sábado, febrero 27, 2016

CUBA-EE.UU.: QUINTO MITO DE UNA CONFRONTACIÓN HISTÓRICA

Mito 5: La normalización de las relaciones entre ambos países no se alcanzó durante las administraciones de Gerald Ford y James Carter pues a Fidel le interesó más el papel de Cuba en África que la normalización de las relaciones.
Este enfoque desvirtúa los hechos y, sobre todo, desconoce la estrategia cubana en política exterior de aquellos años y los móviles de su liderazgo histórico.
Fidel jamás vinculó ambos temas. Él manejaba el proceso de normalización de las relaciones con los Estados Unidos y el internacionalismo de Cuba en África como cuestiones independientes. Ambas de extraordinaria importancia estratégica para Cuba en el plano internacional. Fueron los Estados Unidos los que establecieron esa conexión funesta. Wayne Smith, quien fuera jefe de la sección de intereses de los Estados Unidos en La Habana durante los dos últimos años del mandato de Carter, lo ha expresado de forma magistral: “Pero el hecho de que Castro no le hubiese dado la espalda al MPLA no representaba una falta de interés en mejorar sus relaciones con los Estados Unidos. De haber sido así, el estímulo brindado por los norteamericanos a las incursiones de las tropas de Zaire y Sudáfrica también hubiese sido un indicio de cinismo de los propósitos del acercamiento de los Estados Unidos hacia Castro. Quizás él así lo pensó, pero optó, en la práctica, por mantener los dos asuntos separados y continuar con el acercamiento, pese al respaldo concedido por los Estados Unidos a las fuerzas que se oponían a los amigos de Castro en Angola”.
Al respecto también señaló hace muchos años el destacado intelectual argentino Juan Gabriel Tokatlian: “…, lamentablemente Estados Unidos fue el responsable de introducir un elemento perturbador en las relaciones entre ambos países: condicionó las aproximaciones bilaterales a temas y políticas multilaterales, es decir, multilateralizó lo bilateral y bilateralizó lo multilateral. La participación cubana en Angola durante 1975 fue interpretada como un hecho que impedía un entendimiento constructivo entre Cuba y Estados Unidos. Se ubicó este acontecimiento como un factor que inhibía todo acercamiento positivo de las partes. Esto, reiteramos, fue un error lamentable porque colocó el contenido y el sentido del debate bilateral en otra dimensión. Y la crítica debe caer en Estados Unidos pues no fue Cuba quien esgrimió el argumento de mejorar o no las relaciones de acuerdo a si Estados Unidos apoyaba directamente a los regímenes autoritarios de Haití o Filipinas o armaba encubiertamente a Sudáfrica o intervenía en los conflictos de Medio Oriente”.
Robert Pastor, quien se desempeñó como asistente para América Latina del Consejo de Seguridad Nacional en la época de Carter, comprendió lo fallido de la estrategia estadounidense a la hora de negociar con Cuba y vincular la normalización de las relaciones a la retirada de las tropas cubanas de África y advirtió con gran visión de la perspectiva cubana que ello haría fracasar el proceso de normalización. El 1ro de agosto de 1977, Pastor le escribió al asesor para Asuntos de Seguridad Nacional, Zbignew Brzezisnki: “Hemos considerado el aumento de las actividades de Cuba en África como una señal de interés decreciente por parte de Cuba respecto del mejoramiento de las relaciones con los EE.UU, y Kissinger unió las dos cuestiones –la retirada de Cuba de Angola a fin de lograr mejores relaciones con los EE.UU– solo para fracasar en ambas. Existe una relación entre las dos cuestiones, pero se trata de una relación inversa. Mientras Cuba intenta normalizar relaciones con las principales potencias capitalistas del mundo, Castro también experimenta una necesidad sicológica igualmente fuerte de reafirmar sus credenciales revolucionarias internacionales. No afectaremos el deseo de Castro de influir en los acontecimientos en África tratando de adormecer o detener el proceso de normalización; este es el instrumento equivocado y no tendrá otro efecto que no sea detener el proceso de normalización y descartar la posibilidad de acumulación de influencia suficiente sobre Cuba por parte de los EE.UU, que a la larga pudiera incidir en la toma de decisiones de Castro”.
Recordando este importante memorándum, expresaría muchos años después Robert Pastor: “Mi memorándum no persuadió al gabinete, ni al Presidente. En nuestras conversaciones en Cuernavaca y La Habana, yo seguí la política del gobierno de los Estados Unidos más que la que yo había propuesto. Como nosotros aprendimos, mi análisis era correcto”.
Sostener que la política de Cuba en África era más importante que la normalización de las relaciones con los Estados Unidos y que ello impidió la normalización, parte de un enfoque errado del asunto, al colocarse en la perspectiva de la potencia estadounidense enfrentada a un país pequeño del tercer mundo como Cuba, al cual supuestamente debía interesar más que a los Estados Unidos normalizar las relaciones, aunque fuera al precio de renunciar a sus credenciales revolucionarias en el plano internacional, lo que implicaba un menoscabo de su soberanía.
Una lógica más equilibrada del análisis nos lleva a la conclusión de que fue al gobierno de los Estados Unidos al que le importó más sus intereses geopolíticos enfrentados a la URSS –especialmente en África- que la normalización de las relaciones con la isla caribeña. Fue Estados Unidos el que estableció un nexo entre ambos temas y el orden de prioridad entre ambos asuntos. Cuba manejó su papel en África y el proceso de normalización de las relaciones de manera independiente y su deseo era avanzar en ambos terrenos. No se le podía poner a escoger entre un asunto y el otro. Ese enfoque era sencillamente un “instrumento equivocado” como había advertido Pastor a Brzezinski.
Tal vez sea idealista de mi parte –expresó Fidel a Peter Tarnoff y Robert Pastor, en conversaciones sostenidas en la Habana en diciembre de 1978-, pero nunca he aceptado las prerrogativas universales de los Estados Unidos. Nunca acepté y nunca aceptaré la existencia de leyes diferentes y reglas diferentes”.

 (Tomado de de Elier Ramírez Cañedo, en Cubadebate) CONTINUARÁ...

Notas:
Wayne S. Smith, “La relación entre Cuba y los Estados Unidos: pautas y opciones”, en: Colectivo de autores, Cuba-Estados Unidos: dos enfoques (edición y compilación de Juan G.Tokatlian), CEREC, Argentina, 1984, p.38
Juan G. Tokatlian, Introducción, en: Colectivo de autores, Cuba-Estados Unidos: dos enfoques (edición y compilación de Juan G.Tokatlian), CEREC, Argentina, 1984, pp.16-17
Memorándum de Robert Pastor a Brzezinski, 1ro de agosto de 1977, The Carter Administration. Policy toward Cuba: 1977-1981, (documentos desclasificados, biblioteca del ISRI, traducción del ESTI
Entrevista realizada a Robert Pastor (vía correo electrónico), 5 de abril de 2009
Memorándum de conversación (Tarnoff, Pastor, Fidel Castro), 3-4 de diciembre de 1978, La Habana, The Carter Administration. Policy toward Cuba: 1977-1981 (documentos desclasificados, Biblioteca del ISRI) (Traducción del ESTI).
National Policy Paper-Cuba: United States Policy, 15 de Julio de 1968. Citado por Peter Kornbluh y William Leogrande en: Diplomacia encubierta con Cuba. Historia de las negociaciones secretas entre Washington y La Habana, Fondo de Cultura Económica, México, D.F, 2015, p.146.
Piero Gleijeses, “La causa más bonita: Cuba y África 1975-1988”, en: Piero Gleijeses, Jorge Risquet y Fernando Remírez, Cuba y África: Historia común de lucha y sangre, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007, p. 24
Citado por Piero Gleijeses en Ibídem, p. 9

Entrevista realizada a Wayne Smith, (vía correo electrónico), 19 de junio de 2009.
La DIA estuvo en desacuerdo con esa visión. En el informe que hemos mencionado y que fue incorporado como anexo de respuesta al memorándum de examen presidencial del 18 de agosto de 1978 aparece una nota que señala la posición de la DIA: “es engañoso dar la impresión de que Cuba actúa de manera independiente de la URSS; Cuba depende del apoyo soviético para proyectar su política en África y por lo tanto tiene en general que subordinar sus actividades a la URSS”.

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