Escondido en el nombre de un violinista famoso, un libertario de origen cubano, bien conectado con los sectores neoconservadores de su país de adopción, se mudó hace cuatro años de Nueva York a Buenos Aires para apoyar la construcción de la organización y las ideas vencedoras en los últimos comicios argentinos. Proveniente, según se vende, de los sectores contraculturales cubanos de los años setenta, ensaya una diatriba pseudocultural contra Cuba en vísperas del Día de la Cultura cubana, como podrían haberlo hecho quienes se alarmaron en junio de 1868 por la combativa música que se convertiría en octubre en el Himno de los cubanos.