En los Estados Unidos, la sociedad civil creíble, la que el Estado
reconoce, acepta la Constitución que reza “Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una
Unión más perfecta…” y en sus 27 enmiendas, y no se propone cambiarla, como
tampoco alterar el orden político, económico y social por ella determinado, a
pesar de lo cual, nadie es tachado de “oficialista”.
Hoy hubo rosas blancas, cantos de niños, flores en la loza con bandera
a la que solo falta el sol en las noches, y 21 cañonazos para el recuerdo. 
La declaración oficial estadounidense sobre las conversaciones con Cuba utiliza
la palabra “presión” para referirse a los temas de derechos humanos. La parte
cubana había propuesto antes a sus interlocutores hablar del tema sin
cortapisas, con respeto e igualdad. La parte estadounidense quiere enfatizar en
una parte de los 30 artículos de la Declaración Universal y su interpretación abstracta,
estrecha, fragmentada y politizada de determinadas libertades civiles. Entusiastas sujetos de derecho y observadores de los
anuncios del 17 de diciembre de 2014 dentro de la Isla, a ambos lados del
Estrecho de la Florida, desde las costas de Caribe y más allá de los dos
océanos adornan desde hace semanas los escritorios de sus computadoras, sus
oficinas, hogares y autos con las banderas de Cuba y Estados Unidos. Algunos
sujetos de derecho y observadores de los anuncios del 17 de diciembre de 2014
dentro de la Isla, a ambos lados del Estrecho de la Florida, desde las costas
de Caribe y más allá de los dos océanos han asumido sin reflexión un concepto:
“normalización” de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, como si fuera
posible una normalización con bloqueo económico, comercial y financiero, con
nuestro país proscrito en una infame lista de patrocinadores del terrorismo y
con una parte del territorio nacional ocupado por una base militar con un campo
de concentración y torturas. 
