Después del Acuerdo Migratorio de septiembre de 1994, un leve cambio
comenzó a atraer a algunos altos funcionarios del Departamento de Estado
y del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos para proponer
medidas de revisión de la política hacia Cuba.
Recomendaron al
presidente Clinton que redujera la presión en las relacionadas con el
interés del doble carril, encaminadas a un mayor intercambio
educacional, artístico, académico y religioso entre ambos países,
flexibilizar los viajes y el envío de remesas, a la vez que mantener el
bloqueo, aunque con la meta estratégica fundamental de presionar a la
Revolución a realizar las reformas que Washington demandaba como
condición previa.
Se propició un ambiente favorable en importantes sectores políticos,
académicos, religiosos, económicos, empresariales e incluso en algunas
áreas militares en Estados Unidos, que comenzaron a cuestionarse la
política seguida hacia Cuba. Mientras, en la Isla las reformas
económicas iniciaron un crecimiento que acrecentó el interés de Europa
por el esquema de las inversiones extranjeras, del desarrollo del
turismo y del intercambio comercial, en general, y la Unión Europea
estaba llegando a la consideración de establecer el convenio marco de
cooperación con la nación cubana.
Como describen el profesor emérito de Sociología de la Universidad de
Nuevo México, Nelson P. Valdés y el escritor Robert Sandals, en un
artículo que escribieron por aquella época en la revista Counterpunch:
“cuando Estados Unidos se mueve hacia algún tipo de relaciones normales
con Cuba, enfrenta el problema de que lo normal es actuar ilegal”. En
realidad, los gobiernos norteamericanos siempre han tenido el temor de
que Cuba sea un ejemplo de éxito para la región, si se le deja en paz.
La reacción por parte de la derecha estadounidense y cubanoamericana,
en particular, a ese tenue ambiente de distensión entre ambas naciones
no se hizo esperar. En Miami, el resentimiento se apoderó de los que
hasta ese momento habían hecho de la agresión anticubana una industria
que les dejaba buenos dividendos y, como se recoge en algunos medios de
prensa de aquella época, salieron a las calles vociferando y con
camisetas y pulóveres con un cartel: Clinton Comunista. En tanto, en la
oficina del gobernador del estado de la Florida la mayoría de las
llamadas telefónicas que se recibían eran de airados ciudadanos
estadounidenses “que demandaban pararle los pies a esos ‘energúmenos’
que se creen con derecho a fastidiarle la vida a los demás y ni siquiera
hablan inglés”.
Jorge Más Canosa, presidente de la Fundación Nacional
Cubano-Americana, llamó a declararle la guerra a Clinton tras dos años
de idilio y de haberle aportado medio millón de dólares a la campaña
electoral de 1992 y, aupado por la extrema derecha norteamericana,
comenzó con sus lobbys las presiones, a tal grado que un funcionario
confesó: “Tiene sus garfios clavados en varios funcionarios de la Casa
Blanca estratégicamente localizados”.
Mas Canosa fue uno de los cinco personajes civiles y políticos
invitados por el gobernador de Florida, Lawton Chiles, para discutir la
crisis de los balseros en una junta con el presidente Clinton. Durante
la reunión, argumentó tenazmente en favor de varias medidas contra la
Revolución, incluido el bloqueo naval a la Isla.
Aunque Clinton se negó a considerar esta última opción –pero estuvo
de acuerdo en mantenerla en agenda para su posible aplicación en el
futuro–, sí accedió al resto de las principales demandas del exiliado.
Entre estas al compromiso presidencial de que “Estados Unidos no
entablaría diálogos con Cuba sobre asuntos no migratorios”. Para aplacar
a los grupos más virulentos de la comunidad cubana, la Casa Blanca
rechazó la petición de la Isla de entablar pláticas bilaterales, y
aceptó únicamente reanudar conversaciones de bajo nivel para resolver el
problema de la migración.
Prueba de que estaban sumamente preocupados es que en el mes de enero
de 1995 personeros de la derecha política norteamericana y la mafia
cubanoamericana presentan nueve proyectos de leyes, uno detrás de otro,
ante la Cámara de Representantes y el Senado, y de ahí, el senador Jesse
Helms, que no podía ver a Fidel ni en fotos, y el representante Dan
Burton, con el apoyo de la mafia y de la firma Bacardí, hacen en febrero
el Frankestein del Proyecto de Ley Helms-Burton. Lo presentan, con la
anuencia de los dirigentes de ambas cámaras, sin debate en comité
congresional alguno, sin ningún proceso de discusión sobre el perjuicio
que le podía traer a Estados Unidos y en sus relaciones con sus más
importantes socios comerciales, y de esa manera propusieron congelar las
relaciones bilaterales entre Cuba y Estados Unidos.
Hubo una fuerte puja en el propio 1995 entre los que querían mejorar
el ambiente entre las dos naciones y los que querían “acabar con el
problema cubano”. Los nuevos acuerdos migratorios de mayo de ese año, la
visita de Fidel a Naciones Unidas a propósito del Aniversario 50 de la
ONU, el impacto de su discurso, sus numerosas intervenciones ante los
medios de comunicación –fue a las más importantes cadenas televisivas y a
los más importantes periódicos–, y la manera en que se dirigió al
público estadounidense conformó un panorama en el que muchos sectores
demandaron un cambio en esa política fracasada hacia nuestro país. A la
par, las relaciones con la Unión Europea iban, como diría un compañero,
en un Mercedes Benz a 280 kilómetros por la autopista.
De igual modo, en 1995 hubo otros hechos como la votación en la ONU,
donde el número de gobiernos que apoyó la resolución contra el bloqueo
saltó de 59 en 1992, a 117, con 38 abstenciones y solamente 3 votos
negativos. También un reporte del Pentágono sobre los intereses de
seguridad de Estados Unidos en Latinoamérica reafirmó la opinión de que
Cuba no representa una amenaza militar para el poder dominante de la
región.
Ante el temor que despertaba en la extrema derecha, tenían que parar
por cualquier medio estos intentos de abrir un canal nuevo en la
comunicación entre las dos naciones.
El gran plan de la “guerra aérea”
Más Canosa y Basulto idearon el gran plan de “guerra aérea”, cuya escalada provocadora podía fabricar el “Maine
volante o aéreo” y promover una reacción norteamericana, capaz de
desencadenar una acción militar directa de ese país contra Cuba.
Los Cessnas 336-337 Skymaster que les dio George Bush padre no eran
simples avionetas. Se trataba de aviones militares empleados por una
veintena de ejércitos de todo el mundo, incluidos los Estados Unidos. Se
distinguen por su gran efectividad en misiones de espionaje y pequeños
bombardeos. Por otro lado, tenían la cobertura ideal, pues como
atestiguara Federico Peña, secretario de Transporte de los Estados
Unidos, ante el Consejo de la Organización de Aviación Civil
Internacional (OACI) en junio de 1996: Hermanos al Rescate “trabajaba con mi servicio de guardacostas”.
Dada la impunidad de que gozaba, entre los planes estuvo comprar un
avión de entrenamiento militar L-39 de fabricación checoslovaca para
realizar misiones de sabotaje sobre Cuba, mientras estaban ensayando con
un artefacto explosivo antipersonal con municiones de calibre 20 en una
sección de un tubo plástico de PVC que podía ser disparado como un
arma. Según se supo después, querían usarlo durante un desfile de un 1°
de Mayo, o enviárselos a los traidores de aquí para que ellos se
encargaran de usarlo.
Las aeronaves de Hermanos al Rescate comenzaron a adoptar una táctica
especial de empleo, que contraviene las regulaciones internacionales,
para volar hacia Cuba en formaciones, lo cual se contradice con la
utilización pacífica de los medios civiles aéreos. También usaron el
enmascaramiento de los vuelos mediante la desconexión y cambios
periódicos de los códigos de identificación, reportes de posición
falsos, vuelos a muy baja altura para tratar de evadir a los sistemas de
radares, además de la realización de maniobras específicas, como las
peligrosas picadas de intimidación y los planeos sobre embarcaciones
militares cubanas.
A partir de entonces, llenaban planes de vuelo diciendo que iban a
buscar balseros, pero volaban hacia Cuba, penetrando su espacio aéreo,
totalmente ilegal y violando leyes internacionales y cubanas, y las
reglas de la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos,
la cual se dejó humillar por esta pandilla de forajidos.
Es insólito que tanto el Departamento de Estado como la
Administración Federal de Aviación hubiesen advertido al cabecilla
contrarrevolucionario, al menos siete veces en 1995, que si él o los
miembros de su grupo continuaban violando el espacio aéreo cubano, el
Gobierno de la Isla estaba preparado para abrir fuego sobre ellos, y que
no hicieran nada práctico y concreto por impedirlo. “Este hombre tarda
en aprender”, dijo Keneth Bacon, portavoz del Pentágono, luego de
reconocer que le habían dicho varias veces de que estas actividades eran
riesgosas.
Así, por ejemplo, el 11 de julio de 1995, Charles Smith, funcionario
de la Administración Federal de Aviación, se reunió con Basulto y le
advirtió que si violaba el espacio aéreo de Cuba sufriría “serias
consecuencias” y que cualquier violación sería “vigorosamente
investigada”.
Años después, Richard Nuccio, consejero del presidente Clinton para
asuntos cubanos, reveló que en vísperas de que zarpara la flotilla del
13 de julio de 1995, día en que avionetas de Hermanos al Rescate
sobrevolaron la capital cubana, funcionarios de la administración se
reunieron para estudiar la posibilidad de impedirla.
Con ese sibilino doble rasero para tratar el tema Cuba, el
exfuncionario dijo que en el centro de la discusión estaba un dilema
bien claro. “Teníamos la preocupación de cómo prohibir a ciudadanos
estadounidenses manifestarse, cuando ese es su derecho, pero a la vez
cómo protegerlos de alguna agresión”. “Al final decidimos que no
podíamos impedir a esas personas manifestarse, aun sabiendo que sería
una violación de nuestras leyes que penetraran al espacio cubano sin
permiso para hacerlo”, añadió. La moraleja de esas palabras es que
contra Cuba vale todo, aunque se viole todo o se esté provocando un
conflicto de impredecibles proporciones.
Una de las cosas que llama poderosamente la atención es que se
suponía que en el año 1995 –con las medidas de protección tomadas por el
Gobierno de Estados Unidos, tras la firma de los acuerdos migratorios
en septiembre de 1994-mayo de 1995– hubiera una restricción de la
actividad terrorista, pero esos ataques, infiltraciones y planes de
atentado continuaron, pese a la cantidad de sistemas de guardacostas
establecidos.
El mejor ejemplo es que el 12 de julio de 1995 son detenidos en
Estados Unidos tres terroristas cuando se disponían a infiltrarse en
Cuba aprovechando la acción de una de las flotipandillas y pese a
ocupárseles armas y explosivos, fueron liberados de inmediato por las
autoridades norteamericanas.
El 13 de julio de 1995 la flotipandilla del llamado Movimiento
Democracia se acercó a las costas cubanas acompañada de la escuadrilla
de Hermanos al Rescate. Tras realizar vuelos provocativos sobre las
embarcaciones de los guardafronteras cubanos, cuatro de las aeronaves
sobrevolaron La Habana a baja altura, sobre áreas sensibles como la
refinería (lo cual preocupó grandemente a los cubanos, dado los
antecedentes de bombardeos de avionetas, disparos con ametralladoras
contra hoteles, entre otros). Se dedicaron a lanzar panfletos de
propaganda contra la Revolución y medallas religiosas, en franco
incumplimiento de las reglas de tráfico aéreo, mientras interrumpieron
las frecuencias de radio de control de tráfico aéreo con su parafernalia
política y desviaron la atención de los controladores que estaban
dirigiendo a los aviones comerciales y debían conocer su altitud, sus
rutas…
Lo asombroso del incidente del 13 de julio es que está grabado. Con
los Hermanos al Rescate viajaban reporteros del canal de televisión NBC,
quienes lo filmaron todo. Una transcripción de 30 minutos de
conversación del cabecilla con los controladores del tráfico aéreo de La
Habana revela cómo le comunicaban que no le garantizaban su seguridad,
que la fuerza aérea cubana estaba sobre el área y que podía derribarlo.
Le vuelven a repetir, no podemos garantizar su seguridad, y él
continuaba con su perorata provocadora. El video muestra a Basulto
jugando al ratón y al gato con los MIGs sobre La Habana, además de los
lanzamientos de objetos sobre los techos de la ciudad… y regresa a Miami
fanfarroneando.
La vocera de la Administración Federal de la Aviación, Catling
Bergen, declara al día siguiente, y así está recogido por la prensa de
Miami, que esta organización gubernamental tratará de conseguir las
grabaciones de las estaciones de televisión que cubrieron el incidente y
reunir pruebas, y si efectivamente esta gente había violado el espacio
aéreo y cometido todas esas violaciones, debía ser sancionada, cosa que
no sucedió. En realidad, la Administración Federal de la Aviación nunca
pudo llevar a cabo ninguna de sus advertencias, no le retiraron la
licencia de piloto, le permitieron continuar volando, y tampoco
contactaron al periodista que iba a bordo del avión
contrarrevolucionario.
El terrorista jefe de Hermanos al Rescate, envuelto en la borrachera
de su acción política reconocida por los estamentos del poder de la
mafia cubanoamericana, replicó a la funcionaria: “Estamos orgullosos de
lo que hicimos. En última instancia, sirve como un mensaje al pueblo de
Cuba de que el régimen no es invulnerable”.
El 14 de julio de 1995, un día después de la acción provocadora de la
flotipandilla del llamado Movimiento Democracia, el Gobierno
Revolucionario expresó su firme determinación de tomar la acción
necesaria para defender la soberanía del territorio cubano y evitar las
incursiones no autorizadas del espacio aéreo y las aguas cubanas. Por
ello se previene y alerta a cualquier embarcación extranjera de que
puede ser hundida y cualquier aeronave derribada.
El 8 de agosto, el Departamento de Estado hizo público un anuncio en
el que advertía que la penetración en las aguas o territorio cubano sin
autorización de Cuba podría provocar el arresto o cualquier otra medida
por las violaciones de su ley. Adoptó como referencia las declaraciones
del Gobierno Revolucionario el 14 de julio y destacó que el Departamento
de Estado tomaba con seriedad la declaración cubana, y añadió: “la
libertad de viajar, reconocida por los acuerdos internacionales, no da a
nadie el derecho a penetrar en un país en particular, incluyendo a
Cuba, sin previa autorización. Todos los viajeros deben cumplir con las
regulaciones de inmigración, aduanas y otras leyes del país
concerniente”.
Aquello paralizó momentáneamente las provocaciones aéreas, pero puso
en hervidero a la mafia para buscar otros derroteros de conflicto,
aunque Basulto en claro gesto de bravuconería aseguró en una entrevista a
The New York Times que había ordenado a sus pilotos
que no podían dejar que sus respectivas aeronaves fueran obligadas a
aterrizar en Cuba, bajo ningún concepto.
Se fabrica Concilio Cubano
Como parte de la estrategia de agresión fue inducida la creación de
Concilio Cubano en octubre de 1995 desde Estados Unidos. Contó con el
apoyo de todo tipo de la Sección de Intereses (SINA) en La Habana, bajo
la declarada invención de unir a varios grupos para supuestamente
“iniciar una nueva etapa de la historia de Cuba en la libertad” a cambio
del envío de grandes partidas de dinero desde Miami, incluido el
financiamiento de Hermanos al Rescate.
La supuesta unidad entre este puñado de mercenarios a sueldo
perseguía el objetivo de atraer el interés de la prensa extranjera y
otros medios periodísticos de la mafia de Miami e intentar organizar
todo un show propagandístico contra la Revolución en el manido tema de
las supuestas violaciones de derechos humanos. Se pueden revisar los
medios de prensa de Estados Unidos y Europa para darse cuenta del
barraje mediático con cientos de reportajes, artículos y comentarios
sobre este grupo.
Según confirmó desde Cuba Leonel Morejón, el supuesto “prócer” de ese grupo, en un comunicado transmitido por la mal llamada Radio Martí
el 27 de octubre de 1995, Concilio Cubano considerará a nivel nacional
la Propuesta de Plan para el Desafío Cívico Nacional, enviada antes a la
Isla por Hermanos al Rescate.
También comentó que esta ponencia es la primera que recibe Concilio
desde el exilio para su próxima reunión. Explicó que de ser adoptada,
después de las debidas modificaciones, le daría al pueblo cubano su
primer plan estratégico de acción para realizar sus objetivos nacionales
por medios propios. Hermanos al Rescate, explicó, se comprometía a
respaldar y promover el Plan una vez que este haya sido revisado y
adoptado por ellos en la Isla.
Pero ocurre algo muy ilustrativo. Según el Nuevo Herald
del 6 de diciembre de 1995, Concilio Cubano concibió realizar su
reunión el 28 de enero “para plantear al Gobierno cubano un documento
con una propuesta de cambios políticos”, con motivo del natalicio del
Apóstol José Martí. Pero como este grupúsculo fue un elemento
importantísimo de la conspiración armada para gestar la provocación, la
cambiaron después para el 24 de febrero de 1996.
Año de elecciones fue aquel. Nadie sabe en un año electoral
norteamericano todo lo que puede suceder y cómo determina la política en
Estados Unidos.
(Tomado de Lázaro Barredo Medina, en Bohemia. Continuará…)
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