Mito 5: La normalización de las relaciones entre ambos
países no se alcanzó durante las administraciones de Gerald Ford y James
Carter pues a Fidel le interesó más el papel de Cuba en África que la
normalización de las relaciones.
Este enfoque desvirtúa los hechos y, sobre todo, desconoce la
estrategia cubana en política exterior de aquellos años y los móviles
de su liderazgo histórico.
Fidel jamás vinculó ambos temas. Él manejaba
el proceso de normalización de las relaciones con los Estados Unidos y
el internacionalismo de Cuba en África como cuestiones independientes.
Ambas de extraordinaria importancia estratégica para Cuba en el plano
internacional. Fueron los Estados Unidos los que establecieron
esa conexión funesta. Wayne Smith, quien fuera jefe de la sección de
intereses de los Estados Unidos en La Habana durante los dos últimos
años del mandato de Carter, lo ha expresado de forma magistral: “Pero
el hecho de que Castro no le hubiese dado la espalda al MPLA no
representaba una falta de interés en mejorar sus relaciones con los
Estados Unidos. De haber sido así, el estímulo brindado por los
norteamericanos a las incursiones de las tropas de Zaire y Sudáfrica
también hubiese sido un indicio de cinismo de los propósitos del
acercamiento de los Estados Unidos hacia Castro. Quizás él así lo pensó,
pero optó, en la práctica, por mantener los dos asuntos separados y
continuar con el acercamiento, pese al respaldo concedido por los
Estados Unidos a las fuerzas que se oponían a los amigos de Castro en
Angola”.
Al respecto también señaló hace muchos años el destacado intelectual argentino Juan Gabriel Tokatlian:
“…, lamentablemente Estados Unidos fue el responsable de introducir
un elemento perturbador en las relaciones entre ambos países: condicionó
las aproximaciones bilaterales a temas y políticas multilaterales, es
decir, multilateralizó lo bilateral y bilateralizó lo multilateral. La
participación cubana en Angola durante 1975 fue interpretada como un
hecho que impedía un entendimiento constructivo entre Cuba y Estados
Unidos. Se ubicó este acontecimiento como un factor que inhibía todo
acercamiento positivo de las partes. Esto, reiteramos, fue un error
lamentable porque colocó el contenido y el sentido del debate bilateral
en otra dimensión.
Y la crítica debe caer en Estados Unidos pues no fue Cuba quien
esgrimió el argumento de mejorar o no las relaciones de acuerdo a si
Estados Unidos apoyaba directamente a los regímenes autoritarios de
Haití o Filipinas o armaba encubiertamente a Sudáfrica o intervenía en
los conflictos de Medio Oriente”.
Robert Pastor, quien se desempeñó como asistente para América Latina
del Consejo de Seguridad Nacional en la época de Carter, comprendió lo
fallido de la estrategia estadounidense a la hora de negociar con Cuba y
vincular la normalización de las relaciones a la retirada de las tropas
cubanas de África y advirtió con gran visión de la perspectiva cubana
que ello haría fracasar el proceso de normalización. El 1ro de agosto de
1977, Pastor le escribió al asesor para Asuntos de Seguridad Nacional,
Zbignew Brzezisnki: “Hemos considerado el aumento de las actividades
de Cuba en África como una señal de interés decreciente por parte de
Cuba respecto del mejoramiento de las relaciones con los EE.UU, y
Kissinger unió las dos cuestiones –la retirada de Cuba de Angola a fin
de lograr mejores relaciones con los EE.UU– solo para fracasar en ambas.
Existe una relación entre las dos cuestiones, pero se trata de una
relación inversa. Mientras Cuba intenta normalizar relaciones con las
principales potencias capitalistas del mundo, Castro también experimenta
una necesidad sicológica igualmente fuerte de reafirmar sus
credenciales revolucionarias internacionales. No afectaremos el deseo de
Castro de influir en los acontecimientos en África tratando de
adormecer o detener el proceso de normalización; este es el instrumento
equivocado y no tendrá otro efecto que no sea detener el proceso de
normalización y descartar la posibilidad de acumulación de influencia
suficiente sobre Cuba por parte de los EE.UU, que a la larga pudiera
incidir en la toma de decisiones de Castro”.
Recordando este importante memorándum, expresaría muchos años después Robert Pastor:
“Mi memorándum no persuadió al gabinete, ni al Presidente. En nuestras
conversaciones en Cuernavaca y La Habana, yo seguí la política del
gobierno de los Estados Unidos más que la que yo había propuesto. Como
nosotros aprendimos, mi análisis era correcto”.
Sostener que la política de Cuba en África era más importante que la
normalización de las relaciones con los Estados Unidos y que ello
impidió la normalización, parte de un enfoque errado del asunto, al
colocarse en la perspectiva de la potencia estadounidense enfrentada a
un país pequeño del tercer mundo como Cuba, al cual supuestamente debía
interesar más que a los Estados Unidos normalizar las relaciones, aunque
fuera al precio de renunciar a sus credenciales revolucionarias en el
plano internacional, lo que implicaba un menoscabo de su soberanía.
Una lógica más equilibrada del análisis nos lleva a la conclusión de
que fue al gobierno de los Estados Unidos al que le importó más sus
intereses geopolíticos enfrentados a la URSS –especialmente en África-
que la normalización de las relaciones con la isla caribeña. Fue Estados
Unidos el que estableció un nexo entre ambos temas y el orden de
prioridad entre ambos asuntos. Cuba manejó su papel en África y el
proceso de normalización de las relaciones de manera independiente y su
deseo era avanzar en ambos terrenos. No se le podía poner a escoger
entre un asunto y el otro. Ese enfoque era sencillamente un “instrumento
equivocado” como había advertido Pastor a Brzezinski.
“Tal vez sea idealista de mi parte –expresó Fidel a Peter Tarnoff y Robert Pastor, en conversaciones sostenidas en la Habana en diciembre de 1978-, pero
nunca he aceptado las prerrogativas universales de los Estados Unidos.
Nunca acepté y nunca aceptaré la existencia de leyes diferentes y reglas
diferentes”.
(Tomado de de Elier Ramírez Cañedo, en Cubadebate) CONTINUARÁ...
Notas:
Wayne S. Smith, “La relación entre Cuba y los Estados Unidos: pautas
y opciones”, en: Colectivo de autores, Cuba-Estados Unidos: dos
enfoques (edición y compilación de Juan G.Tokatlian), CEREC, Argentina,
1984, p.38
Juan G. Tokatlian, Introducción, en: Colectivo de autores,
Cuba-Estados Unidos: dos enfoques (edición y compilación de Juan
G.Tokatlian), CEREC, Argentina, 1984, pp.16-17
Memorándum de Robert Pastor a Brzezinski, 1ro de agosto de 1977, The
Carter Administration. Policy toward Cuba: 1977-1981, (documentos
desclasificados, biblioteca del ISRI, traducción del ESTI
Entrevista realizada a Robert Pastor (vía correo electrónico), 5 de abril de 2009
Memorándum de conversación (Tarnoff, Pastor, Fidel Castro), 3-4 de
diciembre de 1978, La Habana, The Carter Administration. Policy toward
Cuba: 1977-1981 (documentos desclasificados, Biblioteca del ISRI)
(Traducción del ESTI).
National Policy Paper-Cuba: United States Policy, 15 de Julio de
1968. Citado por Peter Kornbluh y William Leogrande en: Diplomacia
encubierta con Cuba. Historia de las negociaciones secretas entre
Washington y La Habana, Fondo de Cultura Económica, México, D.F, 2015,
p.146.
Piero Gleijeses, “La causa más bonita: Cuba y África 1975-1988”, en:
Piero Gleijeses, Jorge Risquet y Fernando Remírez, Cuba y África:
Historia común de lucha y sangre, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 2007, p. 24
Citado por Piero Gleijeses en Ibídem, p. 9
Entrevista realizada a Wayne Smith, (vía correo electrónico), 19 de junio de 2009.
La DIA estuvo en desacuerdo con esa visión. En el informe que hemos
mencionado y que fue incorporado como anexo de respuesta al memorándum
de examen presidencial del 18 de agosto de 1978 aparece una nota que
señala la posición de la DIA: “es engañoso dar la impresión de que Cuba
actúa de manera independiente de la URSS; Cuba depende del apoyo
soviético para proyectar su política en África y por lo tanto tiene en
general que subordinar sus actividades a la URSS”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario