian lo que la comunidad científica internacional, incluyendo la de
Estados Unidos, ha dicho sobre las vacunas cubanas. Son impresionantes las
evaluaciones positivas de las vacunas cubanas, que no solo se ensayaron en
Cuba. Se ensayaron en Venezuela, en Irán, en Nicaragua, se ensayaron en Italia,
y la experiencia de Italia es impresionante. Y todo eso, miren, calladitos. No
hicimos mucha bulla. La bulla la han hecho ellos y nos han dado más publicidad
de la que pensábamos (aplausos). Por tanto, los desafiamos a ver si son capaces
de producir y proveer las vacunas que necesitan los pueblos de América Latina y
el Caribe a precios asequibles, y a compartirlas de modo solidario en los casos
de países sin recursos, como es el caso de Haití, el país más pobre de la
región.
Otra de las promesas en
la Cumbre de las Américas fue la de apoyar la creación de sistemas de salud
públicos universales, robustos y gratuitos. No sé cómo podrán lidiar con esto,
ni cómo le habrá caído este anuncio a los gremios médicos, a las clínicas
privadas, pero el hecho real es que no hay manera de que eso comulgue con las
ideas del FMI, con los proyectos neoliberales. Es una contradicción en un
momento en que cada vez más le quitan el dinero a los programas sociales de los
gobiernos en la región para forzar a los países a que los dediquen a la
seguridad, mientras que ellos en casa hacen lo mismo para dedicárselo a las
armas. el presupuesto militar de Estados Unidos este año es el más grande de la
historia: 800 mil millones de dólares. Para la guerra en Europa han destinado
41 mil millones. Díganme si de verdad van a financiar programas de salud
pública universal y gratuita para América Latina y el Caribe.
Por último, porque no
podían faltar en esta repartición de bondades, el Secretario General de la OEA
nos anuncia la creación de un Alto Comisionado para la Defensa de la Democracia.
¡Oigan eso! Que se lo digan a los bolivianos. Un defensor de la democracia. ¡Y
un Observatorio de Prensa! ¿Qué me dicen? Parece una burla, pero no, lo
anunciaron como una gran creación. Para todos queda claro que estos son nuevos
mecanismos intervencionistas subordinados al Secretario General Luis Almagro,
que es el instrumento de los otros.
Por tanto, cuando ustedes
se enfrentan a los documentos de esa fracasada Cumbre, como la calificó el New
York Times, “fracasada”, qué se puede esperar de esa declaración que firmaron
20 de los países participantes, de 32 que participaron. ¿Qué tipo de relación
democrática, de respeto, nos pueden ofrecer? por eso, evocando al rosarino
inmortal, repitamos: “al imperialismo, ni tantito así, ¡nada!” (aplausos). Imagínense
que borraron de la Declaración el tema de Malvinas. ¿Qué me dicen?
Frente a esa desfachatez
se levantó la Cumbre de los Pueblos, una verdadera fiesta de orgullo de los
pueblos del hemisferio. De todos. Allí estaban no solo los pueblos latinoamericanos,
caribeños, los de origen africano, los originarios, las mujeres, los
campesinos, los trabajadores, las diversidades, las minorías. Allí estaban
también los negros y los indígenas norteamericanos segregados, los trabajadores
explotados del cinturón metalúrgico y automotriz de los grandes lagos, los
jornaleros chicanos, puertorriqueños, que son los que trabajan en las
plantaciones de maíz, de trigo, de vegetales, en las tomateras del sur de
Estados Unidos que le venden el tomate al país de donde proviene. Ustedes
conocen esa historia, ¿no? Tomate es la españolización de un vocablo náhuatl,
que es la lengua de los aztecas, de los mexicanos, “tomátl”. Con el NAFTA, en
los años 90, destruyeron la agricultura mexicana, y los mexicanos, que antes
exportaban tomate, ahora compran tomates, sopas Cambell, kétchup Heinz en el
sur de Estados Unidos. Ese es el libre comercio que trataron de imponer aquí en
el año 2005, en la memorable Cumbre de Mar del Plata, con el ALCA.
Frente a aquella Cumbre
de la exclusión, ésta, la de los pueblos, fue la Cumbre de la inclusión. Más de
2 mil participantes, 250 organizaciones de todo el continente y una agenda
política extraordinaria que cubrió todos los objetivos que se podrían plantear
por parte de los pueblos del continente, desde las consecuencias de las
intervenciones de Estados Unidos en la región, la solidaridad entre
trabajadores, la solidaridad con Cuba y contra el bloqueo, la defensa de la
salud como un derecho humano, la lucha por la democracia y la necesidad de la
unidad en la lucha por ella y por los derechos, la violencia y el patriarcado.
La lista es larga, pero nos llena de orgullo, porque ahí estaba la conciencia
nacional de América Latina y el Caribe. No estábamos presentes, pero estuvimos
muy bien representados.
La otra cara de Los
Ángeles eran los llamados foros de la sociedad civil. A Cuba no solo le
prohibieron llevar una delegación gubernamental, sino que se atrevieron a
definir cuál debía ser nuestra sociedad civil. Le negaron la visa al centenar
de cubanos inscritos en los distintos espacios de los foros paralelos a la
Cumbre, y le negaron las visas a los 23 cubanos que debían participar en la
Cumbre de los pueblos. Y resulta que el tiro les salió por la culata. No
querían caldo y se tuvieron que tomar una cisterna de Cuba, una cisterna de
Venezuela, una cisterna de Nicaragua (aplausos). Quisieron callarnos y no lo
lograron, porque nunca antes se habló tanto de Cuba, de Nicaragua y de
Venezuela.
A alguien se le ocurrió
la peregrina idea de sentar –¿cómo dijo la Vocera del Departamento de Estado?
¿Guango Guandó? ¿Fue así?- sentar a Guaidó, al ilustre personaje ese, entre
jefes de Estado y Gobierno electos democráticamente. Pero parece que primó la
cordura, porque empezaron a llegarles mensajes que, si a ese individuo lo
sentaban a la mesa, las delegaciones completas se levantaban y se iban de la
Cumbre, y ahí sí no se sabe quién pagaría los platos rotos. Lo mejor que
hicieron fue mantenerlo lo más lejos posible de aquel escenario, con lo cual
sabemos ya que los desmanes del imperio tienen límites, y que los límites los
ponemos nosotros, los pueblos, nuestros gobiernos que nos representan
(aplausos).
En esos foros quisieron
imponer una declaración y generaron una provocación grosera que causó la
renuncia de la digna representante de Panamá, usando a mercenarios cubanos con
los que pretendían usurpar la representación de Cuba en el foro de la sociedad
civil. Imaginen ustedes: gente pagada que vive del dinero del Departamento de
Estado, de la USAID, de la Fundación Nacional para la Democracia. Peor, porque
aprobaron una declaración entre un grupo de personas que no representa a las Américas,
una declaración apócrifa, que no fue discutida ni aprobada por el resto de las
delegaciones, y ahora no pueden incluirla en los documentos oficiales de la
Cumbre.
Esto me permite demostrarles algo de lo que los cubanos hablamos y a veces no se entiende. El gobierno de Estados Unidos actuó consecuentemente con su credo ideológico, con sus posturas políticas y con la ley nacional de ese país. ¿Y por qué digo con la ley nacional de ese país? Porque en el año 1996 el presidente Clinton firmó una Ley del Congreso de Estados Unidos, denominada Ley de la Libertad Cubana y Solidaridad Democrática, que se conoce con el nombre de sus creadores: la Ley Helms-Burton. Y esa ley, en su capítulo I, en uno de sus enunciados, establece quiénes deben formar el gobierno, la sociedad civil, las organizaciones sociales, las organizaciones civiles, las fuerzas armadas, las fuerzas del orden público, para que el gobierno de Estados Unidos reconozca, un día, a un gobierno cubano con el cual, ese día supuesto, entable negociaciones para que ese gobierno le pague a Estados Unidos resarcimientos por las nacionalizaciones cubanas de los años sesenta y además le devuelva a las empresas americanas las propiedades en Cuba, y solo después entraría a negociar el proceso de levantamiento del bloqueo. Es decir, hay absoluta coherencia en los actos y en las ideas.
Por eso nosotros
respondemos como respondemos, y persistimos en nuestras luchas, en nuestra
resistencia. Como decía el Che, nuestro grito de guerra tiene que llegar a oídos
receptivos que nos acompañen a empuñar las armas. Y hoy las armas, como enseñó
Fidel, son las armas de las ideas, las armas de los valores, las armas de la
cultura. Por eso, volviendo al más universal de los argentinos, que nos convoca
hoy aquí, y recordando unas declaraciones que le daba al inicio de este acto a
unos jóvenes que me entrevistaron, tenemos que apropiarnos, hacer carne en
nosotros, en nuestra mente y en nuestros actos, aquella visión que
tempranamente describió en El socialismo y
el hombre en Cuba. Está escrito para explicar el lugar de la revolución
cubana en el mundo del socialismo de aquella época, pero es válido
absolutamente en los principios generales y en las ideas, para entender que
para hacer las grandes transformaciones, el pensamiento tiene que estar
acompañado por acciones coherentes, por conductas coherentes, y para hacerlo
tenemos que formarnos todos los días como hombres y mujeres nuevos, sabiendo
que esa condición no es algo que se logra, porque cuando creamos que se logró,
es algo no hecho, que hay que constantemente renovarse, formarse y educarse en
ello. No hay fórmula, es la fórmula del Che. No hay modelo, es el modelo del
Che. Es, como decía un gran marxista latinoamericano –el peruano José Carlos Mariátegui-,
un acto de creación viva. Eso es el socialismo, eso es la transformación revolucionaria,
la lucha por el progreso, por la libertad y los derechos de los pueblos en
nuestro continente. Y hay que ir avanzando y rectificando. Sabiendo que el
camino está lleno de obstáculos.
Parados frente a esa gran
pared en el Parque de la memoria, en Buenos Aires, ante la que uno se conmueve
con los nombres de los 30 mil desaparecidos, alguien puede pensar que fue una
derrota la pérdida de tantas vidas. Y las madres y abuelas que todavía buscan a
sus hijos y a sus nietos nos enseñan otra cosa. Allí hay 30 mil semillas. Ese
muro es un semillero. Un semillero de valores. Un semillero de ideas. Un
semillero de cultura de resistencia, porque cada vez que esas madres y abuelas
le dan una vuelta a las plazas para recordar lo que ocurrió aquí, para defender
la verdad sobre la que se ha querido tirar tanto lodo y mentira, y para
demandar justicia, es porque se sigue luchando, no hubo derrota, no hubo marcha
atrás, no hubo cansancio, y aquel aparente retroceso significó un impulso mayor
en las luchas de los pueblos de América Latina y el Caribe, y en el caso de
Argentina, en las luchas del pueblo argentino (aplausos).
Estas conductas y estas actitudes
e ideas del Che me llevan a recordar el concepto de revolución de Fidel. Emparentan
perfectamente, porque Fidel nos habla del sentido del momento histórico, de
cambiar todo lo que deba ser cambiado, de libertad plena y, a la vez de
defender ideas y valores al precio de cualquier sacrificio, y a defender la unidad
por encima de todo. Esa unidad que yo he visto manifestarse en este país, que
vi manifestarse en la jornada memorable del 10 de diciembre del año 2019, una
unidad impresionante que mucho le deseo al pueblo argentino. No todo se alcanza
en el primer momento. La revolución cubana hizo mucho, pero sabe también que
mucho ha dejado sin hacer o no ha podido hacer, y no ha sido por falta de voluntad
de los revolucionarios.
De lo que sí tengo
convicción profunda es que, con ideas claras, con valores claros, defendiendo
la cultura –no solo la artística y literaria; hablo de la cultura como el edificio
que nos sostiene a todos, empezando por la historia, los valores y los héroes
de la nación-; defendiendo todo eso podemos emprender los nuevos caminos de la
lucha. El tiempo es revolucionario. Los de arriba ya no pueden seguir gobernando
como hacían a los de abajo, y los de abajo ya no están dispuestos a seguir
soportando a los de arriba. La historia cambió. Estamos del lado correcto de la
historia, del lado donde sopla el viento y amanece el sol (aplausos).
Por todo eso celebremos
este 94 cumpleaños del renacido con toda la alegría, con toda la emoción, con
todo el orgullo y el compromiso con que podemos hacerlo; porque él es eterno,
porque él vive en cada una de nuestras luchas, en cada uno de nuestros sueños;
porque nos enseñó a vivir, a luchar, a trabajar, y, sobre todo, nos enseñó
siempre a dar el ejemplo, a que cada palabra nuestra sea coherente con nuestros
actos.
Les agradezco mucho la
posibilidad de habernos podido reunir hoy en esta familia latinoamericana y
caribeña, aquí, en la cuna del Che Guevara (aplausos), en la ciudad de Rosario
(aplausos), en la ciudad bandera de la Argentina (aplausos), y doy un ¡Viva! a
la Patria Grande (gritos de ¡Viva!), ¡Viva! a sus libertadores (gritos de ¡Viva!),
¡Viva! a los pueblos (gritos de ¡Viva!), y termino mis palabras con las mismas
con las que el Che se despidió de Fidel:
¡Hasta la victoria,
siempre!
¡Patria o Muerte,
venceremos! (gritos de ¡venceremos!)
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