El conocido tanque pensante Council
on Foreign Relations organizó a finales del año 1999, un grupo de
trabajo dirigido por Bernard W. Aronson y William D. Rogers,
bajo la coordinación de Julia Sweig, con el propósito de proponer como debían
conducirse las relaciones con Cuba en el Siglo XXI.
Entre los objetivos de
dicho estudio estaban promover los
intereses y valores estadounidenses en Cuba para apresurar el día en que nuestro
país pudiera asumir una relación normal y amistosa con Estados Unidos; apoyar, alimentar y reforzar la denominada
sociedad civil que bajo el patrocinio financiero y político extranjero ha
surgido en la Isla, y trabajar para
crear las mejores condiciones posibles para la tan soñada transición
pacífica en Cuba en el Siglo XXI. Las metas, perfectamente fundamentadas,
se orientan a destruir el actual orden constitucional cubano y, por ende, a la
Revolución. Es un bondadoso plan de subversión sustentado en supuestas buenas
acciones, muchas de las cuales se han estado instrumentando durante los últimos
años por la administración Obama, o forman parte de las “iniciativas”
posteriores al 17 de diciembre para evidenciar “su buena voluntad” en relación
con el restablecimiento de relaciones. Por contraposición, no hay en un solo
documento político, académico, programático y en arte la más mínima referencia
a imponer los valores cubanos en Estados Unidos, ni financiamiento o apoyo a
organizaciones creadas por Cuba para barrer con el orden constitucional estadounidense,
y mucho menos para hacer transitar a ese país de un Imperio a un Estado pacífico
y solidario, ¡y esto último valdría la pena!
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