El Dr. Agustín Lage Dávila, médico, investigador, diputado y director del Centro de Inmunología Molecular de La Habana, asegura que el juego Cuba-EE.UU. se enfrenta a su segundo round, según sus respuestas a las periodistas Ladyrene Pérez y Rosa Miriam Elizalde que publicó hoy Cubadebate, sobre el anuncio de los Presidentes de Cuba y EEUU de avanzar hacia el
restablecimiento de las relaciones diplomáticas y, a más largo plazo, la
normalización de las relaciones bilaterales.
UNA VICTORIA DE LA RESISTENCIA CUBANA
-¿Qué asocia usted con el 17 de diciembre de 2014?
-El cambio de etapa en el diferendo histórico entre Cuba y los
Estados Unidos. Las declaraciones del Presidente de Estados Unidos el
pasado 17 de diciembre, efectivamente, son un cambio que percibimos como
una victoria de la resistencia del pueblo cubano. Hacíamos un símil
conversando en nuestro colectivo: esto se parece al doble juego de
pelota de los domingos. Obviamente, el primer juego de pelota lo ganamos
nosotros, eso no lo discute nadie. Ahora hay que jugar el segundo,
porque el partido no se ha acabado. El segundo viene ahora con otros
desafíos.
-¿Un Carril II con esteroides?
-No exactamente, porque el Carril II es el arrogante desconocimiento
de la institucionalidad del Estado cubano. Ahora el punto de partida es
el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y eso explícitamente
significa el reconocimiento de nuestras instituciones. Aquí está, a mi
juicio, un cambio fundamental que supone para los pensadores y
estrategas del imperialismo un paso atrás. Aceptan que la táctica les
falló.
-Pero la gran estrategia se mantiene intacta, es decir, el cambio de régimen en la Isla para imponer el modelo político de EEUU.
-Porque este diferendo entre ambos países no comenzó ayer, ni hace
medio siglo. Tiene mas de 200 años. No parte de la opción socialista de
la Revolución cubana, es muy anterior. Habría que buscar los orígenes en
la ambición expansionista con que surgió la nación norteamericana y en
la diametral oposición entre el pensamiento de los fundadores de los
Estados Unidos y el pensamiento de José Martí. Ahí hay dos concepciones
diferentes de cómo debe ser la convivencia humana. Y esas dos
concepciones están enraizadas en la cultura de ambas naciones. Por
tanto, esa diferencia en la noción de la sociedad no se va a diluir en
200 años más. Tenemos, como decía el Presidente Raúl Castro, que aprender a convivir civilizadamente con esas diferencias, que son profundas.
Lo que pesa aquí no es una polémica por las propiedades
nacionalizadas, ni determinados incidentes políticos que se han
producido a lo largo de medio siglo. La diferencia fundamental tiene que
ver con el tipo de sociedad que construye la cultura cubana y el tipo
de sociedad que construye la cultura norteamericana. Son muy diferentes.
No nos olvidemos que en la Independencia de la nación cubana, el acto
número uno del día número uno fue liberar a los esclavos, mientras que
la Independencia de las 13 colonias de los Estados Unidos dejó en pie la
esclavitud y se necesitaron décadas y otra guerra para eliminarla. En
la concepción original de los fundadores de los Estados Unidos no
figuraba la igualdad de todos los seres humanos. En la nuestra sí. Eso
te da la idea de que son dos pensamientos sociales que van por caminos
distintos, y la contradicción con la que hay que saber convivir.
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