viernes, febrero 20, 2015

CUBA-EE.UU.: COLETILLAS A UN LARGO PROCESO (XII)

El pasado lunes, el Premio Nobel de Química 2003, doctor Peter Agre, de Estados Unidos, fue galardonado en la capital cubana con la placa honorífica por el 280 aniversario de la fundación de la Universidad de La Habana. No era su primer viaje a la Isla. En 2011 visitó la Facultad de Química de Alma Máter metropolitana, donde tuvo un intercambio con estudiantes y profesores de esa cátedra, y en 2012 fue presidente de honor del Congreso Internacional Biotecnología Habana, ocasión en la que sostuvo un encuentro con el líder de la revolución rubana, Fidel Castro. agre ha defendido la idea de lo mucho que tenemos que aprender y hacer juntos los científicos de ambos países. El Dr. Agustín Lage Dávila, director del Centro de Inmunología Molecular en esta ciudad, brindó al respecto su punto de vista en una entrevista con Cubadebate:

CON LOS CIENTÍFICOS DE EE.UU. SIEMPRE HUBO DIÁLOGO

¿Esas diferencias se expresan de igual manera en la comunidad científica de ambos países?
-No. En décadas de enfrentamiento entre ambos países siempre ha habido cercanía entre la comunidad científica norteamericana y  los científicos cubanos. Eso no ha dejado de existir. Por supuesto, matizado o limitado por el bloqueo y la hostilidad de la política norteamericana hacia Cuba. En este mismo Centro, desde hace 20 años, convocamos cada dos años un evento científico internacional de Inmunoterapia del cáncer. El país extranjero que más científicos envía a ese evento es EEUU. Pero no ahora: en 1994, 1996, 1998, años más complejos ideológicamente y en pleno Período Especial, cuando los pensadores norteamericanos y los ideólogos del capitalismo se imaginaron que les había llegado el momento de su victoria ideológica. Y mucha gente en el mundo se montó en ese carro.
-¿Por qué los científicos están menos prejuiciados?
-Ayuda mucho al acercamiento la característica de la actividad humana que hacemos, la Ciencia. Por principio, estoy muy lejos de pensar que la Ciencia es el ombligo del mundo. La Ciencia no es la única actividad inteligente del hombre, por supuesto. La particularidad esencial de la Ciencia es la objetividad, el apego a los datos verificables; y la cara negativa de esa moneda es el reduccionismo. Para ser objetivo tienes que reducir fenómenos complejos a variables simples y hay fenómenos que no se dejan reducir a esas variables. Por tanto, la ciencia tiene enormes potencialidades y tiene, también, limitaciones.
Pero el científico está muy apegado al valor objetivo del dato, a comprobar lo que dice. Cuando discutes con gente entrenada mentalmente para buscar los hechos e interpretarlos, se simplifican muchas cosas. Ese científico viene aquí y ve los hechos en Cuba, los resultados de los logros de la Revolución, también los problemas que tenemos, pero los analiza, los estudia, y ese elemento de objetividad permite un dialogo entre las comunidades científicas de diferentes países, con una base de conexión común. Puedes tener a científicos de diferentes nacionalidades y diferentes raíces culturales en una misma sala, y descubrirás que se entienden perfectamente, porque hablan un mismo lenguaje.
-¿Tiene que ver esto con el hecho de que, a pesar del bloqueo, Estados Unidos emitió una licencia especial para la transferencia hacia ese país de la tecnología de una vacuna terapéutica cubana para el cáncer del pulmón?
-Efectivamente. Este Centro firmó un contrato con una empresa norteamericana en 2004 y en presencia del Comandante en Jefe, para desarrollar conjuntamente una vacuna para el cáncer del pulmón. La patente del producto era nuestra y el Departamento del Tesoro dio la Licencia, en época de la presidencia de Bush. Es evidente que una autorización de ese tipo, en un gobierno de ese tipo, no se obtiene sin consultar.
-¿Cómo evolucionó ese intercambio?
-Terminó porque esa empresa americana tuvo problemas financieros, relacionados con el fallo de otros proyectos diferentes al que tenían con nosotros. Finalizó por otras razones que no tuvieron nada que ver con la colaboración con nosotros. Pero el proyecto duró varios años, trabajamos juntos durante todo ese tiempo y se firmó un contrato que implicaba pagos de los norteamericanos hacia Cuba. Nosotros cobramos lo que estaba estipulado en el contrato, luego de cumplir con nuestras obligaciones.  Esto demuestra que, si hay voluntad política, se puede levantar o minimizar el bloqueo.
En el plano de colaboración empresarial, esta ha sido la única experiencia entre ambos países, pero colaboraciones académicas hay muchas. Ahora mismo un grupo de nuestros investigadores están trabajando en EEUU en proyectos de inmunoterapia del cáncer, y pacientes norteamericanos se han tratado con productos nuestros. Es decir, la posibilidad de una colaboración con los científicos norteamericanos siempre ha estado encima de la mesa, aún en momentos de máxima hostilidad de Washington.

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