Ni la CNN, ni The Washington Post, ni The New York Times, ni The Times; tampoco Le Monde, Le Figaro, La Stampa o Il Corriere; mucho menos El País, ABC, Clarín, El Espectador, El Universal, AP, Reuters, France Press. Cuando Charlie Hebdo fue atacado hace unas semanas por un comando fundamentalista islámico, todo el munjdo quiso ser caricaturista: "Je sui Charlie". Hace unos años todo el mundo quería ser del danés Jylands Posten, cuando sus caricaturistas fueron amenazados por publicar unas ofensivas caricaturas de Maoma. Ahora la amenaza era contra Telesur, a manos de fundamentalistas cristianos. ¿Por qué tanto silencio? ¿Por qué se bloquea al hashtag #SomosGenteTeleSur. Condeno todos los terrorismos, y comparto con todos las reflexiones de dos colegas y la indignacion por tanta hipocresía:
YO SOY TELESUR
por Fernando Buen Abad, filósofo, intelectual, escritor y militante marxista mexicano.
Querían golpear, también, a TeleSur porque les estorba enormemente esa gran táctica de Chávez y Maduro que consiste en divulgar la verdad. El poder de la verdad en la boca de los pueblos. Quedó desenmascarado el ataque perverso contra TeleSur y Venezuela que no han hecho más que fijar como su Norte el Sur. Querían bombardear sus oficinas en Caracas porque la “oposición” nazi-fascista está sumida en un berrinche histérico de impotencia y desesperación. Es odio vetusto de alto nivel dirigido contra TeleSur y el Socialismo. La verdad y la libertad juegan un papel central para producir información inteligente e inteligible. Es un cometido nodal para ganar posiciones en la experiencia comunicacional revolucionaria. Es un cometido de integración Socialista que Chávez anheló siempre y, por eso, golpearlo implica para los “opositores” nazi-fascistas una forma de golpear a Chávez en algo de lo que más brilla de su legado que son sus tácticas y sus estrategias de comunicación.
TeleSur es una de las mejores fuentes de información en todo el
planeta, es una decisión política estratégica de envergadura
trascendental en la ruta de cambiar los paradigmas informativos que
nuestros pueblos necesitan para la construcción de su independencia y
soberanía semántica. Es una televisora cuya complejidad de objetivos
debe avanzar en terrenos muy ásperos y no pocas veces peligrosos. En un
continente secuestrado por las cadenas mediáticas de la oligarquía, país
por país, nada fácil es ser herramienta al servicio del ideal de
integración latinoamericana y caribeña. TeleSur es un espejo continental
invaluable para mirar nuestros logros y nuestras debilidades más
significativos. Sin pasar por el discurso del imperio. Y, además de
espejo, es una herramienta de intervención política sobre la realidad
por la vía de la información liberada de la dictadura de la mercancía
noticiosa.
Su “norte” es, también, la verdad. TeleSur ha transmitido desde un
país sitiado mediáticamente, transmitiendo imágenes de todo el mundo a
todo el mundo. Es televisión en vivo y en red con evidencias
documentales y noticiosas que, a pesar de las amenazas oligarcas, no
dejar de transmitir, aunque los días se pongan difíciles, aunque
intentaron bombardearla. No cabe duda de que lo que querían hacer,
realmente, es una etapa de la “guerra de terror” apoyada los medios
burgueses en todas partes. La guerra contra TeleSur es financiada,
también, por empresas mediáticas hambrientas de dominar al mundo. No hay
que esperar un bombardeo para advertir cuáles son los anhelos de
semejante amenaza contra una televisora de la Revolución.
No toleraremos la impunidad
Es preciso movilizar una protesta Internacional que sea capaz,
incluso, de frenar esta escalada de violencia y muerte contra los
periodistas más comprometidos con la verdad. Se trata de una escalada
orquestada por asesinos títere que colaboran con el saqueo de los
recursos naturales, la explotación de los trabajadores y la alienación
de las masas. No nos acostumbremos al pisoteo. Son miles de periodistas
honestos que, a diestra y siniestra, sufren descargas de violencia por
informar con la verdad… con su aliento ético innegociable. Son miles los
periodistas amenazados para callar las voces que muestran y denuncian
la degradación a que son sometidos nuestros pueblos.
No es una casualidad que se trate de una agresión más contra Tele
Sur. No es una equivocación, no se trata de una coincidencia… esto es un
plan que repite sus patrones de un lado al otro, esto es una arremetida
cínica que tiene filos múltiples pensada por las maquinarias de
conspiradores asalariados para agudizar conflictos internacionales,
poner bozal al periodismo independiente, desprestigiar lo mejor que
tenemos en tareas periodísticas… asesinar a la verdad a cualquier
precio. Y asesinar al presidente de Venezuela para asesinar a su
Revolución Socialista.
No es una “hecho aislado”. Esta agresión tiene significados perversos
y ya hemos visto cómo se compartan los lebreles del imperio a la hora
de deformar la realidad y suprimir la libertad de expresión. He aquí un
caso que los desnuda íntegramente. ¿Quién dio la orden? Esto es una
prueba más del drama cotidiano en que vive Venezuela asediada por una
“Guerra Económica” y una Guerra del capitalismo.
Debemos iniciar al lado de Tele Sur, y de sus trabajadores, una denuncia mundial muy enfática.
Exigir que cese toda esa violencia e imponer justicia social
abiertamente, públicamente, inmediatamente. Es nuestra obligación
solidaria con Tele Sur y con sus trabajadores, camaradas nuestros, y
exigiremos su solidaridad a todos los colegas que en organizaciones
internacionales puedan ayudar a defender a Tele Sur y a todos los que,
de igual manera, están bajo riesgo de represión y muerte por buscar
apasionadamente la verdad para que sirva a la emancipación de los
pueblos… a los trabajadores sólo los salvan los trabajadores.
No podrán silenciarnos. Exijamos investigación y sanción con
intervención directa de los trabajadores y las organizaciones de
periodistas. Investigación y sanción jurídica y política en manos de los
trabajadores, también. Acompañamiento solidario y fraternal para sus
familiares. Que jamás no se repita. ¡Jamás!
ATAQUE AÉREO A TELESUR
Por Eduardo Rothe, Filósofo y periodista venezolano. También es escritor y articulista en medios digitales como Aporrea.org.
Si un fogonazo nuclear borrara a Caracas con todos sus habitantes, la
noticia saldría por Telesur. Desde su fundación, y especialmente desde
que su sede estuvo alojada en el edificio de VTV, Telesur cuenta con un
Plan B, un Plan C, un Plan D, un Plan E… media docena de alternativas
para que nada ni nadie pueda silenciar la voz de la Patria Grande en el
canal multiestatal de América Latina y el Caribe.
Cuando el mundo supo, por el Daily Mirror de Londres del 22 de
noviembre 2005, que el presidente Bush había propuesto al primer
ministro británico Tony Blair bombardear Al Jazeera, ya Telesur estaba
preparada: conocía el antecedente del bombardeo de la NATO a la Radio y
Televisión Serbia (RTS) el 22 de abril de 1999, que mató a 16 personas.
Pero 24 horas después, antes que terminara el rescate de las víctimas
atrapadas en los escombros, que se comunicaban y guiaban a los
salvadores mediante sus celulares, la RTS retomaba sus transmisiones
desde una ubicación secreta. Francia se opuso al vil ataque, Amnistía
Internacional lo consideró crimen de guerra y Noam Chomsky un acto de
terrorismo.
Los norteamericanos saben lo inútil que fue el ataque a la RTS, y
prevén la ola de indignación que levantaría la muerte de centenares de
periodistas y técnicos de toda América Latina que trabajan en Telesur:
mayor que la del atentado parisino contra Charlie-Hebdó. Además, el tal
bombardeo no afectaría, para los efectos de un golpe, a otros medios
venezolanos, oficiales o privados.
El absurdo, la ignorancia y la torpeza en la maldad de los conspiradores que planearon el ataque aéreo contra Telesur, sólo puede explicarse desde Colombia porque lleva la firma de odio de Álvaro Uribe Vélez.
Matar al mensajero es práctica usual de este personaje, y Telesur lo
obsesiona porque allí se expresan las voces libres y disidentes de
Colombia, y eso basta para que Uribe tache a Telesur de “terrorista”,
como tacha de terrorista a todos los que denuncian sus crímenes y
latrocinios.
No importa mucho si el dinero que compra traidores y asesinos viene
de la derecha estadounidense, de los petroleros prófugos en Colombia o
de los banqueros de la mafia anticubana de la CIA de Miami, el operador
es Uribe y su huella sanguinolenta está impresa en todos los casos de
violencia política que sufre Venezuela: la guarimba, el intento de matar
a Leopoldo López, las maquinaciones de Lorent Saleh, el asesinato de
Robert Serra, el magnicidio contra Maduro, y el planeado ataque aéreo
contra edificaciones gubernamentales venezolanas y Telesur.
Que los opositores venezolanos se vean en ese espejo. No todos los
que trabajan en Telesur son chavistas (como no lo son en ministerios e
instituciones) ni quienes viven y trabajan en sus alrededores: las
bombas y cohetes no preguntan, destrozan, derrumban, queman, mutilan,
desgarran, asfixian, matan. Pero eso no les importa a los empresarios de
la muerte y a su gerente mayor, Uribe Vélez Y, a la final, tampoco nos
importa a nosotros, los venezolanos, colombianos y latinoamericanos que
hemos decidido vivir libres y soberanos, amando, produciendo,
estudiando, creando, proponiendo, capeando dificultades, protestando y
criticando, trabajando en paz nuestras diferencias. En eso que llaman
democracia.
Un ataque aéreo contra el edificio de Telesur es como pegarle a una
mujer para que ame, criminal e inútil. Porque Telesur “no es un
edificio, Telesur es más de ochocientas personas que hacen posible esta
señal, que no tiene pausa y que no la va a tener…” (Patricia Villegas).
Más que eso, la etiqueta #SomosGenteTeleSur no sólo se refiere a los
trabajadores del canal, sino a todos los latinoamericanos, a esta gran
humanidad que ha dicho basta y ha echado a andar.
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