martes, abril 07, 2015

UNA OFENSA PARA CUBA

Con la frente en alto, la sociedad civil cubana llega ofendida a Panamá. Y tiene sobrados motivos, pues mercenarios que usurpan el nombre de nuestro país, fueron aceptados para participar en los Foros Paralelos de la Cumbre de las Américas.
No son más que empleados de agencias y servicios especiales extranjeros, y varios están vinculados con elementos terroristas. En este material, elaborado por la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), una de las más de 2 200 organizaciones que integran la sociedad civil en la Isla, hay varias pruebas irrefutables de lo que  estamos denunciando.
Estos individuos, que reciben financiamiento directo desde el exterior para elaborar sus planes, no tienen ninguna representatividad ni conexión real con nuestro pueblo. Cuentan solo con una existencia virtual en la maquinaria mediática hegemónica. Su esencia es totalmente entreguista. Las fórmulas que emplean vienen de la mentira. Pueden llevar traje y corbata; pero no conocen la honradez y avergüenzan a la tierra que los vio nacer.
Por estas razones, no podrán hablar jamás en nombre de millones de obreros, campesinos, estudiantes, mujeres, intelectuales, religiosos y otros sectores que sí cuentan con espacios permanentes de participación en Cuba.
Nuestras organizaciones de masas y sociales son reconocidas en el artículo 7 de la Constitución, aprobada en amplio referendo popular. Muchas de ellas están representadas en la Asamblea Nacional del Poder Popular y varias, incluso, forman parte del Consejo de Estado de la República de Cuba y cuentan con el respaldo de la Organización de Naciones Unidas, donde aparecen registradas oficialmente.
Por su extensa membrecía, representatividad y capacidad de movilización y debate, el sistema político cubano les garantiza amplios poderes y facultad propositiva, de consulta, opinión y decisión en el ejercicio de la democracia participativa instituida en el orden constitucional vigente. Su carácter es soberano, puro y nada tiene que ver con estos usurpadores.
Algunos de estos mercenarios acreditados en Panamá han llegado a la crueldad de apoyar el bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba y han reclamado la intervención militar para su nación, en momentos en que la comunidad internacional ha hecho unánime el rechazo a esa política de genocidio contra nuestro pueblo y reconoce los avances de la Revolución Cubana.
Varios de estos personajes se oponen también al proceso de normalización de relaciones diplomáticas con Estados Unidos y se manifiestan en contra de los anuncios de ambos Gobiernos, el pasado 17 de diciembre. Y es que son más dados al extremismo, a las posturas intolerantes y violentas que al reconocimiento del diálogo respetuoso. De hecho, algunos de los que ahora tocan tierra panameña presentan antecedentes delictivos que dicen mucho de su auténtica catadura. Nada tienen que ver con el pueblo educado, culto y solidario, defensor de los mejores valores de la humanidad, que acaba de hacer una contribución decisiva en la lucha contra el ébola en África.
En su afán por fabricar una "oposición" interna, los enemigos de Cuba tratan de presentarlos como exponentes de una "sociedad civil" ficticia, nada creíble. Pero la opinión pública debe conocer que constituye una ofensa incalificable querer confundir a la inmensa mayoría del pueblo cubano con unos pocos que reciben dinero, instrucciones y oxígeno del exterior.
Precisamente en tierra panameña, el terrorista Luis Posada Carriles, con el apoyo de la Fundación Nacional Cubano Americana, pretendió en el año 2000 hacer pedazos el Paraninfo de la Universidad Nacional de Panamá con explosivos de alto poder para asesinar al entonces Presidente cubano Fidel Castro Ruz, en el momento en que se dirigiera al auditorio. La denuncia oportuna de Fidel impidió la muerte de miles de personas allí.
Quince años después, algunos de los que se ufanan de ser amigos del connotado asesino Posada, llegan a Panamá como supuestos defensores de la "democracia" y los "derechos humanos". ¿Con qué moral lo hacen? Su presencia resulta un acto inaceptable para la verdadera sociedad civil cubana.
Tales mercenarios responden a la ultraderecha más reaccionaria del hemisferio, que prepara y acomoda a sus peones.
De ahí que busquen visibilidad y resonancia a toda costa para justificar el dinero que reciben de sus jefes imperialistas y patrocinadores como la NED (Fundación Nacional para la Democracia), fachada de la CIA, y otras fundaciones anticubanas.
Mientras nuestros enemigos estimulan la presencia de estos lacayos imperiales, que no solo están contra su Patria, sino también contra muchas de las causas nobles y justas de nuestra región y del mundo, se intenta desconocer, además, a las organizaciones no gubernamentales y movimientos populares que abogan por el desarme nuclear, ambientalistas, los que enfrentan el neoliberalismo, los Ocuppy Wall Street, los indignados, los estudiantes universitarios y secundarios, los sindicatos, las comunidades originarias, las organizaciones que se oponen a la contaminación de los esquistos o los defensores de los derechos de los inmigrantes.
Igualmente tratan de desconocer a los que denuncian la tortura, las ejecuciones extrajudiciales, la brutalidad policial, las prácticas racistas, a quienes defienden los derechos de la mujer, y a aquellos que exigen a las compañías trasnacionales reparación por los daños a su entorno.
Algunos de los mercenarios que asisten a la Cumbre se consideran periodistas. Sin embargo, muy pocos pueden mostrar el título universitario como licenciados en esa especialidad. Bastan unas semanas de entrenamiento superficial en una sede diplomática para tomar el lápiz o el micrófono, decir mentiras y difamar de su pueblo a cambio de un puñado de dólares. Los miembros de la UPEC denunciamos, con énfasis particular, esta farsa.
Cuba llega a Panamá con la frente en alto. No tiene nada que esconder y sí mucho que exponer en diversos temas.
Nunca irá a un diálogo con los huérfanos de ideas que responden a intereses imperiales. Nuestra sociedad civil, soberana, plural y revolucionaria, dará, como siempre, la batalla.
Y vencerá, porque le asisten la verdad y la razón.

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