Hubo nuevo encuentro entre las delegaciones de cuba y
Estados Unidos y sus negociadoras damas: Josefina Vidal y Roberta Jacobson. El
hermetismo dominó la reunión y las
declaraciones de los respectivos voceros. Del lado cubano, las conversaciones se
calificaron de “profesionales” y se prometió un próximo encuentro. De lado
estadounidense, bastó decir que fueron “positivas y constructivas” y que se
habían realizado “progresos”. Algunos están molestos por el silencio. Otros
apuraban una “feliz boda” antes de la VII Cumbre de las Américas de Panamá.
Yo
nunca me hice ilusiones. Me preguntaba si podríamos establecer relaciones con
un gobierno que nos declara patrocinadores del terrorismo y que impide el
funcionamiento de nuestra representación diplomática en su país. Me parecen dos
axiomas bien simples a resolver antes de firmar papeles, izar banderas y
destapar botellas. Lo dice también el New York Times, citando a la vocera
Psaki: “Es obvio que hay que avanzar en temas específicos y obtener un acuerdo
sobre lo que hay que hacer. Obviamente, vamos a seguir trabajando en eso”.
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