No son más que empleados de
agencias y servicios especiales extranjeros, y varios están vinculados con
elementos terroristas. En este material, elaborado por la Unión de Periodistas
de Cuba (UPEC), una de las más de 2 200 organizaciones que integran la sociedad
civil en la Isla, hay varias pruebas irrefutables de lo que estamos denunciando.
Por estas razones, no
podrán hablar jamás en nombre de millones de obreros, campesinos, estudiantes, mujeres,
intelectuales, religiosos y otros sectores que sí cuentan con espacios
permanentes de participación en Cuba.
Nuestras organizaciones de
masas y sociales son reconocidas en el artículo 7 de la Constitución, aprobada
en amplio referendo popular. Muchas de ellas están representadas en la Asamblea
Nacional del Poder Popular y varias, incluso, forman parte del Consejo de
Estado de la República de Cuba y cuentan con el respaldo de la Organización de
Naciones Unidas, donde aparecen registradas oficialmente.
Por su extensa membrecía, representatividad
y capacidad de movilización y debate, el sistema político cubano les garantiza
amplios poderes y facultad propositiva, de consulta, opinión y decisión en el
ejercicio de la democracia participativa instituida en el orden constitucional
vigente. Su carácter es soberano, puro y nada tiene que ver con estos usurpadores.
Algunos de estos
mercenarios acreditados en Panamá han llegado a la crueldad de apoyar el
bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba y
han reclamado la intervención militar para su nación, en momentos en que la
comunidad internacional ha hecho unánime el rechazo a esa política de genocidio
contra nuestro pueblo y reconoce los avances de la Revolución Cubana.
Varios de estos personajes
se oponen también al proceso de normalización de relaciones diplomáticas con
Estados Unidos y se manifiestan en contra de los anuncios de ambos Gobiernos, el
pasado 17 de diciembre. Y es que son más dados al extremismo, a las posturas
intolerantes y violentas que al reconocimiento del diálogo respetuoso. De hecho,
algunos de los que ahora tocan tierra panameña presentan antecedentes
delictivos que dicen mucho de su auténtica catadura. Nada tienen que ver con el
pueblo educado, culto y solidario, defensor de los mejores valores de la humanidad,
que acaba de hacer una contribución decisiva en la lucha contra el ébola en
África.
En su afán por fabricar una
"oposición" interna, los enemigos de Cuba tratan de presentarlos como
exponentes de una "sociedad civil" ficticia, nada creíble. Pero la
opinión pública debe conocer que constituye una ofensa incalificable querer
confundir a la inmensa mayoría del pueblo cubano con unos pocos que reciben
dinero, instrucciones y oxígeno del exterior.
Precisamente en tierra
panameña, el terrorista Luis Posada Carriles, con el apoyo de la Fundación
Nacional Cubano Americana, pretendió en el año 2000 hacer pedazos el Paraninfo
de la Universidad Nacional de Panamá con explosivos de alto poder para asesinar
al entonces Presidente cubano Fidel Castro Ruz, en el momento en que se
dirigiera al auditorio. La denuncia oportuna de Fidel impidió la muerte de miles
de personas allí.
Quince años después, algunos
de los que se ufanan de ser amigos del connotado asesino Posada, llegan a Panamá
como supuestos defensores de la "democracia" y los "derechos
humanos". ¿Con qué moral lo hacen? Su presencia resulta un acto
inaceptable para la verdadera sociedad civil cubana.
Tales mercenarios responden
a la ultraderecha más reaccionaria del hemisferio, que prepara y acomoda a sus
peones.
De ahí que busquen
visibilidad y resonancia a toda costa para justificar el dinero que reciben de
sus jefes imperialistas y patrocinadores como la NED (Fundación Nacional para la
Democracia), fachada de la CIA, y otras fundaciones anticubanas.
Mientras nuestros enemigos
estimulan la presencia de estos lacayos imperiales, que no solo están contra su
Patria, sino también contra muchas de las causas nobles y justas de nuestra
región y del mundo, se intenta desconocer, además, a las organizaciones no
gubernamentales y movimientos populares que abogan por el desarme nuclear, ambientalistas,
los que enfrentan el neoliberalismo, los Ocuppy Wall Street, los indignados, los
estudiantes universitarios y secundarios, los sindicatos, las comunidades
originarias, las organizaciones que se oponen a la contaminación de los esquistos
o los defensores de los derechos de los inmigrantes.
Igualmente tratan de
desconocer a los que denuncian la tortura, las ejecuciones extrajudiciales, la brutalidad policial, las
prácticas racistas, a quienes defienden los derechos de la mujer, y a aquellos
que exigen a las compañías trasnacionales reparación por los daños a su entorno.
Algunos de los mercenarios
que asisten a la Cumbre se consideran periodistas. Sin embargo, muy pocos
pueden mostrar el título universitario como licenciados en esa especialidad.
Bastan unas semanas de entrenamiento superficial en una sede diplomática para tomar
el lápiz o el micrófono, decir mentiras y difamar de su pueblo a cambio de un puñado
de dólares. Los miembros de la UPEC denunciamos, con énfasis particular, esta
farsa.
Cuba llega a Panamá con la
frente en alto. No tiene nada que esconder y sí mucho que exponer en diversos
temas.
Nunca irá a un diálogo con
los huérfanos de ideas que responden a intereses imperiales. Nuestra sociedad
civil, soberana, plural y revolucionaria, dará, como siempre, la batalla.
Y vencerá, porque le asisten
la verdad y la razón.
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